José María Guelbenzu, en su taller de novela

 

JOSÉ MARÍA GUELBENZU

(Madrid, 1944-2025), 

escritor, editor, crítico y profesor

En su memoria.

 

En los primeros meses del año 2019 asistí al taller de novela que impartía en Madrid el escritor José María Guelbenzu. Yo estaba en pleno proceso de redacción y revisión de un manuscrito de novela y me sentía feliz porque él iba a ser mi primer lector, todo un lujo. Lo admiraba desde que leí algunas de sus novelas, como El río de la luna (Premio de la Crítica, 1981) y, sobre todo, Un peso en el mundo (1999), porque la protagonista, en plena crisis existencial, conversa con su profesor de Filosofía sobre la vida y peso que supone llevar una vida vacía. La mujer se hallaba en la mitad de su vida, cuarenta y pocos años.. Y yo leí la novela cuando estaba en la mitad de mi vida.

  Aquí dejo algunas notas de mi diario en las que quise atrapar para el recuerdo algunas de  recomendaciones y consejos de un grande de la literatura.

 

Martes, 29 de enero 2019

Hoy José María Guelbenzu, después de comentar mi capítulo, nos ha recomendado una novela que está leyendo para hacer la crítica en Babelia. Supongo que saldrá este próximo fin de semana. Se trata de la novela Christopher Homm, del escritor C.H. Sisson. Es del año 1965, pero lo reedita Alba editorial en su colección “rara avis”. Solo escribió dos novelas pero sí mucha poesía. Se trata de la historia de un hombre mediocre (supongo que por eso me la ha recomendado) y que está contada a la inversa, en orden cronológico inverso; es decir, desde su muerte hasta su nacimiento. Christopher Homm, una novela de Charles Hubert Sisson.

Guelbenzu ha señalado en mi fragmento del capítulo V que está muy lograda la verosimilitud, que parece muy real todo lo que se cuenta del proceso burocrático tras una defunción. Una decisión difícil ha sido renunciar a la frase: “Pienso que, definitivamente, la muerte es una invención humana”. Ha sugerido cambiarla por “todo lo que rodea”, o “el entorno de la muerte”. También me ha hecho ver el brusco contraste en la escena de Manu en el baño del hospital, cuando está vomitando y se acuerda de su primer beso en la adolescencia.

Martes, 5 de febrero

El taller de novela ha tenido lugar en el piso de Guelbenzu, que se recupera de una operación de la arteria carótida. Tal como nos había adelantado, la sesión iba a ser en su casa si debía mantener reposo. Y así fue. Acudimos cuatro compañeras y yo. Se halla en una zona muy céntrica, en la calle Valenzuela, 

junto a la Puerta de Alcalá, la Cibeles y el Retiro. Un piso extraordinario, en finca regia de 250 metros cuadrados. La reunión tuvo lugar en la biblioteca y mi mirada se perdía ante tomos ordenados en estantes hasta el techo, decorados con fotografías y dedicatorias, y los libros amontonados por todos los rincones.

Yo había presentado la segunda parte del capítulo V, un texto en realidad muy largo y modificado varias veces que empieza con la confesión de Manu de su adicción a la droga en el pasado y la escena que provoca la decisión de separarse de Marián. Pero luego se incluye un par de páginas “de reflexión” de Manu, que han resultado algo cargantes para mis compañeras. Demasiado petulante y culto para ser un funcionario de prisiones, cambios bruscos de registro, etc.

Tras las correcciones individuales, el profesor abrió un turno de palabra para saber cómo iba la planificación y evolución general de nuestras obras. Respecto a mi texto hizo varias preguntas e insistió en que hay que orientar al lector en todo momento. Le despistaba un poco los dos tiempos distintos de la acción y los saltos en el tiempo o que no queda muy claro, por que aparece de repente, la actividad delictiva de Manu. Era cierto. Pensé que iba a trabajar en ello.

Martes, 12 de febrero

De nuevo el taller se realizó en el domicilio particular de Guelbenzu. En los comentarios a la novela de una compañera, que también consta de dos historias independientes, el profe hizo alusión a la novela de Faulkner, Palmeras salvajes, en la que mezcla dos historias diferentes pero unidas por el mismo tono, por el clima y la misma intensidad dramática. Una va sobre una pareja que va hacia el desastre y la otra sobre dos reos que han huido de un penal y que también van al desastre. Guelbenzu justifica la distancia entre las dos historias siempre y cuando tengan una relación. Tengo que pensarlo para mi proyecto. Sobre los diálogos, insistió en que debemos eliminar las entradas de diálogo que sobren, sean estériles, o no cumplan su función: reafirmar, informar, mostrar.

Respecto a la narratividad insiste otra vez: ¡Muy importante! No debe estar todo bien cerrado o ni la historia tiene que aparecer demasiado redonda, porque entonces perdemos expresividad y puede quedarse en una enumeración de acciones y datos. En cuanto a mi escrito de hoy, le ha gustado la caracterización del personaje de Marián, dice que ve perfectamente al personaje. ¡Menos mal! porque ahora todo lo que presento ya es nuevo, lo he escrito aquí y no tiene tanta revisión y voy un poco a ciegas en el avance de la trama.

1 de abril

Guelbenzu es entrevistado en el programa “El ojo crítico” de RNE con motivo de la publicación de su última novela, O calle para siempre, que plantea un nuevo caso de la juez Mariana de Marco. Hoy ha muerto Rafael Sánchez Ferlosio y le han preguntado, claro. El profe ha hablado del rigor en el estilo y en el secreto de la gran novela: estructura y lenguaje. Hablan sobre el género de novela policíaca, que plantea un juego al lector para que siga las pesquisas para descubrir al asesino. Lo difícil para la juez es formular la pregunta certera. 

    Guelbenzu retrata a sus personajes a través del sueño. Le sorprende esa afirmación y responde: “Los sueños son muy significativos y dicen mucho de las personas. Dejan ver cómo son”.

 

 

 

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