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"El Gatopardo" o la voluntad de trascender

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Tomasi di Lampedusa, Giuseppe. Cuarto fin de semana de agosto. He terminado la (re)lectura de  El Gatopardo,  de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en la nueva edición revisada de Anagrama.  Y además, hoy aparece una columna sobre el autor siciliano en  El país. ¿Habrá sido una señal o mera casualidad? Por si acaso, y en un juego de correspondencia con Manuel Vicent, me dispongo a escribir sobre la lectura. Ha resultado una experiencia difícil de explicar puesto que me he dejado llevar y he recalado en la impronta del estilo literario; el estilo como generador de realidad, como aquello que infunde vida a cada página. La novela narra (en ocho partes) la historia del príncipe de Salina, don Fabrizio Corbera y su familia, entre los años 1860 y 1910, cuando una serie de acontecimientos (de ámbito privado y público) dejan huella en los protagonistas. Más allá de su importancia como testimonio literario de un cambio en el orden social, de la decadencia de la aristocracia ter

Mecánica popular. Volver a Carver.

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“ Mecánica popular”, un cuento de Raymond Carver. EL TEXTO  http://www.cuentosinfin.com/category/raymond-carver/ Aquel día, temprano, el tiempo cambió y la nieve se deshizo y se volvió agua sucia. Delgados regueros de nieve derretida caían de la pequeña ventana —una ventana abierta a la altura del hombro— que daba al traspatio. Por la calle pasaban coches salpicando. Estaba oscureciendo. Pero también oscurecía dentro de la casa. Él estaba en el dormitorio metiendo ropas en una maleta cuando ella apareció en la puerta. ¡Estoy contenta de que te vayas! ¡Estoy contenta de que te vayas!, gritó. ¿Me oyes? Él siguió metiendo sus cosas en la maleta. ¡Hijo de perra! ¡Estoy contentísima de que te vayas! Empezó a llorar. Ni siquiera te atreves a mirarme a la cara, ¿no es cierto? Entonces ella vio la fotografía del niño encima de la cama, y la cogió. Él la miró; ella se secó los ojos y se quedó mirándole fijamente, y después se dio la vuelta y volvió a la sala. Trae

Las afueras. Luis Goytisolo

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Las afueras . Luis Goytisolo Editorial Anagrama Primera edición: enero 2018 1958-2018 Luis Goytisolo es menudo, serio y afable a la vez. Llegó muy elegante a la presentación en Barcelona de la nueva re-edición de su primera obra, después de sesenta años. Las afueras se alzó en el año 1958 con el Primer Premio Biblioteca Breve. Y lo primero que dice es que, para él, fue un intento fallido de crear un artefacto, un objeto narrativo que se debía de erigir mediante un esfuerzo compartido entre los lectores y el propio texto. Confiesa que no quedó satisfecho con el resultado, que no le acabó de salir. Debe de ser el único que así lo cree. Sorprendió entonces el elogio unánime de la crítica, a pesar de ser el debut de un joven de 22 años, con una propuesta novedosa y una técnica que consigue todavía resituar la obra en un espacio difuso entre la novela y la colección de cuentos. El propio J.M. Castellet aportó ya en 1959 una reflexión sobre las técnicas narrativas del joven

SOLENOIDE, la novela traslúcida

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SOLENOIDE Mircea Cărtărescu Traducción de Marian Ochoa de Eribe Posfacio de Marius Chivu Editorial Impedimenta, 2017 786 páginas He llegado hasta el final: “ Nos quedaremos allí para siempre, a resguardo de las aterradoras estrellas”.    Casi ochocientas páginas donde sumergirse y bucear por las obsesiones, los delirios, las “anomalías” del protagonista hasta llegar a sentir el abismo, el vacío, e intentar distinguir las señales para orientarnos. Deambular por Bucarest, la ciudad de la melancolía, y por el subsuelo imaginario de edificios en ruinas, por los recovecos de la mente desde donde se construye la realidad... Sí, parece inabarcable y agotador. Las páginas apenas intentan contenerlo todo, pero muchas veces durante la lectura, se desbordan y tienes que parar de leer, dejarlo para más tarde. Y después, el libro te reclama de nuevo, lees y te hipnotiza. ¿Dónde está el truco? ¿De dónde emana su poder de atracción?      Es uno de esos libros s

"Una rosa para Emily". Un cuento de William Faulkner

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EL ARTE DE NARRAR La certeza de que Faulkner (1867-1962) era terriblemente crítico con su propia obra lo demuestra el hecho de que “Una rosa para Emily” pasara un proceso de corrección que le llevaría a reducirlo hasta la versión definitiva, publicada en una revista de ámbito nacional, Forum , en abril de 1930. No es casualidad que un año antes apareciera El ruido y la furia , novela que pasa por ser uno de los hitos literarios que rompen con el realismo imperante desde finales del siglo XIX. Su originalidad radica tanto en aspectos técnicos: saltos en el tiempo, narrador no omnisciente; como temáticos: la decadencia de una familia sureña, la creación de un territorio de ficción propio, cuya capital, Jefferson, es el escenario también de “Una rosa para Emily”. A pesar de estar concebido en la primera época de su carrera literaria, el cuento despliega una gran complicación temática y técnica. Faulkner consideraba el cuento ( the short story) un género tan complicado y esenc

Medardo Fraile. Cuentos de verdad

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Medardo Fraile 1925-2013, escritor de la generación de los 50, la de Sánchez Ferlosio y Martín Gaite. Gran cuentista, definía el cuento como “un puñetazo lleno de realidad posible”. Es una lectura que impresiona como en ocasiones la realidad lo hace. Son cuentos que te dejan hipnotizado, algunos de ellos muy cortitos, con un lenguaje extremadamente cuidado, la palabra escogida, “la voz definitiva mil veces repensada”. En algunos no pasa nada, o aparentemente. Son muy buenos:  Ojos inquietos, El álbum, El caramelo de limón.  Me propuse leer más títulos de su obra y también indagar en su teoría sobre el cuento, en su poética. Es muy amigo de la naturalidad y la sencillez, pero a la vez, con un uso exquisito de la lengua.  Utiliza todos los recursos de la narración: el monólogo, el diálogo, la primera persona, el narrador omnisciente, el narrador testigo dentro y fuera del relato. Son magistrales sus ideas sobre el cuento como género, sobre su doble mensaje: lo expresado más l

Mi hermana Elba y los altillos de Brumal. De los límites difusos

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De los límites difusos y otras constantes en los cuentos de Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal Cristina Fernández Cubas Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal . Tusquets Editores.  Colección Andanzas. Volumen 61. Barcelona, 2ª edición: junio de 2012 Dice la narradora de “Lúnula y Violeta”, el primer cuento del libro: “Llegué hasta aquí casi por casualidad.”  Muchas veces, los libros llevan billete de ida y vuelta, y vuelven traídos por el azar o por la casualidad o quién sabe si por su mágico empeño en leernos a nosotros más de una vez. El caso es que cuando leí estos cuentos (muchos años atrás) formaban parte de una lista de lecturas pendientes sobre el género del relato en España.  Dos autores de aquella lista me sorprendieron por su originalidad: Medardo Fraile y Cristina Fernández Cubas. El libro reúne cuentos de dos volúmenes ya publicados con anterioridad en Tusquets: Mi hermana Elba, en 1980 Los altillos de Brumal,  en 1983. Alguno

Un cuento de Onetti

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« EL ÁLBUM » UN CUENTO DE  ONETTI En los cuentos de Onetti los personajes suelen sentirse tristes, desencantados. La voz narrativa nos detalla sus emociones, sus deseos, sus pausas reflexivas y sin embargo, nos oculta deliberadamente las causas que han provocado ese estado de ánimo. Y es el sentir de los personajes lo que va a determinar el devenir de la trama. En « El álbum » (1953) es el narrador protagonista quien ejerce de administrador del relato y demora conscientemente el desarrollo de la trama. Un domingo “húmedo y caluroso, en el principio del invierno”, aparece una mujer. El joven relator nos la presenta desde su posición inmóvil, apoyado en la puerta del diario. La ve de pronto y en movimiento de cámara, describe su avance hacia él. « Ella venía del puerto o de la ciudad con la valija liviana de avión, envuelta en un abrigo de pieles que debía sofocarla, paso a paso contra las paredes brillosas, contra el cielo acuoso y amarillento, un poco rígida, d

J.M. Coetzee, K.O. Knausgård y el artificio.

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Hace ya un tiempo que leí la novelita de J.M. Coetzee, Desgracia. Y entonces escribí algo sobre el vaivén de la concentración lectora, sobre ese entrar y salir de una lectura, de una ficción, y la dificultad que contrae mantener la atención cuando leemos:   « Dos tramas: la mía y la de la protagonista, Lucy; dos espacios, dos tiempos, acaso dos narradores. Vuelvo a la granja de Lucy y los perros ya no ladran, han sido asesinados. Padre e hija observan el desastre a su alrededor: tristeza y desolación. Toso, me cansa la postura, el bebé del tercero segunda rompe en un llanto desesperado, rabioso. Mi concentración se disipa una y otra vez. » Había descubierto a Coetzee con su obra Verano y me interesó entonces mucho la forma de narrar, el artificio pergeñado para hablar de un personaje que es él mismo, pero que ya está muerto y que no lo es, porque es a su vez un personaje. Y lo planea a través de las entrevistas con personas que lo conocieron en vida. Es una muestra más d