"La muerte en Venecia", de Thomas Mann

La novela de amor.
Martes, 4 de junio 2019

La muerte en Venecia. Thomas Mann
Jordi Llovet.


Thomas Mann narra en su novela La muerte en Venecia (1911) la historia de una pasión sensual: la de un hombre de 53 años, Gustav von Aschenbach, por Tadzio, un joven de gran belleza, en el inicio de la adolescencia. 
Mann nació en Lübeck en 1975, en el seno de una familia acomodada (su padre fue senador en el ayuntamiento de la ciudad) y de raíz protestante, en un tiempo en que estaba mal vista toda relación sexual (o sensual) que no fuera entre un hombre y una mujer. Es por ello que, seguramente, el narrador de La muerte en Venecia, pone mucho cuidado en incluir dos largas citas de Platón en las que se expresa la preferencia por la philia,o la amistad inmaculada entre hombres en el sentido del amor platónico.
   La muerte en Venecia es una novela muy bien trabada, con un plan premeditado, con acontecimientos del principio que cobrarán sentido al final, y con un gran estilo (uso de la frase larga de Cicerón que cae de manera severa), con la hipotaxis (como Proust o Flaubert) y una calidad acústica excepcional. La obra es una reflexión sobre el dilema entre la vida sensual (la de los sentidos) y la vida intelectual, más contemplativa, dedicada a la creación artística y al estudio. Este es uno de los grandes temas de Thomas Mann. Subyace además el dilema sobre la moralidad o la inmoralidad del arte.
   El protagonista es un escritor, un hombre dedicado íntegramente a alcanzar la dignidad y la gloria, con una férrea disciplina y exigencia por el trabajo. Sufre una crisis de creatividad y decide viajar por el Adriático. No se encuentra muy bien de salud, es un hombre muy maniático, con problemas de digestión, que viaja solo. No se alude a familia alguna. Decide tomar un vaporetto hasta Venecia y una góndola hasta el hotel Lido. Se extienden los rumores de epidemia en Venecia y el olor fétido de la laguna se hace insoportable. Así, la ciudad representa las dos caras: el amor y la muerte. El narrador describe al joven Tadzio como:

“un muchacho de cabellos largos que parecía tener solo unos catorce años. (...) Tenía una cabeza perfecta. Su rostro pálido y preciosamente austero, encuadrado en cabello color de miel, su nariz recta, su boca fina, y una expresión de deliciosa serenidad divina…”

   Un primer elemento de contraste es la aparición, en las primeras páginas, cuando Aschenbach viaja en el vaporetto que lo lleva a la ciudad, de un viejo decrépito, rodeado de un grupo de jóvenes que se burlan de él porque se ha maquillado como si fuera un jovencito. El contraste entre la plenitud de la vida y la decadencia de la vejez se presenta por primera vez. También se topa con un cementerio en el que aparece un paseante con una mochila. 
   Más adelante, cuando Aschenbach viaja en una góndola hacia el Lido, Thomas Mann acierta a comparar la góndola, de color negro, con un ataúd. Así, el viaje por la laguna de Venecia se convierte en una metáfora del viaje final por la laguna Estigia en la barca de Caronte.
   El protagonista acaba vencido por una potencia sensual tan fuerte, que se ve superado y no puede trabajar. Aschenbach, en su intento de resultar atractivo a un Tadzio que coquetea de alguna manera al saberse admirado por el escritor, acude a una barbería para mejorar su aspecto y que le dejen tan artificialmente joven como el viejo de la primera secuencia. Tiene un sueño y es ahí donde sí acaricia el cabello de “miel” del muchacho. La pulsión de un hombre tan recto le hace arrastrarse y acercarse al chico, al cual nunca llega a tocar. 
La historia de amor de Gustav von Aschenbach por Tadzio está narrada con dominio de estilo y con la capacidad de estructurar una serie de episodios que traban admirablemente el libro.




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