Como después de un diluvio (1)




Enero de 2019. 
Repaso unas notas de mi agenda. Estas son del dramaturgo Juan Mayorga, sobre su pieza Intensamente azules:
“A través de esas gafas se ve un mundo sumergido, un mundo como después de un diluvio, que da lugar a una ocasión para la renovación, para que todo sea visto de un modo nuevo y cambie”

He venido a pasar unos meses en Madrid y he decidido ponerme las gafas de mirar azul para ver lugares diferentes, y no solo hablo del paisaje, también para mirar y buscar en los recovecos que no se dejan ver con las gafas normales. Las primeras sensaciones me resultan muy gratas: deambular por calles nuevas, inspirar hondo el aire frío para volver a respirar, y de nuevo la reflexión continuada. Y es que las ideas, si no se verbalizan porque no hay nadie al otro lado, no se evaporan ni se difuminan y entonces, todo lo que pienso y siento se queda dentro. 

Muy feliz con la reacción de mis “lectores”, mis compañeros en el taller sobre personajes, que ya desde el primer día han dedicado elogios a la novela. Me ha hecho tanta ilusión que voy anotando todo lo que me dicen. Ya han leído dos capítulos y estas son las primeras impresiones recogidas: Buena estructura, muy potente (esto el profe, JMG). Tiene mucha fuerza. El reto será mantener la fuerza durante toda la novela. El texto gana por las sensaciones. Y en la segunda clase, JMG ha elogiado tres de los párrafos de mi entrega, uno descriptivo sobre el Hospital de Sant Pau, otro sobre el itinerario profesional del protagonista y el que narra la escena de M. ante el cadáver de su padre. Lo ha hecho con frases, que me han sonado mágicas, como: “Nada sobra ni falta”, “es una muy buena descripción”, “perfecto”. 
El profesor-escritor nos ha anunciado que el miércoles próximo entra en quirófano para una intervención de la arteria carótida, “de reparación y limpieza”, ha dicho. Y nos ha informado de que si no pudiera asistir él al taller la semana siguiente, entonces iríamos nosotras a su casa. Fue uno de los grandes en mi juventud con su novela ERDLL. Ahora está  bastante mayor pero continúa impartiendo cursos de escritura desde su experiencia como autor y como lector. También escribe crítica literaria y está en activo con una saga de novela policíaca. Es entrañable. No perdona las cañas al final de la clase y ayer nos confesó que tiene a punto tres novelas para su publicación. Dice que escribe normalmente sin estructura pero que desde el principio conoce bien el final de la historia. Dedica las mañanas a la escritura. Hoy me ha recomendado una novela de la cual está preparando su reseña para El País. Se trata de Christopher Homm, del escritor inglés CH Sisson (1914-2003), poeta, y autor de solo dos novelas. Dice JMG que el libro trata sobre un tipo mediocre, al que no le pasa nunca nada de interés y la novela está narrada a la inversa, desde la muerte del protagonista hasta su nacimiento. Mañana iré a buscar esta novela por las librerías de Madrid. 
Febrero de 2019
Ayer martes, el taller de novela tuvo lugar en el piso de JMG, que se recupera de una operación de la arteria carótida. Tal como nos había adelantado, la sesión sería en su casa si debía mantener reposo. Así fue. Acudimos allí cuatro compañeras y yo. Es un piso muy céntrico, en la calle Valenzuela, 7, 3a A, junto a la Puerta de Alcalá, la Cibeles y el Retiro. Excelente ubicación, piso en finca regia de 250 metros cuadrados. La reunión tuvo lugar en la biblioteca, una amplia sala rectangular cuyas paredes están cubiertas de estanterías de madera blanca repletas de libros y con una escalera de madera de roble para acceder a los estantes superiores. ¡Un oasis para mí! Libros de todas las épocas, encuadernaciones y tamaños, dispuestos algunos de manera que muestran la portada. La única pared libre de libros, la del fondo, está ocupada por un cuadro grande, que parece sacado de un museo, muy antiguo, con el retrato de una mujer joven de la nobleza. En el centro de la sala, dos mesas cuadradas de dos por dos rodeadas de ocho sillas. La iluminación, con unos lánguidos ojos de buey en el techo, demasiado alto, se mostró insuficiente cuando empezó a oscurecer. Una pátina de luz amarilla empezaba a asomar, tal vez por el color de las paredes o simplemente por el barniz del paso del tiempo en la estancia. Objetos antiguos como piezas de vajillas, lámparas modelo tulipa, marcos dorados, jarrones y plantas completan la escenografía. 
Ante nuestros comentarios de admiración por el gran número de libros, nos aclaró que se está deshaciendo poco a poco de ellos porque tienen la intención, su mujer y él, de vender el piso. Nos recibió muy amablemente, se mostró muy optimista al respecto de su recuperación y, rápidamente, empezó con las correcciones. Entre comentario y comentario iba explicando anécdotas de su relación con otros escritores. Así, contó que entre colegas es costumbre hacer bromas con los títulos de las novelas de los demás. Que cuando nació su hija y quiso llamarla Leonor, le dijeron que si la llamaban en el colegio Leo, sería objeto de burla por aquello de Leo G.... O que el mismo García Hortelano bromeó una vez sobre la propuesta de un título: Puerta de algas, que podría fácilmente derivar en Puerta de nalgas. El escritor estuvo más contento y hablador que en otras sesiones. Parecía encantado con nuestra compañía. Le pregunté si por allí habían pasado muchos escritores y me respondió que sí, que algunos, pero que siempre suele acudir él a casa de los otros, más que recibir en la suya. Tras las correcciones individuales, abrió un turno de palabra para saber cómo iba la planificación y evolución general de nuestras obras. Respecto a mi texto hizo varias preguntas e insistió en que hay que orientar al lector en todo momento. 
Al terminar la sesión ya había oscurecido del todo en la ventana que tenía frente a mí. y, como si ya supieran la hora, parecieron dos perritas muy cariñosas: una fox terrier de pelo liso, Pipa, y la otra, de dos años, no recuerdo el nombre, con la silueta de un galgo. Luego JMG explicó que era una raza de galgo inglés. Pero la guinda llegó al final, cuando ya nos despedimos, se animó a bajar a tomar las cañas reglamentarias al bar de enfrente en su misma calle. Fue a por su abrigo y sombrero y salió a la calle con nosotras. Sus dos cervezas sin alcohol y las tapas. Allí seguimos hablando de cine, de libros, de anécdotas de su vida, su casa, sus hijos, las perritas,..
¡Entrañable JMG! 



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