Juan Benet y Rafael Sánchez Ferlosio
El gran
estilo en Juan Benet y
Rafael Sánchez Ferlosio
Renovación
en la prosa española
Juan Benet y
Sánchez Ferlosio renovaron la prosa española, vaciándola de
retórica, de lírica y de costumbrismo, y explorando las
posibilidades de la sintaxis con una radicalidad que no ha vuelto a
conocerse. Benet, con su impresionante ciclo novelístico ubicado en
el territorio ficticio de Región, y Sánchez Ferlosio, sobre todo en
el ensayo y su contribución al realismo social de posguerra, crearon
una obra imbatible y extraordinariamente estimulante.
Ignacio
Echevarría, editor y crítico, ha publicado las antologías
ensayísticas de Juan Benet
y Rafael Sánchez Ferlosio.
Actualmente
escribe en Revista de Libros
y El Cultural.
Juan
Benet y Rafael Sánchez Ferlosio fueron amigos y hoy son dos casos
extraños, casi marginales en el marco de la generación de medio
siglo. El ponente se pregunta si entre los que estamos en la sala
habrá alguien que haya leído a alguno de los dos, o a ambos. Y es
que llevan la etiqueta de “autores difíciles”, aunque a veces se
crea una falsa equivalencia entre complejidad y oscuridad; así como
entre claridad y simplicidad. Ambos autores son complejos, pero no
oscuros. Y ambos enfrentan la complejidad de distinto modo. Juan
García Hortelano bautizó a los autores del marco generacional de
los 50 como “los niños de la guerra”. Lo cierto es que de
aquella experiencia, a veces traumática, y otras veces no tanto,
queda la experiencia de la ruina. Este es el gran tema medular de
toda la narrativa de Juan Benet. Son escritores que se propusieron
reconstruir la realidad, una realidad en ruinas. Apunta Benet que la
literatura, como otra disciplina artística, maneja una segunda
realidad, maneja un sistema de representaciones que no depende de la
realidad común. Benet fue uno de los enemigos del realismo. No
entendió que para muchos, esa realidad primera había quedado
totalmente aniquilada; y, por lo tanto, había que reinventarla. La
retórica de la guerra venía cargada de grandilocuencia, soflamas,
inflamación que intentaba ocultar los efectos del sistema.

Un
fenómeno muy característico de la generación de los 50 fue la
preocupación por el lenguaje. Sánchez Ferlosio se centró en el
estudio de la hipotaxis (subordinación de elementos oracionales y
frases poliarticuladas), como capacidad extraordinaria de la lengua
castellana. Esta
generación se sintió atraída por la lingüística, porque
detectaron que el error estaba allí, en el lenguaje.
“El riesgo del anacoluto y el de quedarte sin respiración. Yo ahora digo que la frase tiene que ser respiratoria, tiene que poderla decir uno bien con comas y puntos y comas con el mismo aliento, sin tener que renovar el aire y sin tener que decir “venía diciendo”. Eso es un desastre, el fracaso de la hipotaxis. Con la hipotaxis me he pasado mucho. Se coge el vicio y es un preciosismo.”
Entrevista a El
país,
en abril de 2015.
Sánchez
Ferlosio se dedicó después al ensayo y la crítica sacrificando su
vocación como novelista. La confianza en la palabra es el tema
central de Ferlosio, le lleva a pensar que se puede conquistar la
razón a través de ella.
En
1986 se publica El
testimonio de Yarfoz.
Ya no es el habla sino la lengua lo que le interesa cuando escribe,
en un estilo grave e intemporal.

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