Hölderlin. Lo que perdura lo fundan los poetas. 1




Caspar David Friedrich
Acantilados blancos en Rügen.
1818



5 de noviembre 2020.

Vida y obra de Hölderlin, un romántico clásico.

Jordi Llovet.





“Yo debo mi pasión por Hölderlin al profesor Jordi Llovet, uno de los grandes especialistas y traductores del poeta. Hace más de veinte años, en la facultad de Filología, una mañana, muy temprano, leyó un poema de Hölderlin titulado “Como en un día de fiesta”. Aquel momento cambió toda mi percepción de la Literatura.” Andreu Jaume.


“Andreu, eres un buen amigo, fuiste un gran alumno.” Con estas palabras el maestro Jordi Llovet, reconoce el trabajo del que fue su alumno, Andreu Jaume, hoy director de curso de otoño sobre Friedrich Hölderlin. Y a partir del recuerdo de sus clases, Llovet se adentra en el camino de la vida y la obra del poeta:


   Siempre, en mis clases, yo preguntaba a los alumnos si pensaban realmente que había muchos buenos poetas. Y les decía que no hay trescientos poetas, ni hay cien, que nos conformamos con tres buenos poetas para salir al mundo: Píndaro, San Juan de la Cruz y Hölderlin. Este último es más elevado que el propio Baudelaire, el poeta de la ciudad. Tal vez podamos añadir a Rilke y a Auden. En realidad nos bastaría con Dante y Cervantes (La Divina Comedia y El Quijote). 

   En Hölderlin, lo sagrado deviene en palabra poética y se transmite a la comunidad de lectores y hace un servicio a la humanidad. Esto conlleva un fondo idealista. Nace en 1770, el mismo año que Beethoven y Hegel, todos conocían el espíritu de la Ilustración, el siglo de las Luces (con su sentimiento antirreligioso y de ruptura con el orden antiguo). Hölderlin fue contemporáneo de dos de los más grandes representantes de la filosofía romántico-idealista alemana, Hegel y Schelling, y presenta tantos puntos de contacto con la generación romántica como con los más sólidos y tradicionales postulados del Neoclasicismo y la Ilustración. 

   Huérfano de padre, Hölderlin se forma en un ambiente pietista. A los 15 años entra en un seminario protestate de Tubinga, rodeado de un bello paisaje natural, para la formación de los pastores protestantes que se convirtió en foco de renovación de la filosofía y de la Literatura. Impregnado de clasicismo, mantiene un pie en el clasicismo y otro pie en una corriente que brota entre los siglos XVIII y XIX, el fenómeno del Romanticismo. Acoge con gran entusiasmo las ideas de la Revolución, En el seminario estudió mucha filosofía clásica, Homero, Píndaro, Sófocles, y estudió a Rousseau. Su religiosidad tendrá expresión en sus versos. 

   Hölderlin se aparta de la fe protestante y renuncia a ser pastor protestante. Trabaja como preceptor en casa del banquero Jakob Gontard, y se enamora de su esposa, Susette, con quien mantiene una relación obsesiva. Será la Diotima en sus obras, personaje en el Banquete de Platón, que expresa la teoría del amor. Pero es en su periodo de madurez y tránsito hacia la locura cuando escribe su poesía más extraordinaria. Todavía lúcido, traduce a Sófocles, pero aparecen los síntomas de la enfermedad mental y da muestras de desequilibrios. Empieza así la consumación de su definitivo extrañamiento del mundo. Y es que en 1802 Hölderlin se fue a pie hasta Burdeos para trabajar como preceptor privado en casa del cónsul Meyer, pero interrumpió la estancia y volvió caminando a su tierra, hasta casa de su madre. Llegó demacrado, sucio y con los síntomas de su enfermedad mental. En Stuttgart sus propios amigos no le reconocieron. Al cabo de poco tiempo, se enteró de la muerte de Susette Gontard en Frankfurt. Surgió la leyenda que narra la historia de una dama que vio un hombre alzando los brazos ante las estatuas de los dioses de Grecia en París. 

   Entre 1802 y 1806 nacen las mejores obras del poeta, los grandes himnos, la gran poesía, y sus amigos lo llevaron a un centro privado de Tübingen, pero a partir de 1807, después de su paso por el sanatorio, el poeta es acogido por el ebanista Zimmer y su hija en la torre que hoy lleva su nombre. El carpintero, muy cultivado, lo cuidó hasta 1836. Allí escribió poesía, recitando en voz alta el Hyperion, y recibió a amigos, a alumnos, y los primeros románticos (Brentano recogió una antología de 1824).










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