Los niños tontos (2). Sobre los cuentos
Ana María Matute dice: «Resulta obvio insistir en el hecho de que toda mi generación creció marcada por la guerra española del 36», y define su generación como la de «los niños asombrados».
Los temas de los cuentos de Ana María Matute: la niñez, conflictos entre jóvenes y adultos, marginación, prejuicios, crueldad, muerte, anhelos,... son tales que pueden emocionar por su interés humano.
«El cuento debe reunir tres indispensables condiciones: ser breve, redondo y jugoso como una naranja».
Los cuentos de Matute son redondos, están terminados en el sentido de que es raro que el destino de sus protagonistas sea inseguro.
Los niños tontos (1956) es un conjunto de veintiún cuentos de corta extensión. El adjetivo “tontos” está destinado a los niños mejores, a los distintos o a los destinados precozmente al sufrimiento o a la crueldad. El tema central es la muerte desde una variante positiva y no traumática. Aparece muchas veces como tránsito a la inmortalidad, sin dolor y sin ser mencionada.
1. "La niña fea"
Voz narrativa en tercera persona que abre el cuento con una descripción de la protagonista: “tenía la cara oscura y los ojos como endrinas.” Cada día va a la escuela pero las niñas no quieren jugar con ella. Es rechazada por el color oscuro de su cara y la condenan a la soledad. En cambio, se siente acompañada por los elementos de la naturaleza: las flores, los insectos, la tierra y el sol. La tierra la llama y los atributos del final nos hacen pensar en que ha muerto. El color actúa como elemento compensador.
Temas: crueldad y discriminación. Color negro como motivo de desprecio.
2. "El niño que era amigo del demonio"
El niño protagonista se compadece del demonio, la figura más temida y despreciada por la tradición cristiana, y decide hacerse su amigo. La madre lo humilla, lo llama “niño tonto”. No entiende la lógica de la infancia y no intenta comprender en ningún momento. El niño sabe que su amistad y cariño hacia él se verá recompensada con el cielo.
Tema: la compasión.
3. "Polvo de carbón"
La imaginación de la niña entra en conflicto con la realidad, hasta causar su muerte. Intenta perseguir su fantasía (una niña carbonera que intenta lavarse con la luna y acaba ahogándose. La niña de la carbonería, como el ambiente en el que vive, está impregnada de carbón por fuera, pero también por dentro. Esa ‘boca tonta’ por la que entra el polvo de carbón implica que sus pulmones están llenos de él, es decir, está intoxicada, enferma, por vivir en esas condiciones. Finalmente, la niña no resiste y la muerte materializada en la luz de la luna, símbolo de lo femenino y lo maternal, va a buscarla. Una vez más, se emplea la imagen del espejo como vía de acceso a otro estado, representado por el reflejo de la luna blanca en la pila de agua, lugar donde normalmente se reflejan las caras negras de los carboneros. El anhelo imposible de la niña se refleja en los paralelismos: Si yo pudiera... Si yo pudiera...
Color negro como motivo de desprecio.
4. "El negrito de los ojos azules"
Al niño negrito de ojos azules todo el mundo lo llama “tonto” porque no llora, Lo dejan en un cesto y un gato le saca los ojos. Después “todos lo olvidaron”. Cuando va creciendo toma conciencia de su situación. Se libera del cesto y va en busca de sus ojos adentrándose en la naturaleza. El niño se sirve de los sentidos del tacto, el gusto, olfato, el oído...Todos, menos la vista, porque no tiene ojos. Aparece la sinestesia (fusión de dos sentidos) como: «bebiendo música»; «Azules, como chocar de jarros, el silbido del tren, el frío», para introducirnos en la añoranza del niño ciego, que se sentó en el suelo a esperar. Se encuentra con dos gitanas, pero son los animales los que se compadecen de él. Es el perro el que lo “esconde”, una vez muerto, para que nadie lo encuentre. Al llegar la primavera, se produce una metamorfosis parcial: los ojos azules se han convertido en dos flores silvestres de color azul.
5. "El año que no llegó"
El primer cumpleaños del niño escapó por un agujero abierto en una luz distinta a todo, símbolo de la muerte feliz. El niño, maravillado, extiende los brazos para recibirla, repitiendo: «Voy a cumplir un año, esta noche, a las diez». Pero el proceso del crecimiento encuentra dos obstáculos: los pesos que tiene sujetos a sus pies, que le impiden andar y los vencejos, cuyos gritos agujerean la corteza de la luz del cielo. Destaca la metáfora «saquitos de arena dorada» en la que la luz señala al niño como predestinado para la eternidad.
6. "El incendio"
El protagonista está abrumado por tanto destello y tanta blancura. El niño sabe manejar con tanta pericia sus lápices de colores, que al aplicar su fiebre cromática a la casa que pinta, esta deberá arder, literalmente, incapaz de atesorar tanto destello ni de resistir la magia pintora. Destaca el cromatismo del relato con asociaciones del color con los símbolos: rojo, naranja y amarillo son colores calientes que provocan el fuego. El azul neutraliza, la dualidad blanco y negro simbolizan lo positivo y lo negativo. El verde es el color de los postigos y ventanas. El final, una hermosa lluvia de ceniza lo abrasó, es un final feliz, ya que el niño se consume en su propia pasión: la pintura.
7. "El hijo de la lavandera"
Temas: Crueldad y discriminación. Desde el principio se destaca la crueldad de los niños del administrador frente a un niño raquítico, que siempre ayudaba a su madre llevándole el balde lleno de ropa recién lavada. La voz narradora, que ahora adopta el lenguaje de los niños enemigos, usa aumentativos despectivos; por ejemplo: cabeza-cabezón-cabezota, monda lironda cabezorra; palabras compuestas: melón-cepillo, cabeza-sandia; el adjetivo idiota referido a cabeza, todas con aspecto despreciativo. El adjetivo “gorda” se sustantiviza para denominar a la madre y ridiculizarla.
El único caso de compasión es cuando se utiliza la comparación «parecían dos estaquitas secas», reforzada por el diminutivo cariñoso, referido a las piernas.
El odio almacenado por los chicos se descarga contra este niño indefenso al que apedrean (puede ser que hasta la muerte) «allí donde el beso», giro coloquial: en el lugar de la cabeza donde su madre lo besó cuando lo lavaba.
8. "El árbol"
La imaginación entra en conflicto con la realidad hasta causar la muerte. Todos los días, al regresar el niño de la escuela, miraba por las ventanas de un palacio y se quedaba absorto largo rato en la contemplación de un árbol fantásticamente plantado en la sala, hasta convertirse esta visión en una obsesión creciente, que desembocó en fiebre, y la fiebre condujo a la muerte, representada simbólicamente por la noche. Noche que, como en los místicos, apunta a dos campos opuestos: oscuridad sensible y claridad espiritual.
Vemos finalmente al niño perdiéndose en las ramas del prodigio, sin escuchar ya las palabras «no importa, niño, no importa»que su madre pronunciaba siempre para intentar disuadirle de su alucinación.
9. "El niño que encontró un violín en el granero"
Es el cuento más extenso. Este cuento trata de nuevo el tema de la voz perdida. Sorprende que el cabello del protagonista se curve como virutas de madera; pero esta metáfora hará comprender el argumento. Zum-Zum se alejaba de todo y de todos, parece dominado por la pereza, pero lo que realmente le interesa es el violín, que tiene las cuerdas rotas. El cuervo es su enemigo y le desprecia, pues lo considera un inútil. El perro y el caballo conocen el final de Zum-Zum; cuando su hermano toca el violín suena una música terrible, las muchachas reconocen en ella la voz de Zum-Zum, el pobre niño tonto. Sus labios cerrados, como una pequeña concha, cerrada y dura, anticipan la muerte del niño, quien prefiere morir para que el violín recobre su voz. El niño levanta los brazos y se transfigura, como un pequeño dios, cuando todos sus dedos brillan con el sol. Bajo la risa perversa del cuervo, los chicos, que no entendían nada, creen que el niño muerto es un muñeco. El perro lo recogió y se aleja del absurdo y tonto baile de la granja. Solo el perro y el caballo saben la naturaleza de Zum-Zum: es la voz del violín.
10. "El escaparate de la pastelería"
La incomprensión. No comprenden que las necesidades del niño van más allá de comer, pues prefiere morir a vivir sin amor y cariño familiar. Este cuento, cuyo protagonista es un niño pobre que sueña todas las noches con comer pasteles, hace una crítica clara a la falsa caridad.
El niño tonto iba siempre acompañado de un perro hambriento, tan delgado, que es un «perro de perfil». Una noche, el niño, sonámbulo, llega hasta el escaparate, pero, naturalmente, está cerrado y tiene que volver a su choza. Al día siguiente, una mujer le lleva unos garbanzos que le habían sobrado, pero el niño los rechaza diciendo que no tiene hambre. La mujer, escandalizada y ofendida, cuenta a todo el mundo lo «desagradecido» que, según ella, es el niño. Solo el perro flaco se compadece del niño y le lleva un trozo de escarcha, que a modo de caramelo chupará durante toda la mañana, sin hacerle olvidar las verdaderas golosinas.
Crítica a la falsa caridad
11. "El otro niño"
Este niño es completamente distinto a todos, un niño que no se metía en el río, ni buscaba nidos. No juega ni hace travesuras. Nadie le ha visto hasta que un día aparece en la escuela de a señorita Leocadia.
Hay un signo de indicio que son los dos dedos de la mano derecha unidos, en actitud de bendecir, que hace comprender a la señorita Leocadia que es el niño del altar, que ha dejado la iglesia para ir a la escuela. Se trata del Niño Jesús.
12. "La niña que no estaba en ninguna parte"
Pérdida de la inocencia. Llega a la edad adulta. La tapa de la caja es un signo de indicio de que la muñeca está muerta, nos presenta simbólicamente la muerte de la infancia.
La niña no está porque no ha conservado la niñez, se ha convertido en una mujer horrible, de cara amarilla y arrugada, que se mira la lengua como haciendo burla, mientras se ponía rulos en el pelo.
13. "El tiovivo"
En el escenario colorido y animado de la feria, la autora nos presenta a un niño pobre que no puede participar en las diversiones de los otros. El niño mantiene su mirada gacha, como barriendo el suelo en busca de una moneda perdida que le permita subir al tiovivo:
Un día, sin embargo, encuentra una hermosa chapa de cerveza, y como en la infancia todo lo que brilla es oro, acude presuroso a comprar todas las vueltas del tiovivo. Aunque el tiovivo estaba inmóvil y una lona lo protegía de la lluvia, él monta en un resplandeciente caballo de oro (color que simboliza la muerte feliz).
La elipsis de la muerte se materializa en una vuelta inacabable. El grito del niño «Qué hermoso es no ir a ninguna parte» patentiza la perduración de una conciencia lúcida tras la muerte, al tiempo que el logro de todos los anhelos lúdicos.
14. "El niño que no sabía jugar"
Crueldad por parte del protagonista que arranca la cabeza a los animales. Presenta a un chico al que ‘los juguetes de colores chillones, la pelota, tan redonda, y los camiones, con sus ruedecillas, no le gustaban’ . A la madre le desconcierta la conducta anómala de su hijo; por el contrario, el padre afirma ‘con alegría: “no sabe jugar […]. Es un niño que piensa” ’. Un día, la madre, preocupada, decide seguirlo a escondidas y descubre que el niño pasa sus horas matando insectos.
Para el chico los juguetes carecen de sentido porque han anulado su imaginación, de modo que imita lo que ha vivido: ni juegos de pelota ni camiones, solo gente grande controlando, cercenando las mentes de seres pequeños; el fuerte dominando al débil.
La madre, cuya preocupación ha sido desautorizada por su marido, solo puede vigilar de lejos, mientras el padre aplaude la inquietante conducta del chico.
15. "El corderillo pascual"
Otro niño diferente, por su gordura, recibe el mejor regalo de su vida: un corderito, que lo mira con el cariño que nadie le había tenido nunca. Llegó la primavera y el niño gordo disfrutaba con su corderillo pascual, su único amigo, que no se burlaba de él como los otros niños.
Llegó el día de Pascua y al sentarse a la mesa vio la avaricia y la falta de escrúpulos de su padre presentadas de forma expresionista en sus dientes voraces. El niño gordo temía una gran desgracia: sobre la mesa de la cocina encontró la cabeza de su amigo, que todavía mantenía su mirada de cariño. El mundo adulto es el que choca con la inocencia infantil, cuando el padre guisa al mejor amigo del hijo, un corderito.
16. "El niño del cazador"
El niño del cazador, que asistía siempre con curiosidad y envidia a las cacerías que organizaba su padre, soñaba constantemente con protagonizar, él también, la conocida aventura de la caza. Una noche consigue apoderarse de la escopeta de su padre y se encamina al monte, dispuesto a conseguir su propósito. Apuntando a la cima de los árboles hace su descarga; pero su inexperiencia en el manejo del arma, le convierte en víctima de su propio disparo.
Poco antes de morir desfilan ante sus ojos atónitos, en ronda delirante, todos los colores que crea la noche, el dolor, el ansia y el espanto. En la confusión de la premuerte, el niño cree haber dado caza a las aves que con tanta ansiedad perseguía. La enumeración caótica pone de manifiesto el estupor del niño y la conmoción que sacude la naturaleza entera.
17. "La sed y el niño"
La sed es el indispensable puente emocional que hace posible la transformación del niño en fuente. El cuento presenta tres momentos típicos, bien delimitados: en el primero, tiene lugar la identificación sentimental entre sujeto y objeto. El niño acudía todas las tardes a la fuente, para paladear su frescor jubiloso.
En el segundo momento se produce la ruptura: los hombres desvían un día el caudal de las aguas, y el caño del surtidor, como un ojo apagado, es un islote de silencio y pesar que hace estallar la indignación infantil. A partir de este instante el niño se comporta como el enamorado al que han separado del objeto de su amor: se niega a beber, y su ser se convierte en un montoncito de ceniza y sed, que el viento esparce por la tierra. En el tercer momento el alma del niño se encarna en la fuente ilimitada, tenazmente melodiosa, que lleva su mensaje de frescura hasta el océano.
18. "El niño al que se le murió el amigo"
(Análisis de Ángel Zapata)
(Análisis de Ángel Zapata)
El título del cuento deja ver que una parte de la identidad del niño se ha perdido también con el amigo ausente. El amigo no solo se ha muerto. Se /LE/ ha muerto al protagonista.
Está contado por un narrador equisciente, desde la conciencia del protagonista. El narrador está ubicado en el interior del niño. Sabe tanto como el personaje protagonista.
Pérdida de la inocencia. Llega a la edad adulta. El dolor transforma al chico en adulto. Desde la ausencia del amigo muerto, la historia nos conduce a la sustitución: los juguetes, que más tarde serán sustituidos por el traje de hombre. La brusca transición tiene como consecuencia la insensibilización emocional del protagonista. De ahí la insistencia en las necesidades primarias del cuerpo (sed, sueño, hambre), y la ruptura con cualquier vínculo sentimental, materializada en la destrucción de los juguetes. La madre, sin embargo, parece celebrar ese cambio con la compra del traje, como si el éxito de la educación infantil fuera precisamente no ser niño.
19. "El jorobado"
Es el cuento más breve.El niño que también era distinto (era jorobado) estaba muy triste porque su padre no le dejaba actuar en su guiñol. El padre se avergonzaba de él, lo escondía para que no lo viesen y, para acallar su mala conciencia, le compraba buena comida y juguetes caros. El jorobado sueña con llevar una capa roja con cascabeles, que luciría mucho sobre su joroba, y dar con una estaca a los títeres.
En estas pocas líneas pugnan la amargura del padre y la insatisfacción del niño, y no se da cuenta de que no puede realizar su sueño, porque él no es un muñeco de guiñol.
La incomprensión viene por parte del padre que oculta a su hijo, el cual tiene una malformación física, en lugar de dejar que se relacione con los demás.
20. "El niño de los hornos"
Observemos los signos de indicio: el recién nacido parece un conejillo despellejado, y además, llora. Su hermanito ve la espalda de todos inclinados sobre el niño, y sobre todo, la del padre, que se convierte en símbolo de desamor cuando este le pega por querer tocar al recién nacido.
Al sentirse rechazado, el niño realiza un acto de locura: cuando todos dormían coge al niño y lo mete dentro del horno encendido: debemos fijarnos cómo al final la narradora habla de hermano convertido en conejo despellejado, mientras que al principio el hermano era «como» un conejillo despellejado. Es decir, al principio no se pone en duda la condición humana del niño, mientras que al final, se nos presenta solo como animal, quizá para atenuar el horror.
21. "Mar"
El protagonista del cuento es un niño enfermizo y sensible, al que el médico le receta una cura de mar. Los familiares hacen rápidos preparativos de viaje y el niño, que nunca ha visto el mar, se dedica a inventarlo. Cuando el niño descubre el mar, experimenta una profunda decepción que le lleva a avergonzarse de sus ensueños y de su ingenuidad: el mar real no se corresponde en absoluto con el imaginado.
Venciendo su timidez se dirige a la orilla, para comprobar hasta dónde le llega el agua. Guiado por su curiosidad, va adentrándose en el mar, que inesperadamente, va creciendo hasta ahogarlo Los familiares, que no pueden entrever siquiera algo del prodigio realizado ante sus ojos, lloran desconsoladamente por la muerte del niño.
El niño es el personaje activo que busca y encuentra el misterioso paraíso. El mar es el personaje pasivo que atrae imaginativamente la atención infantil y premia la inocencia del niño con la inmortalidad eterna.
Los familiares actúan en el cuento como un coro de incomprensión que, al carecer de toda fantasía, no se dan cuenta de que algo maravilloso ha tenido lugar cerca de ellos. Finalmente, el médico es un personaje fugaz, cuya misión es poner en contacto, mediante el diagnóstico profesional, al niño con su salvación. También la enfermedad es un pretexto temático que tiene como función poner en marcha la fantasía infantil. La imaginación del niño entra en conflicto con la realidad, hasta causar su muerte. Intenta perseguir su fantasía: un niño que busca el sonido del mar y acaba ahogándose.
BIBLIOGRAFÍA
LOS NIÑOS TONTOS. ANA MARIA MATUTE , 2016.
Editorial DESTINO (AUSTRAL EDUCACIÓN)
ISBN: 9788423351121
LOS NIÑOS TONTOS. ANA MARIA MATUTE , 2016.
EDICIONES CÁTEDRA. Colección: Cátedra base
ISBN: 978-84-376-3571-2
EL VACÍO Y EL CENTRO.ÁNGEL ZAPATA, 2002
Ediciones y talleres de escritura creativa Fuentetaja
ISBN:978-84-95079695
¡¡Quiero agradecer a las personas que hacen el gran trabajo de analizar y "sacar todo el jugo" a los cuentos y libros!! GRAN TRABAJO
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