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Novos. Encuentros en A Coruña II

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Definitivamente, Galicia me ha traído suerte, en el centro Ágora de A Coruña     Toño Angulo Daneri Se ha leído los dos primeros relatos y el primero le ha encantado, dice que es redondo. De Morir mañana  dice que le ha recordado una imagen y  cita un relato de Gabriel García Márquez  en el que una anciana cruza una plaza, dice que ocurre lo mismo que al taxista protagonista, Mario, que espera la muerte. Toño Angulo Daneri Dice, como la mayoría, aunque yo creo que no es así, que los editores huyen de los libros de relatos, que los publican después de publicar la novela, o bien a autores ya conocidos. Es jurado del concurso de la revista "Eñe" y me explica que se presentan muchos escritores y que han decidido bloquear a ganadores o finalistas durante tres años. Me recomienda volver a presentarme siempre y me garantiza que es uno de los premios más limpios que existen. No sé yo sí... Me da el nombre de algunas editoriales más especializadas en cuent

Crónica de Novos, en A Coruña. Parte I

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  Del diario, Cuaderno de los 50, me gustaría compartir algunos episodios del recorrido que he seguido hasta la publicación (inminente) del libro de relatos, Ciudad de Sombras. Autora en busca de editor/a. Parte 1. Es primavera y estoy en A Coruña, en el centro Ágora, donde se celebra el festival Novos, 2013. Se trata de una serie de entrevistas con  "personas influyentes" del mundo literario actual, para las que hemos sido seleccionados algunos autores de géneros diversos. Esta tarde tengo la primera de las entrevistas para convencer de la valía de Ciudad de sombras.  Es con la poetisa Graciela Baquero.   Sábado, 23 de marzo por la noche Ya he vuelto de la cita con Graciela, ha sido muy entrañable conmigo. Me ha animado a completar con tres cuentos más el libro. Recuerdo que envié tan solo el prólogo y, según ella, ha sido suficiente para que me convocaran puesto que dejaba con las ganas de leer algún cuento. Hemos hablado durante más de media hora de la l

La hora regalada

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  Hoy es domingo 27 de octubre, los relojes apenas estrenan minutos de invierno. Mi tren entra en la estación de Sants con algo de retraso, con la extrañeza del cambio horario, con la incertidumbre de si   llegaré a la hora señalada de hoy o de ayer, último día del horario de verano. Con veinticinco horas por delante, el día promete mucho futuro.   Llego a una ciudad todavía dormida y dispongo de tiempo suficiente para tomar un café y ojear mi columna semanal en El Universal . La sorpresa es que mi columna ha cambiado de firma. Mi columna no es una columna sino que es un artículo a doble página cuyo titular expresa la fulminante decisión de retirarme del “mundanal ruido”: El escritor Javier Talens clausura su trayectoria literaria . Un amplio artículo que habla sobre la inseguridad del creador ante su obra, según adquiere más experiencia, de la angustia ante el propio juicio y no tanto ante el juicio de los demás, (…) lo que realmente aterra al escritor   es la revelación

El clásico. Del fútbol y la literatura

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EL "CLÁSICO"     Esta tarde se juega el clásico, la ciudad enmudecerá en unas horas. Me pregunto desde cuándo se utiliza este adjetivo para nombrar un partido de fútbol entre máximos rivales. Puede que este tipo de encuentros pertenezca al canon de la tradición futbolística, y podamos encontrar en las librerías un ejemplar con los 1001 partidos que hay que ver (o jugar) antes morir . Me resulta inevitable establecer la comparación semántica con el concepto de clásico en la literatura. Desde tiempos muy antiguos viene la idea del canon de aquellas obras dignas de imitación, que comportan un valor permanente, perdurable en el tiempo y en la memoria. Más cercanas son las definiciones de Italo Calvino en Por qué leer a los clásicos. Paso por alto las más brillantes y las obvias, como aquella de que los clásicos son en realidad relecturas, o la que afirma que un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Me quedo para definir el clásico

En mitad de la carretera

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  Aquel pobre perro. En mitad de la carretera con la mirada perdida en un punto lejano.  No se movía. Tan solo de vez en cuando me olisqueaba los dedos, que conservaban el olor del arenque del almuerzo. Después me lamía las manos y volvía a su postura vigilante. La húmeda lengua suspendida temblaba al compás de su respiración.  Claro que ninguno de los dos quería estar allí, bajo el sol tórrido de agosto. Los dos teníamos sed y preguntas. Sin duda el perro, de estar solo, hubiera salido corriendo tras la camioneta de John hasta desfallecer. Volvería en una media hora, dijo. El almacén de los Forbes estaba a pocos Kilómetros, recogería la mercancía y haría el porte hasta la ciudad. Volveré en media hora, dijo John. En esta piedra junto al poste estarás bien, no te desvíes de la carretera, así te distinguiré.  Ninguno de los dos quería estar allí, sobre la luz oleosa del asfalto al atardecer.

De la utopía o el estilo literario

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La curiosidad por todo aquello que le inquieta ha llevado a Aarón Forner Martín, alumno de bachillerato, a elaborar un trabajo cuya idea principal es la utopía a lo largo de la historia. Platón y Thomas More con sendas teorías que ahora se le aparecen como una revelación: La República y Utopía . En esta última, la isla de More, una isla de felicidad, un lugar ideal y perfecto o el estado donde todos viven en armonía y todo es para el bien de todo el mundo . Creo que en este asunto la literatura tiene mucho que ver, creo que es la gran hacedora de utopías; ya sean interiores, en la mente del que lee, como colectivas, en grupos de minorías culturales. Así, si la realidad está constreñida por las leyes y normas que la rigen; la literatura carece de otros límites que no sean la propia imaginación o la re-creación de otros mundos u otras realidades. La literatura se presenta siempre como la otra cara de la realidad. Recuerdo ahora las palabras de Claudio Magris en Utopía y d

El dulce Benny

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El dulce Benny Aquella mañana Pablo abandonó muy temprano la casa. Su mujer pasó hasta el mediodía enfrascada en sus tareas domésticas y preparando la comida. Pero empezó a ponerse nerviosa cuando miró el reloj. Eran las tres de la tarde y Pablo no había regresado aún. No le había oído marchar por la mañana. Le resultó muy extraño sobre todo que no se hubiera llevado a Benny, el dulce suicida c avalier king Charles , bicolor fuego oscuro y blanco, con el que convivían desde hacía años. El perro dormía plácidamente a los pies de la cama, del lado de Pablo. Asustada, Carmen me llamó a mí y a varios amigos y familiares, pero nadie sabía nada de su marido.    Por fin, decidió llamar a la policía, hospitales y a otros lugares a los que solía acudir. Ni rastro. Tanto trajín despertó a Benny, e inexplicablemente, comenzó a gemir, a dar vueltas sobre Carmen para llamar su atención, ladraba con un extraño timbre que más parecía un llanto desesperado. "Hasta los ojillos se le nublar