"Una rosa para Emily". Un cuento de William Faulkner
EL ARTE
DE NARRAR

Su
originalidad radica tanto en aspectos técnicos: saltos en el tiempo,
narrador no omnisciente; como temáticos: la decadencia de una
familia sureña, la creación de un territorio de ficción propio,
cuya capital, Jefferson, es el escenario también de “Una rosa para
Emily”. A pesar de estar concebido en la primera época de su
carrera literaria, el cuento despliega una gran complicación
temática y técnica. Faulkner consideraba el cuento (the short
story) un género tan complicado y esencial como la poesía ya
que, debido a su brevedad, debe concentrar en un fugaz instante la
revelación de una trascendencia excepcional. “Una rosa para Emily”
es el resultado artístico de estas claves, donde el lector advierte
que a pesar del artificio técnico, paradójicamente el relato fluye
de manera natural y le atrapa hasta un final inquietante y siniestro.
En el desarrollo de la historia no se sigue un orden cronológico, el
narrador empieza a contar los hechos por el final, cuando la
protagonista acaba de morir. La retrospección que se plantea en el
inicio se cierra al final del capítulo V: la muerte y entierro de
Emily. Se dan sucesivos saltos en el tiempo, con rupturas en el orden
de los acontecimientos. Con escasas referencias cronológicas podemos
acotar la vida de la señorita Grierson en 74 años. Se insiste con
minuciosidad en la progresiva gradación cromática del cabello de
Emily, que pasa del blanco al gris mate y luego al gris plomizo. Esto
permite al lector ser testigo del devenir de un tiempo de cambio, de
transición a la modernidad que va desmoronando los cimientos de la
tradición sureña. Es precisamente esta temática la que lleva a
inscribir a Faulkner en la corriente literaria Renacimiento del
Sur, de la que formó parte, junto con Tenesse Williams, Peter
Taylor y Thomas Wolf, entre otros muchos autores.
El lector va de la mano de un narrador testigo, que se erige portavoz
en primera persona de toda la comunidad, que oye comentarios e
incluso presencia los hechos personalmente. Es uno de los
comisionados que entra en la vieja mansión de los Grierson a instar
a Emily a que pague los impuestos;
¿Cómo, si no estuviera presente,
sería capaz de describir que un tenue polvillo ascendió perezoso al abrir el criado la ventana, o que las motas
giraban lentas al sesgo del único rayo de luz?
Estamos ante un narrador que se mimetiza con el grupo con el uso del
pronombre /nosotros/, integrador de la comunidad, que se equivoca al
juzgar y al suponer y que nos confiesa un “ya sabíamos” que
precede a la descripción de la escena final. Esta instancia del
narrador no se queda solo en el uso discursivo de los deícticos sino
que implica toda una posición respecto a la historia contada. Se
trata de una focalización privilegiada, elige la percepción de todo
el pueblo y así, un punto de vista parcial que tiende pequeñas
trampas al lector para mantener desasosiego hasta el final, con el
efecto sorpresa.

Invitamos al lector a dejarse atrapar por la literatura en estado
puro, con el acercamiento a este clásico de Faulkner, publicado en
1931 por Cape and Smith en el volumen de cuentos Estos Trece.
Para referirnos a las fuentes del relato cabe señalar que “Una Rosa para Emily” está plagado de reminiscencias líricas plasmadas en detalles no menos relevantes como símbolos, imágenes, metáforas y un ritmo cargado en ocasiones de recurrencias. En la primera descripción de la protagonista, aparecen los símbolos del bastón
con empuñadura se oro, sin brillo (poder en decadencia) y el
reloj que cuelga de la cadena de oro y se esconde bajo el cinturón,
que se oye pero no se ve, como símbolo del paso del tiempo en la
región, de un tiempo dormido que ya no cuenta. Otro rasgo poético
es el hallazgo de la hebra de largos cabellos grises como
el plomo en la almohada, que cierra a modo de broche final la
escena macabra. Por la coincidencia temática del aislamiento y el
sentimiento de soledad de la protagonista, el relato conecta con el
género lírico: resuena el poema de Allan Poe “To Helen” y John
Keats con su famosa “Ode on a Grecian urn”. En ambas piezas los
personajes parecen anclados en un pasado opresivo y delirante.
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