David Foster Wallace, El rey pálido
DFW
El
rey pálido (2011)
Novelas
del siglo XXI
CCCB
Confiesa
Sam Abrams, con su tono pausado y melódico, que comentar esta novela
le supone un gran reto. Y es que estamos ante la obra póstuma e
inacabada de David Foster Wallace. Para Eduardo Lago, El
rey pálido
“es una parábola escalofriante del capitalismo tardío en la era
de la información. Con ecos de Pynchon y Bartleby, Wallace revive
desde el futuro el terror vislumbrado por Melville.” Y Abrams no
duda ni un segundo en calificarla como una obra de arte.
Pero
lo del reto pasa por la necesidad de deshacer los mitos que se han
construido alrededor de la figura de David Foster Wallace (1962-2008)
y que han ayudado a levantar una verdadera industria editorial sobre
su obra y su vida. El primero de los mitos es su propia muerte, con
la aureola póstuma que rodea el suicidio del autor, víctima de una
depresión crónica. La segunda idea preconcebida sobre DFW es la
etiqueta de autor posmoderno que se le atribuye. Es considerado uno
de los autores más emblemáticos de esta estética de fin de siglo
XX, la posmodernidad. Señala Sam Abrams, muy acertadamente, que es
preciso separar todo esto de los textos “para ver claro”.
La
obra de D. F. Wallace abarca la narrativa, con títulos como el que
nos ocupa o la anterior (también calificada de obra maestra), La
broma infinita (1996),
o sus colecciones de relatos, microcuentos, o novela breve. Pero
además cultivó el ensayo, fruto de su brillante carrera intelectual
desde sus tiempos de estudiante de filosofía pura. Su formación
aúna una doble tradición: el pensamiento y la literatura. Pensaba
que la segunda había tomado el relevo a la Filosofía en la voluntad
de mirar y ordenar la vida y la realidad.
Para
el escritor, la ficción trata de cómo el ser humano puede llevar
una vida digna. Son valores morales. La literatura nos ayuda a estar
menos solos por dentro. Es un ejercicio humano que consiste en cómo
cada uno de nosotros gestiona toda su vida, y esto va contra la
estética posmoderna que entiende la literatura como puro juego.
La
broma infinita
(1996) habla de la cultura de la distracción, como vorágine que nos
aparta de la vida y nos narcotiza. El punto de partida en DFW es
siempre la realidad observable. En El
rey pálido
opta por una mayor contención. Es más serena, menos opaca, más
directa. El título hace referencia al mote de uno de los jefes de la
oficina de Hacienda. El punto de vista narrativo se sitúa en una
especie de doble del mismo autor, que finge escribir unas falsas
memorias, una mirada al pasado porque se ha producido una fractura en
su vida profesional. Es un autorretrato irónico de un escritor que
acaba en esa oficina por falta de talento. Es una sociedad sumida en
la monotonía y en el aburrimiento. El neoliberalismo se impone y la
tónica es la opacidad. El marco ideal es aquí la oficina de de la
hacienda pública, con personajes que se mueven por su interior de
entramados. Es una novela llena de meandros para romper la idea de
aburrimiento y de tedio. Así, aparecen numerosas historias
adyacentes, secuencias independientes (como la del niño que se besa
todas las partes del cuerpo), y otras que forman parte de un todo. La
novela no acaba nunca, porque Wallace huye siempre de los finales
redondos o forzosos que se apartan de la realidad.
En
cuanto al estilo, estamos frente a una novela intencionadamente
aburrida. El lector debe experimentar esa sensación por voluntad
estética. Es una obra maximalista, compleja, muy detallista, con un
desorden estructural intencionado (el prefacio aparece en el capítulo
9), una novela de observación, analítica, emocional, culturalista.
La narración se detiene a veces para explicar detalles. Un prodigio
formal.
Se
acaba la lección y los asuntos de los que hablamos se nos desbordan
por estos límites. El
rey pálido
habla del efecto de la aceleración de la vida, de la robotización,
de la vida frenética, del tedio, el aburrimiento; habla sobre los
efectos de la concentración absoluta; sobre la condición humana y
la propia, sobre el momento vital de cada minuto y la necesidad de
tomar conciencia; trata del dolor humano en su doble versión: el
dolor apreciable y el dolor psíquico, individual, profundo e
interno...
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