"La violinista" o la importancia de las comas

 



Un día de junio, cuando el verano se precipita, me refugio en el cine para huir del calor implacable sobre el asfalto de Barcelona. Me decanto por La violinista, un melodrama romántico y musical (leo) de nacionalidad finlandesa. La película comienza con un proverbio de Confucio:

“Todos tenemos dos vidas. La segunda empieza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una”.
Y es que en las primeras escenas, Karin Nodstöm sufre un accidente y ve truncada su carrera como violinista de prestigio. Sus manos quedan sin sensibilidad y ya no puede tocar. Sin mucho entusiasmo, da un giro a su carrera como profesora de música de jóvenes violinistas con talento. Uno de ellos, Antii, veinte años menor, se ve atrapado en una red de admiración hacia Karin, de amor y otras emociones difíciles de gestionar. 
La dirección de la película, a cargo de Paavo Westerberg, apuesta por destacar la contención en las relaciones personales bajo una aparente frialdad, que, paradójicamente, consigue emocionarme. La incomunicación, las frustraciones y el vacío existencial de los personajes salen a la superficie en las secuencias musicales. La música clásica canaliza todas las emociones y es la verdadera protagonista. Dvorak, Mozart, Bach, Veracini… Pero la pieza que obra el milagro es el Concierto para violín en Mi menor, opus 64, de Mendelssohn, primer movimiento. Allegro molto appassionato.

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Esta obra de Mendelssohn es uno de los conciertos más destacados del Romanticismo. La entrada directa del violín y los cambios de movimiento en attacca (continuar con el movimiento siguiente sin realizar pausa alguna) son el extremo opuesto a la contención y la sobriedad. El solista (violín) y la orquesta se escuchan, se interpelan y se orientan mutuamente. La melodía avanza en este primer movimiento “Allegro molto appassionato.” 

Allegro es una voz italiana que se usa en el lenguaje musical para indicar que el pasaje al que se refiere debe ejecutarse con movimiento moderadamente vivo; pero aquí va acompañado del complemento Molto Appassionato. 

En una de las escenas de la película, en los días previos de ensayo para el concierto, el director de orquesta, que interpreta magistralmente el actor Kim Bodnia, reprocha al joven solista Antii falta de energía, falta de fuerza con el violín y le pide que escuche a la orquesta. En plena reprimenda grita el nombre del movimiento que está ejecutando: ¡ALLEGRO MOLTO APPASSIONATO!, y le pregunta si acaso hay alguna coma entre las tres palabras. Así, el pasaje no debe interpretarse Allegro, molto, appassionato, con una viveza fragmentada, sin vida; sino Allegro molto appassionato, como un movimiento vivo muy apasionado. Es una escena sublime en la que el exigente director se hace con la tensión dramática y resulta más eficaz que con el discurso motivador que le dirige al joven Antii la víspera del concierto en el que le dice:

“Pon todo tu dolor y rabia en la música”





Las comas, las pausas como contención de la fuerza y la viveza en la corriente que hace fluir los sentimientos. Y la música en movimientos desatados como canal de transmisión de las emociones, nos habla del afán de perfección, de los sueños, de la inquietud vital y sus anhelos, de la aceptación de las flaquezas.

            Salgo del cine con la melodía de Mendelssohn en mi cabeza y el violín me interpela una y otra vez sobre mis inquietudes, sobre mi incapacidad para la comunicación, sobre la gestión de las decisiones, y la moto se eleva sobre el asfalto abrasador de Barcelona al grito de ¡Allegro Molto Appassionato!

 Trailer internacional AQUÍ

Ficha Técnica

Título: La violinista

Título original: Viulisti 

Reparto:

Matleena Kuusniemi (Karin Nordström)

Olavi Uusivirta (Antti)

Kim Bodnia (Björn Darren)

Samuli Edelmann (Jaakko Nordström)

Misa Lommi (Sofia)

Año: 2018

Duraci

País: Finlandia

Director: Paavo Westerberg

Guion: Emmi Pesonen, Paavo Westerberg

Fotografía: Marek Wieser

Música: Olli Pärnänen, Kirka Sainio, Sanna Salmenkallio

Género: Drama. Romance. Música.




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