“La marcha Radetzky”, de Joseph Roth,




 Novela y guerra. 10 de marzo 2020.
La marcha Radetzky, de Joseph Roth.
Andreu Jaume.



Alba Editorial
Andreu Jaume presenta La marcha Radetzky, del autor austríaco Joseph Roth, como una novela que se dirige hacia una guerra, una barbarie. Dibuja el panorama de la I Guerra Mundial y narra la desintegración del imperio austrohúngaro y la aniquilación que supuso de una forma de ver el mundo. publicada en 1932, prefigura además la catástrofe de la II Guerra Mundial.
         Joseph Roth pertenece a esa estirpe de escritores judíos asimilados (como Walter Benjamin, Stefan Zweig o George Steiner), integrados por completo a la cultura europea y que, tras el Holocausto, de pronto sintieron la desaparición de la patria y tuvieron que emigrar. Quedó un gran vacío en Europa, aunque Steiner afirmó que no abandonaría Europa para no darle la razón a Hitler. Así, Joseph Roth encarna la tragedia del apátrida. Trabajó como corresponsal de guerra y llegó a ser el periodista mejor pagado. En 1926 viajó a Rusia, de donde regresó muy decepcionado, descubrió un mundo sin vida, gris y dominado por una nueva casta. Tras la desilusión, Roth quiso volver a sus raíces judías, pero descubrió que esa tradición le quedaba muy lejana. Se convirtió al catolicismo y vivió sus últimos años en París (1934-39) dedicado a beber compulsivamente y a escribir novelas breves.
         El éxito como novelista de Joseph Roth le llegó con La marcha Radetzky, cuyo título hace referencia a la composición de Johann Strauss (padre), de 1848. Esta melodía (popular en el concierto de Año Nuevo) es la música que refleja el esplendor imperial. Suena algo pueril pero con apariencia de alegría y hermandad. La novela narra el declive de la monarquía austrohúngara y del último emperador, Francisco José I de Austria, con la atmósfera de melancolía que embargó el fin de la dinastía y la cultura vienesa a finales del XIX. Refleja la desintegración del imperio a través de la historia de la familia Trotta, desde 1859, año en que tiene lugar la batalla de Solferino, hasta 1916, año de la muerte del último emperador de Austria. La novela narra las vicisitudes de tres generaciones de los Trotta, abuelo, padre y nieto. Así, Roth va a reflejar también un cambio generacional.
         En la batalla de Solferino, el entonces joven subteniente Trotta queda herido por salvar la vida del Emperador al interponerse entre él y un francotirador y este, en agradecimiento, le otorga el título de barón y se convierte en el héroe de Solferino. Así la familia llega a alcanzar la nobleza. El suceso se va mitificando en los libros de Historia y es manipulado como si fuese una leyenda hasta el punto en que el propio protagonista, al verla reflejada en los libros de su hijo, monta en cólera y empieza a cursar denuncias para exigir una rectificación. Todos le dicen: “Déjelo estar.” Tras esta decepción, empieza a sentir cierto extrañamiento de ese imperio y decide apartarse del ejército e insta a su hijo a hacerse funcionario. La anécdota de Solferino acaba desapareciendo de los libros y se pierde la noción del enriquecimiento y la nobleza de la familia Trotta. Pero el segundo barón Trotta sí que apoyará a su hijo, Carl Joseph Trotta, en la decisión de hacerse militar, y lo ve convertido en subteniente, como su abuelo. La novela trata también de las relaciones entre padres e hijos, de la incapacidad de comunicación entre ambos, expresada en los silencios y en los besos y abrazos que no llegan a darse nunca. Carl Joseph encarna el aburrimiento. No es fuerte ni valiente como su abuelo y no tiene iniciativa propia. No tiene capacidad para tomar decisiones, aunque conoce el amor, la amistad y la muerte está muy presente en su destino. Así, se crea una atmósfera de destemplamiento, de frialdad. 

Se espera una guerra que no acaba nunca de llegar, el Imperio se prepara para protegerse y atacar, parece en tensión por una guerra inminente pero que no se llega a manifestar. Y mientras, Carl Joseph Trotta, se dedica al juego, a la bebida y a las aventuras amorosas. Aparecen los síntomas de la desintegración, los habitantes del Imperio van sufriendo un raro extrañamiento y se ve llegar el final. Trotta oye un campanario de la ciudad. “Es por la guerra.” Era su guerra, para la que se habían estado preparando, pero Carl Joseph muere cuando le alcanza una bala de manera accidental y no con una muerte heroica.






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