"Los arañazos de la piel y las palabras". Escribir es respirar




Los arañazos de la piel y las palabras,

libro de relatos de Jorge Gamero



ISBN: 978-84-121651-0-4



Jorge Gamero (Barcelona, 1965) es autor de dos novelas juveniles, Simón, no; Saimon (2012) y Tokio en el corazón (2019), ambas editadas por el sello Loqueleo, con éxito de público y de ventas. También ha participado en varias antologías de relatos con grupos de escritores como Aut@rs de Cornellá o Club Marina. Como escritor con una trayectoria firme y de largo recorrido, Jorge Gamero se inició en el género del relato en 2005 con El leedor fósil, conjunto que prefigura ya una forma singular de mirar la literatura. En 2013 publica su segundo libro de relatos, Las tres caras de la moneda, obra que presentó Luis Landero y la definió como “libro casa, libro hospitalario, lleno de habitaciones donde puedes entrar, salir, subir, bajar.”  Y ahí, en ese libro-casa es donde se halla el germen y el primer impulso de estos Arañazos. En la Nota del autor J. Gamero nos da cuenta de la relación que existe entre ambas obras. Y describe  Los arañazos de la piel y las palabras, su tercer libro de relatos, como un diálogo entre textos. Nos habla de los silencios, las negativas, las intuiciones y las certezas que han derivado en su publicación en 2020 de la mano de Stonberg Editorial.
Como en toda buena colección de relatos, esta proporciona una variedad de elementos con los que se resuelven distintas “situaciones” narrativas de distintas formas. Cortázar, en sus Clases de Literatura (Alfaguara), define el género del relato como la suma de dos elementos: la noción de tensión y la noción de esfera, en el sentido de que un cuento debe cerrarse para sí con una especie de vibración que provoque cosas fuera de él. Apunta que debe, no solo fijarse en la memoria, sino proyectarse, despertar en el lector una serie de emociones. Y provocar emociones es uno de los logros de esta antología de relatos, que ofrece una radiografía de las pulsiones que nos habitan.
El libro está estructurado en tres partes, las dos primeras hacen referencia a los complementos del título: la piel y las palabras, y constan de siete relatos cada una. Y la tercera, subtitulada “Cierre preliminar”, incluye el relato número quince, “Farol y Virgili”, de género policíaco y tintes de picaresca. Bien, pero ahora vamos a abrir detenidamente el molde en el que se engarzan las tres partes para dar cuenta de las primeras intuiciones de lectura. 
La ilustración de la portada, obra de Carlos-Esteban Resano, es sugerente a la vez que enigmática y turbadora. El título es un sintagma nominal con dos complementos de suave aliteración (de la piel y las palabras) que viene a compensar el sonido de “Arañazos”, un término que denota unas rasgaduras ligeras en la piel, pero cuyo sufijo aumentativo -azo connota la idea de desmesura. Los arañazos rasgan, desgarran, hieren ligeramente, lo hacen sobre la piel y aquí también sobre la escritura y sus efectos.
Algunos relatos vienen “vestidos” con otros textos que, a modo de glosa, nos llevan a seguir leyendo la vida del relato en sí. La vida de los textos continúa, a veces en forma de justificación o comentarios sobre el proceso de reescritura por parte del autor. En el prólogo de la obra, Jorge Rodríguez Hidalgo, periodista y escritor, alude a la honestidad del autor cuando señala que:
"Las narraciones que han experiementado la segunda mirada y acogido el detalle enriquecedor o una reorientación cardinal exponen sin ambages el porqué y hasta el cómo."
Anotaciones, paratextos, exégesis,... se trata de una nueva forma de leer, cuando el lector tiene la posibilidad de alzar el vuelo y la mirada por encima del fragmento de vida que representa el relato.

ARAÑAZOS DE LA PIEL
El primer grupo de relatos practica una disección de las relaciones humanas, donde la frustración, la soledad, el sexo violento, la incomunicación, la venganza, la ira y otras pulsiones desfilan ante los ojos del lector, no solo para conmover o descolocar, sino también para incomodar o interpelar. Así, son ingredientes principales la sordidez de las relaciones humanas, la dominación masculina, la violencia extrema y explícita, con un lenguaje áspero y directo. 
Los relatos aquí se agrupan en tres bloques, siendo el primero el formado por “Confianza”, “Habitaciones” y “Variaciones de la ausencia”, que son relatos donde las relaciones de pareja no son las previsibles. Comparten la concisión en las tramas, los juegos de espejo, la experimentación y los sutiles juegos de identidad.
El segundo bloque, si atendemos a ciertos elementos comunes, es el formado por “Asco” y “Mañana, un sueño”. Estos relatos se nos hacen difíciles de digerir, nos ponen alerta; y a veces duelen, duelen las palabras, las evocaciones, y las imágenes. Se transmite rabia y la impotencia. En el primero, “Asco”,  el autor incluye un preámbulo donde revela el intento de “ponerme en la piel ultrajada”. Hay un empeño por comprender y reprobar la realidad. El relato se abre con una voz protagonista que manifiesta la sed de venganza hacia sus agresores. Resuenan alusiones claras a las violaciones en grupo (la manada), y casos mediatizados, cuya sentencia y comentarios del poder judicial dejan al descubierto las lacras de una sociedad machista y patriarcal, víctima de sus propios mecanismos de control. Destaca el uso de un lenguaje áspero y directo, aunque sobrado de ciertos tópicos en la voz de la narradora. El relato se vuelve coral y se amplifican las voces. Cada una toma la palabra desde su nueva posición de víctimas, con lo que volvemos al juego de espejos y el cambio de roles. 
“Mañana, un sueño” es la historia de una huida, la de Marisol, cuyo sueño (ser dueña de su propio destino) la sitúa en un tren hacia París. Con un salto atrás en el tiempo interno del relato, asistimos a la convivencia con un marido violento. Marisol se aferra al miedo como coartada y empuje para vencer. El devenir de los hechos avanza en clave de misterio y transiciones entre lo soñado y lo vivido muy bien armadas. La escena final, cargada de sordidez, está resuelta con imágenes de gran plasticidad. Otra vez la conmoción y cierta incomodidad para los lectores. 
Y el tercer bloque de estos Arañazos de la piel es el formado por los relatos “Las gigantas” y “Sanglant”, cuyo nexo temático es uno de los asuntos recurrentes del autor: la asociación entre sexo y Literatura. El cuento titulado “Las gigantas” , en palabras del propio autor, es una metáfora del miedo que se esconde tras la fantasía masculina de pensar que son ellos quienes manejan los hilos de las relaciones. La figura femenina aparece aquí como motor de la imaginación. El ritmo in crescendo de la escena de seducción y el tono con el que se narra atrapan al lector y dotan de verosimilitud a los personajes. Él le había ofrecido el olvido, cuando ella se lo pide aparece “la repentina lucidez” y la giganta se hace cíclope, ninfa pantagruélica. De nuevo, la desmesura y la hipérbole. García, el protagonista, recurre al “Mal de Montano”, como pasión desmedida por la literatura, la obsesión que le lleva a vivirlo todo literariamente.
“¿Qué me ofreces?

Te ofrezco el olvido de pasados improbables, te ofrezco recordar futuros inventados.”

En “Sanglant” volvemos al vínculo entre sexo y literatura pero con trazas de canibalismo insatisfecho, fantasía sexual, y pulsión de muerte. Aparece un guiño del autor, una autorreferencia a la manera cervantina cuando el personaje Clara Andreu dice que ha leído Las tres caras de la moneda, y extrae una cita del relato “Amor total”: 
“Él soñó que al penetrarla, la vagina de ella se agrandaba hasta convertirse en una cueva en la que él podía entrar con todo su cuerpo..”
El autor describe la calidez uterina que siente cuando escribe. El sexo y la literatura como medicina. El relato cierra con un final sorprendente, que acaba in media res, de manera abierta pero con gestión de los tiempos, con un ritmo sincopado que nos mantiene atentos como lectores. 

ARAÑAZOS DE LAS PALABRAS
Es el conjunto de relatos más homogéneo, un grupo de historias que nos hablan del microcosmos literario creado por un autor en busca de identidad y de un lugar habitable. Se nos revela aquí un acto de amor a la Literatura consumado por el personaje protagonista que deambula por estos relatos. “Comunicación” y “El Café” funcionan como metáfora del fin de un modo de crear y leer literatura, del paso del tiempo y del cambio en las relaciones en cuanto a la forma, aunque el fondo siga siendo el mismo: la soledad. En este bloque el círculo se estrecha y la pasión por la creación literaria ha derivado en tabla de salvación, en necesidad vital y refugio ante la trivialidad cotidiana. Así, en “ El autor”, “Presentación”, “Pasar a limpio”, “Presentador” y “Temblores” se encadenan una serie de historias que son perfiles distintos de un escritor, mostrando diversas aristas: buscador de editor, presentador del libro de otro autor; o corrector en pleno proceso creativo, con sus dudas, frustraciones, esperanzas, y estados de variabilidad que van del entusiasmo o la euforia a la inseguridad y los complejos. La duda forma parte de propio proceso creativo.
Es la propia ejecución de los mecanismos de la ficción la tabla para asirse uno a salvo de la intemperie. La dualidad vida y literatura, la confusión de ambos planos halla una solución que consiste en la conversión de la vida en texto. Estamos ante un libro de libros, porque el lector-escritor-autor va escribiendo sus propias lecturas y nosotros, los lectores, las leemos entre líneas. Así, se nos revelan algunas huellas en el proceso de escritura, las de Vila-Matas, Monterroso, Millás, Vilas, Landero, Auster,... Leemos al fin, al autor y sus lecturas. 

CIERRE PRELIMINAR. “FAROL Y VIRGILI”
Este subtítulo encierra un oxímoron (relación de palabras de significado opuesto): “Preliminar” denota una introducción, una anterioridad, una preparación. Sin embargo, este es el relato que cierra el libro. Se trata de un regalo del autor a modo de anticipo de la novela que está perfilando, ambientada en el mismo tiempo histórico. “Farol y Virgili” cierra el conjunto “a modo de epílogo”, señala el autor en la nota del mismo que abre el libro. Es este un relato de género policíaco cuyo protagonista, el detective Farol, alías de Marc Colominas, participa en varios casos de la Barcelona gris de posguerra, entre ellos en el caso de El Molino, el célebre y sórdido cabaret del Paralelo barcelonés. Atmósfera canalla e ingenua a la vez, historia de amor, desapariciones y chantajes. Destaca el tono del narrador, una voz bien caracterizada, fluida y verosímil. No se trata de un narrador objetivo sino que muestra sus dudas y sus certezas, como en la última frase del relato:
“Ese beso fue el prólogo de la verdad”.
Y es que la historia de amor, el beso y la verdad quedan envueltos en interrogantes.
Cierra el libro una alusión a la esperada novela sobre Virgili Planasdemunt, el torero catalán que inspiró el nombre de un grupo de universitarios afectados por la adicción a la Literatura (en El leedor fósil)
Ahí destaca una frase que puede ser una de las claves de lectura de estos arañazos, los de la vida y los de la escritura.
“Escribir tiene esta facultad de soñar en voz alta, de convertir en mentira nuestra verdad más íntima, en verdad la mentira más razonable.”









Comentarios

Entradas populares de este blog

Los niños tontos (2). Sobre los cuentos

"En memoria de Paulina". Un cuento de Bioy Casares

Mi hermana Elba y los altillos de Brumal. De los límites difusos

SOLENOIDE, la novela traslúcida

Los niños tontos (1). Sobre el libro.