Patricio Pron. Mañana tendremos otros nombres.


Entrega Premio Alfaguara de novela 2019
Patricio Pron, Mañana tendremos otras nombres
Casa América. Madrid.
21 de marzo




El anfiteatro de Casa América está engalanado para la entrega del XXII Premio Alfaguara de Novela, con presencia de medios, cámaras, y sospecho que deben de estar sentados por aquí otros rostros conocidos de editores, escritores y gentes del mundo editorial. Veo pasar a Karina Sainz Borgo, la autora de la exitosa La hija de la española. Entra Juan José Millás, baja la escalera con cuidado, lo veo algo más delgado. Detrás de él sale Patricio Pron, con su menuda silueta, muy delgado, y con peinado nuevo pero que mantiene el tupé engominado y una gran nariz pegada a las gafas de pasta. que le dan un aire de meme. Tras recibir el premio de manos de Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, (quien nos avanza una buena noticia, que el jurado del próximo Premio Alfaguara 2020 será el escritor Juan Villoro.) Patricio Pron cierra sus palabras de agradecimiento por el premio con una referencia a su nuevo corte de pelo y al peluquero: “Donald Trump desciende del helicóptero, así se llama este cabello que llevo”, bromea. 


Pero es el presidente del jurado que otorgó este premio, Juan José Millás, quien abre la presentación haciendo una breve introducción a la novela: “Es un mapeo sentimental de una sociedad neurótica, una nueva forma de entender el amor.” El propio Pron apunta que: “Estamos en el primer momento histórico en el que se puede borrar a una persona de tu vida con el simple gesto de un dedo”, en referencia a las aplicaciones para ligar. Señala Millás que la novela es la historia de una relación sentimental entre dos personas anónimas, de las que no conocemos su nombre, Él y Ella, que muestran las constelaciones particulares de cada uno y que arranca de un suceso peculiar: un pájaro se cuela por una ventana, revolotea, se golpea y muere. Este es el suceso que dispara todo, dispara la separación. Utiliza Millás la imagen de las bolas de billar para hablar de la táctica y el puro azar con el que se mueven los personajes. Hay unas líneas trazadas bajo la trama. “Los protagonistas tienen algo de replicantes de Blade Runner, saben muy poco de sí mismos, pero todavía no han perdido la consciencia de quiénes son e intentan explicarse el mundo. Y eso nos pasa a nosotros”. Ellos no saben mucho de sí mismos, sus vidas parecen dominadas por un ser superior, están determinadas por algo que no acabamos de comprender. Intentan explicarse y explicar el mundo. Y el escritor apunta una de las referencias de esta novela, dice que le recuerda al personaje de Camus de La caída, que no sabe muy bien qué hace ahí.

Siempre es un lujo escuchar a Juan José Millás hablar de literatura, porque él siempre tiene una explicación del mundo. Y hoy nos ha dado la receta para una buena novela: debe contener dos elementos: peripecia narrativa y aparato reflexivo, que puede ser explícito o no. Sin la reflexión, nos quedamos en el puro entretenimiento. Afirma que en Mañana tendremos otros nombres, ambas están muy bien entrelazadas. Millás habla de lo que él califica de “textura de página”, una metáfora que le sirvió para captar la calidad del texto. “Hay una cosa que llamamos la textura de página, que es como cuando un experto en tejidos toca uno y sabe si es bueno. La textura de página de esta novela no era buena, era sorprendente”.
Patricio Pron habla del germen de la historia, que lo encontró en el metro de Madrid, al darse cuenta de que las personas que tenía a su alrededor estaban jugando con aplicaciones para encontrar posibles parejas. “Nunca fue tan fácil conocer a personas y conocerlas de manera íntima, pero nunca antes las personas se han sentido más solas”, afirma Pron. La novela es un retrato de la soledad y de lo que supone la necesidad del otro. Aborda las reglas del amor, pero aborda otros asuntos; así, reflexiona sobre la comunidad, sobre las nuevas modas de seducción, sobre la precariedad laboral, sobre la incertidumbre, sobre el vivir en una especie de provisionalidad. Añade Patricio Pron que se nos exige reformular nuestro proyecto de vida una y otra vez. “Mis personajes se otorgan la licencia de pensar sobre estas cuestiones: sobre quiénes son y quiénes querrían ser. Las claves de antes no les funcionan demasiado bien. Y al final, cada uno encuentra en el otro algo que no sabía que estaba ahí. 
Se trata del descubrimiento del otro." 

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