"Labios contra labios", un cuento de V. Nabokov.





El relato “Labios contra labios” forma parte del conjunto de cuentos escritos por Vladimir Nabokov entre 1924 y 1940, colección que abarca su etapa de exilio en Berlín hasta su paso por París, en una Europa ya dominada por la sombra del nazismo. Publicados por Anagrama en el volumen Una belleza rusa y otras historias, con traducción de Rafael Ruiz de la Cuesta, los cuentos deslumbran por el sello de un estilo extraordinario. Nabokov utiliza la ironía y también la sensibilidad poética para perfilar el mundo de los exiliados rusos en la Europa Occidental antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. 
Estos cuentos, escritos originalmente en ruso, aparecieron por separado en distintas revistas de exiliados, como Poslednie Nóvosti, con cuyos redactores Nabokov mantuvo un pleito durante los años treinta. Alguien le comunicó que, en el último momento habían decidido que este relato no se iba a imprimir. Esto lo cuenta el propio autor en una nota introductoria a la lectura de “Labios contra labios”. Así, escrito en 1931 y aunque fue aceptada su publicación, no llegó a imprimirse porque la revista cerró. No apareció hasta 1956 en Nueva York y...
“para entonces todos aquellos de los que se podía haber sospechado que se parecían remotamente a los personajes de la historia habían muerto ya sin dejar herederos, con lo que no se corría ningún riesgo." 
Esta referencia es muy necesaria para comprender del todo el juego de la ironía y la sátira que late en el propio relato. 

Para un lector moderno es relevante que en “Labios contra labios” aparece el concepto de lo metaliterario, el juego del texto dentro del texto, o literatura en la que se reflexiona sobre la naturaleza y la forma de la narración. Así, podría tratarse de un relato de lo más actual, porque están presentes los procesos de creación y edición (aunque frustrada en el último momento) de un texto literario: la novela que escribe el protagonista, Ilyá Borísovich, y que lleva por título Labios contra labios.
Ilyá Borísovich, empresario de buena posición y con cierto bagaje literario, se deja llevar por la presunción que se alimenta de la promesa de publicación de su novela en una prestigiosa revista. El inicio del relato es, en realidad, un fragmento de la novela que está escribiendo (o mejor, releyendo) el propio Ilyá. Se ha detenido en una escena de transición que le resulta difícil de resolver y asistimos, como lectores, al proceso de revisión (con tachaduras y añadidos incluidos). Tras un impulso de pasión entre Dolinin, hombre ya de una cierta edad y la joven desconocida del palco, Irina, la realidad se interpone en el tramo hacia el guardarropa del teatro para recoger abrigo y sombrero de la dama, además del bastón del personaje. 
Es una delicia la lectura de estos primeros párrafos, en los que somos testigos de las dificultades que entraña la revisión: pulir, corregir y añadir los detalles en el proceso de creación del texto por parte del personaje-aficionado-escritor, Ilyá Borísovich.

Para él, escribir suponía una contienda desigual con objetos indispensables; los artículos de lujo parecían ser mucho más dóciles, pero hasta ellos se rebelaban de cuando en cuando, se atascaban, te entorpecían la libertad de movimiento..Y ahora, habiendo acabado laboriosamente con el incordio del guardarropa y a punto ya de obsequiar a su héroe con un elegante bastón, Ilyá B. se deleitó de un modo cándido con el brillo de su rica empuñadura..”

  Al final del relato, otras prendas, abrigo y bastón, y otro guardarropa vuelven a aparecer. El círculo se cierra. Ilyà B. y Dolinin, autor y personaje, comparten situación y prendas pero las emociones son muy distintas. Y es que desde el principio asistimos a una presentación el paralelo de ambos. Dolinin, el personaje, y Ilyá B, el autor-personaje del cuento de Nabokov son hombres maduros; el primero es “inmensamente rico”, vivía en Rusia; el segundo, exiliado con su esposa e hijo en 1920, en Berlín, donde había sentido el deseo de escribir una novela con la que atraer el interés de los lectores.  Ilyá sigue los consejos de su amigo, Eufratski, periodista emigrado, quien le anima para que envíe su novela a una revista literaria, Arion. Así lo hace después de decidir que Dolinin, tras ser rechazado por Irina, se pegue un tiro con una Mauser. Y envía la novela por correo certificado tras una última revisión del texto y el encargo de mecanografiar cinco copias a Madame Lubansky. A partir de ahí, los altibajos, los vaivenes de las emociones: expectación, júbilo, esperanza... “Se sentía feliz. Compró otros seis ejemplares. Se sentía feliz.”
Pero  al final, el desconsuelo, la rabia… “Veía las cosas a través de una neblina, se encontraba en un estado de angustia total…”; y de nuevo la esperanza… “reunió en un minúsculo montón todas las migajas de alabanzas que había recibido de un tiempo a esta parte…” Ingenua felicidad contra la decepción, la humillación y el dolor. Pero en los vaivenes de la emoción propios de la condición humana, renace de nuevo la esperanza.

En cuanto al estilo, el mago Nabokov hace un despliegue de procedimientos expresivos: las impresiones sensoriales, (su famosa prosa sinestésica), una enorme plasticidad o su manera delicada para mostrar los detalles, como arrancados de la realidad, seleccionados para emocionar al lector, con una cierta musicalidad poética, y elegidos para vestir de verosimilitud las escenas. Por ejemplo, esta descripción de la escena del diálogo entre Ilyá B, el escritor ingenuo y su amigo Eufratski, irrumpe como si se tratara de una acotación: 


“Un día más tarde. A la hora del crepúsculo. Un café en la Kurfürsendamm. Un canapé de felpa roja. Dos caballeros. A simple vista, hombres de negocios. Uno de ellos de aspecto respetable, bastante noble incluso, no fumador, con una expresión confiada y afable en su rostro carnoso; el otro, enjuto, cejijunto, con un par de quisquillosas arrugas que descienden de los orificios triangulares de su nariz hasta las comisuras caídas de sus labios, de los que cuelga oblicuamente un cigarrillo aún no encendido. La voz tranquila del primer hombre: -Redacté el final de una tirada. Él muere, sí, él muere. Silencio. El canapé rojo es agradable y blando. Al otro lado de la ventana panorámica pasa flotando un tranvía translúcido como un pez luminoso en un acuario.”

Rasgos de estilo (un ejercicio lúdico para filólogos): 
Elementos marcadores del tiempo-espacio, oraciones nominales, elipsis verbal, bimembraciones, paralelismos sintácticos, metáforas, personificaciones, pinceladas descriptivas, adjetivación para las impresiones sensoriales. Y al final, la doble comparación en movimiento (ventana-acuario), (tranvía-pez luminoso). ¡Genial!

“Labios contra labios” es un artefacto literario cargado de perfección formal y estética, un objeto de arte literario en miniatura. Y al final, la ironía cobra todo su sentido, (lo real es la mediocridad del escritor protagonista) y el lector habrá recorrido un camino de percepciones atendiendo a toda la complejidad desplegada por Nabokov. 
Es la magia de la Literatura.



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