"Yo soy Gabo. Gabito es mi hijo". La flor amarilla del prestidigitador.



Casa de América. Madrid 
Presentación del libro homenaje a Gabriel García Márquez:
La flor amarilla del prestidigitador
de Gustavo Tatis Guerra
Navona People


La Casa de América, en Madrid, fue el lugar elegido para la presentación del libro La flor amarilla del prestidigitador, del escritor y periodista colombiano Gustavo Tatis Guerra, quien tuvo la suerte de “departir”, de tratar con la familia de Gabriel García Márquez en Cartagena de Indias. 
"Siento gran admiración por él por la cercanía que tuvimos, con él y con su familia, por el hecho de que ambos nacimos en la misma región caribe y la cercanía de mis abuelos con sus padres".
La primera vez que llegó hasta él fue en 1980 cuando oyó el nombre de su abuela, Escolástica Flores, viuda de guerra, en boca del padre del escritor. Entonces él se presentó como su nieto y ahí empezó todo. El padre de García Márquez se presentó: “Yo soy Gabo. Gabito es mi hijo”. Otras ocasiones de encuentro con el escritor tuvieron lugar en 1982, cuando le llegó el Premio Nobel, y en 1992, cuando se citó con él en casa de la madre para hacerle una entrevista. Las dos fechas, casualmente, en jueves santo. García Márquez lo citó en casa de su madre, donde había mucho ruido y ajetreo, así que el encuentro tuvo lugar en la cocina, sin grabadora. La conversación duró casi cuatro horas y cuando Tatis llegó a su casa, la transcribió entera. Una vez publicada, García Márquez lo llamó y le dijo: “Te quedó bien”
Uno de los titulares que dio el escritor fue: “Yo no he salido todavía de mi infancia.”.
En la presentación del libro están sentados junto al autor, el prologuista y biógrafo de Gabo, Dasso Saldívar y el periodista y escritor, Juan Cruz. Este último interviene para corroborar que todo lo que ha contado Tatis del escritor colombiano es verdad. Apunta que cuando fue a Aracataca encontró todas las pruebas. Ahí estaban todos los rincones de sus libros, todos los escenarios. Cruz afirma que las cosas en literatura son verdad si parecen verdad. No hay nada en Gabo que no parezca verdad. Y cita unas palabras de García Márquez: “Todo lo que escribí es realidad. Lo que hago es transmutar poéticamente la realidad.” 
La realidad que él puso en Macondo existe en muchas partes. En este sentido Tatis subraya: “Era descifrador de sus realidades. Toda su obra es una metáfora de la familia, un homenaje a sus abuelos y a sus padres. Todo lo que va tocando lo convierte en oro de sus fabulaciones. Vecinos, familiares, conocidos, son convertidos todos en personajes.” Pero el autor de Cien años de soledad no era un embustero en el sentido tradicional. Construía unas verdades. Sus personajes eran derivaciones de personas que se han relacionado con él. “Toda su familia es parte de los Buendía. Úrsula Iguarán se parece mucho a su propia madre y la historia de los amores contrariados entre su padre y su madre están en El amor en los tiempos del cólera. La infancia de Gabriel García Márquez está llena de muertos (guerra, masacres,..) Él mismo es personaje en las últimas ochenta páginas de Cien años de soledad. Él intuía que iba a perder la memoria y acertó el orden en el que morirían sus amigos, porque en la novela, que le llevó veinte años, los personajes que los representan mueren en el mismo orden que en la realidad, como Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor o 'el sabio catalán' inspirado en el escritor Ramón Vinyes. 
Todo en Gabriel García Márquez tiene la resonancia de algo de lo que él fue testigo en su niñez. Nunca salió de la infancia.
Más información sobre el estilo de Gabriel García Márquez, o sobre la escena de Remedios, la Bella en La magia de lo cotidiano

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