SOLENOIDE, la novela traslúcida
SOLENOIDE
Mircea
Cărtărescu
Traducción
de Marian Ochoa de Eribe
Posfacio
de Marius Chivu
Editorial
Impedimenta,
2017
786
páginas
He
llegado hasta el final:
“Nos
quedaremos allí para siempre, a resguardo de las aterradoras
estrellas”.
Casi
ochocientas páginas donde sumergirse y bucear por las obsesiones,
los delirios, las “anomalías” del protagonista hasta llegar a
sentir el abismo, el vacío, e intentar distinguir las señales para
orientarnos. Deambular por Bucarest, la ciudad de la melancolía, y
por el subsuelo imaginario de edificios en ruinas, por los recovecos
de la mente desde donde se construye la realidad... Sí, parece
inabarcable y agotador. Las páginas apenas intentan contenerlo
todo, pero muchas veces durante la lectura, se desbordan y tienes que
parar de leer, dejarlo para más tarde. Y después, el libro te
reclama de nuevo, lees y te hipnotiza. ¿Dónde está el truco? ¿De
dónde emana su poder de atracción?
Es
uno de esos libros sobre los que resulta muy difícil, si no
imposible, explicar de qué va, cuáles son sus temas. Y es entonces
cuando pensamos en la novela como vía de conocimiento, como proceso
de indagación, de averiguación. Hagamos un intento.
En
primer lugar, merece un reconocimiento especial la excelente
traducción del rumano a cargo de Marian Ochoa de Eribe, porque es
muy difícil traducir a un autor con un estilo tan personal, tan
hipnótico, y que el lector sienta que está leyendo en la lengua
original. Y más cuando uno de los potenciales de la novela es la
fuerza del lenguaje, que oscila entre la lucidez extrema y el delirio
onírico.
El
libro (el manuscrito de un narrador sin nombre) se compone de
cincuenta y un capítulos, repartidos en cuatro partes de una
extensión similar, excepto la primera, que ocupa más páginas. El
protagonista es un joven poeta frustrado que escribe recuerdos sobre
su nacimiento, sobre episodios de su infancia y adolescencia, algunos
turbios como la estancia en un sanatorio para curar la tuberculosis,
o el estigma de un hermano gemelo fallecido al poco de nacer. Todos
los personajes, también los del presente, están faltos de
esperanza. Se trata de una interpelación al pasado desde la
nostalgia y la ironía.
Estos
recuerdos alternan con las descripciones realistas de su vida
cotidiana y anodina como profesor de Rumano en la Escuela General
número 86 en Bucarest, ciudad triste y melancólica, que se erige
como un personaje más, decadente y en ruinas. Compra una casa con
forma de barco, construida sobre un solenoide, una casa con docenas,
miles de estancias, y una habitación en la que duerme “entre
la cama y el techo, dando vueltas de un lado a otro como un nadador
en un agua perezosa y brillante.”
El
solenoide es el elemento que hace posible la huida a otras
dimensiones, no solo el que se encuentra bajo la casa, sino también
los otros cinco señalados en el plano de la ciudad con círculos
recortados. Y es que el cuaderno tiene además una existencia
nocturna. Contiene los fragmentos de recuerdos de experiencias
oníricas anotadas durante años. El propio Cărtărescu confirma en
una entrevista a El
País:
“Todos los sueños
que aparecen en el libro son sueños que he tenido. Y construyen un
cuerpo del que se desprende Solenoide”
Estos
últimos meses han aparecido muchas reseñas, la crítica ha sido
unánime, el libro aparece en todas las listas de éxitos editoriales
del 2017. De acuerdo en lo general: una novela excepcional, una obra
de arte, una experiencia desasosegante, un edificio narrativo capaz
de cambiarte tu vida de lector. Se mencionan diversas influencias,
ecos de Pynchon, Borges, y sobre todo están presentes las voces de
Kafka.
En
efecto, uno de los temas del libro es la escritura y su proceso, y
también la lectura, los escritores, nos habla de “los libros de la
soledad”, del “inútil vacío de la literatura”. Además, el
protagonista sin nombre construye una hipótesis sobre cómo hubiera
sido su vida si su poema “La caída” lo hubiera convertido en un
escritor de prestigio y no en un poeta fracasado. Existencialismo,
estética, metafísica, las diez páginas con la palabra “¡socorro!”
repetida hasta el infinito, la búsqueda de la salvación, un
manuscrito plagado de metáforas, de digresiones, de poesía,
diseñado como un plan de fuga, un plan de huida del mundo. El
resultado es todo Literatura.
En
Solenoide
podemos rastrear algunas pistas más otras voces, como la de Milan
Kundera (1929) y su obra El
telón, ensayo en siete partes (2005).
Es
una reflexión en torno a la novela como género literario capaz de
desgarrar por un instante el telón de prejuicios y
pre-interpretaciones con que desciframos no solo nuestra vida sino la
historia entera de la humanidad. En efecto, Solenoide
es una novela que piensa. Hemos apuntado que la originalidad de esta
obra radica en la fuerza del lenguaje, (magistralmente traducido,
insisto), tanto en los aspectos temáticos: la estrategia de la
huida, a búsqueda de la salvación, la literatura como plan de fuga;
como en los aspectos formales: sitúa a los personajes en un mundo
inverosímil, de ensoñaciones y experiencias oníricas y
alucinatorias. Vuelvo a Kundera y su teoría.
“Cuando el
novelista enfoca su objetivo sobre una problemática existencial, ya
no se impone como regla o necesidad la obligación de crear para el
lector un mundo verosímil.”
En efecto, Kundera apunta a Kafka como el primero en superar la
frontera de lo inverosímil y define las “novelas que piensan”,
como aquellas “donde
la reflexión (es difícil llamarla digresión) está sin cesar
presente, incluso cuando el novelista cuenta una acción o cuando
describe un rostro.”
Leer
Solenoide
es
una mirada hacia el interior de nosotros mismos y sentir el abismo en
que nos hallamos, el vacío, la melancolía.
“No
escribo para que esto lo lea alguien, sino para intentar comprender
qué me pasa (...) Al escribir sobre mi pasado, y sobre mis anomalías
y sobre mi
vida traslúcida,
a través de la cual se ve una arquitectura inmóvil, intento (...)
distinguir las señales, ordenarlas para poder comprender qué
dirección indican y encaminarme hacia allí.”
El
protagonista sin nombre es la voz narrativa que conduce al lector
hacia un viaje introspectivo. No lo lleva de la mano, no lo acompaña
ni lo guía, sino que lo agarra con fuerza, lo sacude, lo emociona,
lo deslumbra y lo reconcilia al fin con la Literatura.
He llegado a la página 100 y el estilo no me desagrada, me intriga, pero no llega a atraparme; ¿es todo el libro así?
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