Kafka contra la sumisión. "El castillo"

 

Franz Kafka, II. Entender el siglo XX

 10 de abril de 2024

Kafka contra la sumisión. El castillo

Andreu Jaume





En las novelas de Kafka su mundo conforma un todo orgánico y son una progresión en torno a una serie de motivos que va excavando en un mismo espacio: la exclusión, la culpa, la condena, la imposibilidad de acceder a la ley e incluso de entenderla o de combatirla.

       El castillo es la novela más larga y compleja de las tres, la que tiene más personajes y un desarrollo narrativo más complejo, está también inacabada. Pertenece al último gran periodo creativo de la vida de Kafka, determinado por la enfermedad. Se le diagnosticó tuberculosis en 1917 y se retiró para reposar, leer a Kierkegaard, pensar y escribir sus aforismos. Hay un juego especular entre el filósofo y él. En 1920 conoció a Milena, con la que tuvo una intensa relación epistolar. Empezó a escribir El castillo en 1922. Todo esto se puede rastrear en la novela, puesto que se da una correspondencia entre la biografía y la obra.

       Empezó a escribir la novela en primera persona y luego pasó a la tercera; a partir de una anécdota de usurpación de personalidad con un personaje, cuando en un hotel le toman el nombre de Josef K. Es una reacción contra el yo. Aflora un poder imaginativo que le obligaba a metaforizar su experiencia. Convierte a su protagonista en K. Son variaciones sobre el mismo personaje. La obra es la historia de este hombre que abandona su pueblo para irse a un castillo en otro lugar. Es el intento de K. de entrar en contacto con las autoridades del castillo. La obstinación es un rasgo de los personajes de Kafka, que siguen con su intención pase lo que pase. La autoridad suprema nunca aparece, pero está presente siempre. Transcurre entre las gentes del pueblo, básicamente en dos posadas, la del puente y la de los señores. K. espera a sus ayudantes pero se le asignan dos nuevos que no saben hacer nada. Es un agrimensor, un hombre de campo, que intenta llegar hasta la ley pero que en cada puerta se encuentra con un guardián cada vez más poderoso. También tiene la osadía de rebasar los límites, insiste en ser recibido por las autoridades del castillo y en cumplir con el contrato que dice le han prometido. El castillo es una construcción entre el cielo y la tierra, entre la vida y la muerte. Parece un castillo de cuento al principio, pero un día lo mira y lo ve como un montón de edificios amontonados. Hay un juego de ilusión y repulsión en la novela muy significativo.

       Mención aparte requieren las mujeres de la novela, que son muy importantes. Las mujeres son el Kafka siempre mensajeras de la vida y por ello, como la vida, le producen una mezcla de fascinación y terror. Destaca Frida, que se ha identificado con Milena. Parece haber fabulado en la novela todos sus demonios interiores, también los sexuales. Toda la burocracia afecta incluso a la privacidad, hacia la intimidad.

Cuando se le ofrece a K el puesto de bedel, pasará a jurisdicción del maestro de escuela, que no lo quiere como bedel, pero no tiene la autoridad suficiente para rechazarlo:

“Necesitamos un bedel tan poco como un agrimensor”.

Uno de los personajes femeninos más fascinantes es Amalia, la hermana del mensajero que se le asigna a K. Toda la familia se niega a la sumisión que exigen las autoridades. Amalia se niega a cumplir de forma tajante con las satisfacciones sexuales que por carta le pide el siniestro secretario. Se ha discutido mucho sobre la interpretación de Amalia, que se niega a satisfacer los designios de la autoridad y se niega a obedecer sin grandes aspavientos, no lo hace, no pasa nada. Crea un espacio de foco de luz de la novela, dice el narrador: “Amalia nunca se impacienta”.

       El castillo es una novela inconclusa, Kafka tenía pensado el final y se lo contó a Max Brod: K. en su lecho de muerte, recibe el mensaje de que puede llegar al castillo. El mensaje liberador llega ya cuando no sirve de nada. La novela es la metáfora perfecta del vaciamiento de la vida por nuestra sumisión a formas de poder de todo tipo: administrativas, patriarcales, ideológicas, religiosas, que convierten la vida en un sucedáneo.

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