"Guerra y paz", de Lev Tolstoi




Novela y guerra. 3 de marzo 2020.
Guerra y paz, de Lev Tolstoi.

Ricardo San Vicente.




Vuelvo a las clases de l´Institut d´Humanitats, me dirijo hacia el Aula 1 del CCCB en esta tarde de viento fisgón que se cuela conmigo por las escaleras. Primera sesión del curso “Novela y guerra”. Reaparece Andreu Jaume para hacer los honores de la presentación y un elogio del curso y los ponentes. Hoy es Ricardo San Vicente. La propuesta es examinar cómo algunos de los mejores novelistas modernos han recreado diversas guerras. 

Ricardo San Vicente, profesor de literatura rusa en la Facultad de Filología de la UB, ensayista y traductor, abre la ponencia con una frase que nos despierta de repente. Dice que frente a la histeria del miedo, el humor es el mejor remedio. Se refiere, claro está, a las noticias sobre la escalada del coronavirus, y señala que, aunque en Tolstoi no hallaremos demasiado humor, la Literatura siempre nos puede ayudar a desconectar. La guerra está presente y también la literatura. Tras un anuncio de las esperadas nuevas traducciones de Guerra y Paz, el ponente entra de lleno en el autor y la obra. 

Lev Tolstoi (1828-1910) estudió lenguas orientales en la universidad de Kazán. La ausencia de los padres le obliga a ser muy reflexivo. Es un aristócrata que piensa que tiene que dar lo mejor de sí mismo. En 1851 se incorporó a un regimiento de artillería del Cáucaso y participó en la guerra de Crimea. Dedicado a sus posesiones en las estepas del Volga como terrateniente y administrador, se casa y forma una familia numerosa. Es entonces cuando empieza a escribir Guerra y paz y tarda siete años en acabarla. 

La novela se inicia con la idea de que había que mirar atrás para ver el retorno de los decabristas (nobleza revolucionaria que pretendía crear una nueva Rusia. Para hablar de 1825 había que mirar hacia 1805 (título provisional de la novela) para entender la formación de estos nobles. La obra está construida desde los recuerdos, las memorias y archivos de sus antepasados, dos grandes familias, con sus archivos históricos correspondientes. La preocupación por el sentido de la historia está presente, aunque quedan relegadas a los apéndices. A la pregunta de ¿quién hace la historia?, responde que la hace todo el mundo, incluso aquellos que no hacen nada. 

   Guerra y paz es una obra muy compleja, con varios temas, con un afable príncipe Pierre Bezújov, con la narración de batallas, con la imagen de Napoleón que se tenía en Rusia, con dos sagas familiares. Toda la reflexión moral del autor pasa por el personaje. 

Los lectores vivían la realidad de aquel mundo según la novela de Tolstoi. La información que transmite la novela está llena de verdad. Dice Nabokov en su Curso de literatura rusa

“no es de extrañar que, a la hora del té, los rusos de cierta edad hablen de los personajes de Tolstoi como si se tratara de personas que realmente hubieran existido, personas a quienes se puede comparar con los amigos, personas a las que ven con tanta vividez como si hubieran estado bailando con Kitty y Ana en los salones de baile, o cenando con Oblonski en su restaurante favorito.”

Ricardo San Vicente cierra su ponencia con la lectura de algunos pasajes y episodios sueltos. Y termina con la afirmación de que la obra de Tolstoi inspira siempre cierta luminosidad. Aunque la muerte está tan presente, el lector vive la sensación de que está leyendo una obra luminosa. 




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