Con un saco de nueces. CCCB 6. Günter Grass. El tambor de hojalata.
Martes,
21 de abril. “El Arte de la novela
europea s. XX. 2”
Quiero que me entierren,
Y con dientes novísimos.
Si se oye crujir
Allá donde yo esté
Se podrá suponer:
“es él, aún es él”
Günter Grass murió hace
una semana y un día a los 87 años. Con este poema epitafio manifiesta su
voluntad de ser oído, de hacer ruido más allá de la muerte.
Se dio a conocer en
1957 con El tambor de hojalata. Dice
Marisa Siguán que se trata de una novela espléndida, una novela picaresca
moderna. Y es que su protagonista, Oskar Matzerath, narra su vida y con ella la
historia reciente de Alemania, desde principios de siglo hasta los años
cincuenta. Y lo hace desde una institución psiquiátrica, con un estilo donde lo
grotesco funciona como instrumento moderno.
Oskar ha decidido dejar de
crecer a los tres años como protesta por el mundo adulto. Será el tambor de
hojalata lo que le permita mantener cierta distancia y desprenderse de
prejuicios para abordar la sexualidad o la muerte. La novela se construye en
dos arcos temporales: el presente del narrador en los años cincuenta, con su vida cotidiana y
el pasado, desde la concepción de su madre, con la figura de su abuela materna: Empiezo mucho antes que yo.
El protagonista se formula
preguntas para encontrar el sentido de la vida. Es un superviviente y el tambor
le sirve para expresarse como un acto de protesta. También le sirve de refugio
porque a pesar de que hacia afuera no crece, sí evoluciona hacia dentro.
Destaca Marisa Siguán la
escena extraña de la taberna de la cebolla, donde no se sirve comida sino que solo
se cortan cebollas. Retrata la incapacidad para manifestar el
dolor. Cada cliente, con su tabla y su cuchillo, llora con las cebollas lo que no
se puede llorar sin ellas: “La lágrima
esférica y humana.”
Oskar narra a golpes de tambor. Toca contra el paso del
tiempo. Es el tambor el que crea, narra, hace presente las escenas, hace
presente el pasado para que no se olvide.
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