Más sobre el futuro del libro y el escritor
Apuntes sobre la Nueva carta sobre el comercio de libros
Editorial Playa de Ákaba
Desde las últimas décadas del siglo pasado, la composición digital no ha dejado de revolucionar el mundo de la edición. Mucho se ha escrito sobre el futuro del libro en papel. Los debates sobre las nuevas formas de comunicación se están convirtiendo en un género en sí mismos. Aunque el tiempo ha acelerado los cambios, todavía está por reunirse la enésima mesa redonda sobre los retos de la edición en plena era digital. Sin embargo en ese encuentro hay demasiado ruido. Los editores discuten, proponen y exponen sus ideas. Dicen que se impone la transgeneridad en textos y catálogos, aparecen nuevos géneros, formatos, la autoedición.
Las editoriales grandes están buscando su lugar y se debaten entre los nichos de ficción literaria y los de ficción comercial, cuya línea de separación se hace cada vez más débil. Una frase resuena en esta enésima mesa redonda imaginaria: Las redes sociales han dejado atrás a los medios de comunicación. Demasiado ruido porque las redes sociales no acaban de perfilar su función. Las editoriales inundan las redes de noticias, promociones, reseñas, convierten a los autores en creadores de opinión. Creo que esto se agotará, se puede llegar al riesgo de saturación. Y una pregunta obvia ante tanta guerra comercial ¿Quién va a dirigir el gusto del público lector y va a intervenir en lo que se debe leer? ¿Dónde queda el papel del crítico profesional?
Pese a la crisis económica, surgen pequeñas editoriales independientes de calidad que reman a contracorriente y algunas consiguen sobrevivir. Cierran librerías, pero otras abren y ofrecen nuevas formas de acercamiento al libro y a la lectura. Demasiado ruido porque a aquellos que se empeñan en vaticinar la muerte del libro y del proceso creativo, las estadísticas parecen llevarles la contraria. Se lee más que antes y a través de múltiples soportes. Ricardo Piglia, en unas conferencias recientes, se ocupa más de la cuestión creativa, de cómo se lee, y diferencia entre leer noticias, tweets, sugerencias que nos provocan ansiedad ante la dificultad de selección y de filtro. Sostiene que leer literatura requiere concentración, una lectura profunda e "inmersiva".
Debe
mantenerse la lectura literaria, cualquiera que sea el formato en que tengamos que
leer, que haya una relación con la lectura que vaya más allá de la velocidad,
de lo instantáneo.
La
tecnología trae nuevas formas de leer que no deben desplazar la FORMA LITERARIA
DE LEER.
Para
frenar la piratería, las editoriales luchan en 3 frentes: digitalizan y ponen
todo el catálogo a la venta, lo abren a todas las plataformas y modalidades de
lectura y lo ofrecen a precios competitivos, (pero sin la promoción necesaria, es como el hermano pequeño, el "patito feo" de los catálogos) Un libro en papel está en muchas librerías pero un
ebook está en una estantería global, a la que accede toda la comunidad
internauta, pensemos en la posibilidad de promoción.
Todo apunta a una larga coexistencia entre papel y
digital. El valor es de los textos
y no del soporte. Los propios textos son bellos en sí, un mismo texto literario
puede editarse en distintos formatos (alguno son horribles) y sigue teniendo
valor. Los dos soportes deben ser compatibles.
· La fijación de precios del ebook es una cuestión muy discutida,
a diferencia de los libros en papel, las políticas de precios varían mucho
según cada editorial y hasta según cada libro. Hay ciertos actores del mundo digital
(las grandes librerías, sobre todo) que insisten en la conveniencia de poner
precios bajos para incentivar la compra.¿Por qué pagamos dos veces por el mismo libro?
· Viene al caso el filósofo Heráclito y su máxima Todo fluye y nada permanece, es la teoría del devenir. El libro y el oficio de escritor no morirán. Ambos serán lo que quieran ser y lo que el tiempo y el propio proceso de cambio les deparen.
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