Virginia Woolf, Ulysses y las primeras impresiones






El Diario de Virginia Woolf. Vol. II (1920-1924)
Edición y traducción de Olivia de Miguel
Tres Hermanas ediciones.






En el prólogo de la edición inglesa de El diario de Virginia Woolf. Vol. II (1920-1924), Anne Olivier Bell apunta que: 

"Durante estos años, Virginia llega a un acuerdo con su diario. Ya no se trata de algo que se sienta obligada a mantener regularmente, sino que ahora se encuentra con él como con un viejo amigo en quien siempre puede confiar y en cuya presencia ella se desahoga abierta y espontáneamente (...) Su diario es un registro rápido y sin editar de los encuentros, lugares y sensaciones que tiene más presentes cuando se sienta a escribir."

También es un registro de las lecturas que VW combina con la escritura de sus propias obras, las de ficción y los ensayos o las piezas de crítica literaria que realizaba para algunas publicaciones. Así, en su diario hallamos anotaciones y juicios de valor o primeras impresiones sobre lo que está leyendo. Virginia Woolf (1882-1941) dedica algunos de esos "registros rápidos" a la novela de James Joyce, Ulysses, que leyó el mismo año de su publicación. El 16 de agosto de 1922 escribe en su diario:

"Debería estar leyendo "Ulysses" y buscándole los pros y los contras. Llevo leídas 200 páginas, no llega a una tercera parte, y los dos o tres primeros capítulos, hasta el final de la escena del cementerio, me han divertido, estimulado, encantado e interesado; luego, me he sentido confusa, aburrida, irritada y desilusionada (...) A mí me parece un libro indocumentado, el libro de un obrero autodidacta y vulgar. Es posible que más tarde tenga que rectificar; no quiero comprometer aquí mi sagacidad crítica. Pongo una señal en el terreno para marcar esta pagina 200."

Unas semanas después, en la entrada del 6 de septiembre, anota: 
“Acabé Ulises y creo que es una obra fallida. Creo que no le falta talento, pero de bajo nivel. El libro es difuso, nauseabundo, pretencioso. Es vulgar no solo en el sentido más evidente, sino también en el aspecto literario. Quiero decir que un escritor de primera respeta demasiado la escritura como para recurrir a las trampas, la provocación o los trucos. (...) No lo he leído con demasiado detenimiento y solo una vez, así que, como es muy oscuro, sin duda he descuidado sus méritos más de lo que merece. Siento que me acribillan miles de perdigones, pero ninguno te da de lleno en la cara, como, por ejemplo, sucede con Tolstoi, aunque la comparación con Tolstoi sea totalmente absurda.”

Y al día siguiente, 7 de septiembre, cuando lee una reseña sobre Ulises en el The Nation, de Nueva York, del 30 de agosto, Virginia Woolf matiza algo su opinión, aunque no se desdice de sus primeras impresiones:
“(La reseña) analiza por primera vez el significado de la novela y la considera una obra mucho más extraordinaria de lo que yo había valorado. Sin embargo, creo que las primeras impresiones son valiosas y hay en ellas cierta verdad perdurable, así que no retiraré las mías. Tengo que volver a releer algunos capítulos. Es probable que la belleza profunda de una obra no se perciba del todo por sus contemporáneos, pero creo que estos deberían dejarse sorprender y yo no me he dejado.”





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