"Lolita", de Vladimir Nabokov

La novela de amor.
Martes, 18 de junio 2019
Lolita,de Vladimir Nabokov.
Andreu Jaume.



Hoy tratamos sobre una novela excepcional, cuya publicación fue un escándalo en 1955 y supuso el agotamiento de la novela burguesa, o la novela romántica en torno al matrimonio. Lolita, de Nabokov, presenta una gran complejidad desde el punto de vista moral. El personaje de la protagonista ha trascendido para convertirse en un nuevo mito. En una relectura actual de la obra, se ha vuelto mucho más subversiva que cuando fue publicada en 1955, en pleno esplendor del puritanismo norteamericano. A pesar de todo, es un novela de amor, de exploración de un amor prohibido que destruye la vida de una niña. 

Ningún juicio moral será nunca más duro que el que el propio Nabokov inflige a su personaje, Humbert Humbert. Se trata de una tragedia moral que condena a dos seres a una destrucción cuyo único culpable es Humbert. Mientras espera que se abra juicio para su causa, escribe desde prisión la historia de su vida, una autodicea dedicada a exponer crudamente las razones que le llevaron a abusar de una niña de doce años y a asesinar a Clare Quilty, el depravado dramaturgo que le arrebató a Lolita. Humbert Humbert no es un pedófilo ni un psicópata incapaz de distinguir entre el bien y el mal. 
Cuando leas Lolita”, escribe Nabokov en 1956 a su amigo Edmund Wilson, “ten en cuenta por favor que se trata de un asunto profundamente moral.” La advertencia es importante puesto que la novela es una indagación extrema sobre las consecuencias fatales que una decisión moral desencadena tanto en la vida del agresor como en la de su víctima.

Vladimir Nabokov nació en San Petersburgo en 1899, en el seno de una familia aristocrática. Su infancia fue una etapa perfecta para él. Rodeado de maestros y servicio, aprendió a leer y escribir en inglés antes que en ruso. En 1919 su familia se exilió a Alemania y entre 1922 y 1939, Nabokov vivió en Berlín y en París, donde impartía clases y escribió sus primeras obras, todavía en ruso (es un extraordinario cuentista. En 1940 llega a Estados Unidos y allí tuvo que reinventarse hasta dominar el panorama de la literatura americana. Adoraba a Flaubert, Joyce, Proust. Por el contrario, detestaba a Faulkner y a Thomas Mann. Sus conferencias sobre Literatura revelan ideas controvertidas. Mostró un gran desprecio hacia el Psicoanálisis de Freud.
El proceso de creación de Lolita le costó muchísimo. Fue publicada primero en París, en una editorial casi subversiva. Fue un éxito de ventas, por el escándalo que supuso para una sociedad tan puritana y también por las buenas críticas que cosechó.
En Lolita el protagonista narra en primera persona sus memorias desde prisión. Trata de justificar todas sus decisiones. Humbert Humbert no es un loco ni un psicópata, sino un europeo apuesto y arrogante, educado y culto, poeta mediocre y secreto que, a sus cuarenta años disimula como puede su obsesión por lo que él llama las “nínfulas”, que son niñas pequeñas, púberes, entre doce y catorce años, y no niñas precoces y bellas. Se trata de una democratización del mito europeo de la ninfa (que implica tensión entre lo posible y lo imposible, entre lo corpóreo y lo incorpóreo. Es un mito etéreo que se encarna en Lolita, una púber vulgar que le revive el trauma de haber perdido a Annabel, su primer amor de infancia en la Riviera. Sufre, por lo tanto, disfunción sexual y sentimental. Se casa con la madre, Dolores, para estar más cerca de Lolita y anota en un diario todas sus elucubraciones. A medida que pasa el tiempo, HH va adorando más a la niña y aborreciendo a la madre. Hasta que aparece una pirueta, interviene el azar de una manera grotesca pero verosímil. La madre descubre el diario, sale de casa corriendo y es atropellada. Esto supone el cambio y la segunda parte de la novela no es sino un lento descenso a los infiernos de la angustia, la ansiedad, la sordidez y la abyección.
Lolita solo tiene a Humbert, quien se convierte en su padrastro. Así entramos en la segunda parte, la más difícil de soportar, porque la segunda parte de la novela no es sino un lento descenso a los infiernos de la angustia, la ansiedad, la sordidez y la abyección; a pesar de que no hay detalles escabrosos ni descripciones. La novela se convierte en una novela de itinerancia, emprenden un viaje por carretera pasando por moteles de todo el país.
Cuando HH está a punto de pasar la primera noche en un motel con Lolita y consumar el estupro, escribe: 
“¡Señores del jurado! Si mi felicidad hubiera podido hablar, habría llenado el recatado hotel con un rugido ensordecedor. Y hoy mi único pesar es que no deposité tranquilamente la llave 342 en el escritorio para marcharme de la ciudad, del país, del continente, del hemisferio,... del globo mismo, esa misma noche.”
A partir de ahí, HH sabe que se ha condenado para siempre. Pero en la segunda parte se dedica a disfrutar de su presa, se vuelve más paranoico. Se obsesiona por sentirse perseguido y también por el paso del tiempo, que puede hacer mella en la niña. La angustia le va acuciando y teme que Lolita lo denuncie.
¿Cómo es la relación a partir de entonces? La niña lo asume como un juego en un principio pero al final se encuentra con el peso muerto de un adulto depravado. La Lolita que parece perversa no lo es en absoluto. Es una pobre criatura a la que destruye HH. El abismo que hay entre las edades de ambos es lo que produce el vacío.
En la novela los personajes no son títeres sino que son seres con vida propia, hay una dimensión humana muy bien construida y una violencia moral constante. El reencuentro final resume toda la tragedia moral de la novela. Humbert, después de buscar desesperadamente a la niña por todo el país, huida en brazos de otro, la encuentra gracias a una carta suya en la que le pide dinero. Lolita tiene ahora diecisiete años y está embarazada de un chico rudo con quien vive de manera mísera. HH solo quiere saber la identidad del hombre que se la llevó: Clare Quilty (juego de palabras que evoca a “culpable”) a quien acabará matando. Antes de despedirse para siempre y tras extenderle un cheque, le pide por última vez que se vaya con él. A lo que Lolita contesta: “No, no puedo pensar siquiera en eso. Antes preferiría volver con Quilty. Quiero decir…” No termina la frase pero HH la completa: 
“Él me destrozó el corazón. Tú apenas me destruiste la vida.”

Al final, en un juego de malabares muy propio de Nabokov, el juicio sobre el asesinato de Quilty no llega a celebrarse porque HH muere repentinamente de trombosis coronaria, a pocas semanas de iniciarse la vista, lo mismo que Lolita después de dar a luz un niño muerto. Así, todos los testigos, por tanto, de la relación prohibida entre HH y Lolita están muertos, y en el vacío de la escena queda un solo personaje: el lector, que ahora tendrá que construir su propio juicio moral atendiendo a toda la complejidad desplegada por Nabokov. Es la magia de la Literatura.
Buenas tardes.



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