La tarea del lector

 



Carmen Martín Gaite

El cuento de nunca acabar


Se trata de un ensayo de 1983 donde C. Martín Gaite convierte el lenguaje mismo en materia de narración, recoge las divagaciones que guardaba en carpetas con el título “Frustraciones e incompletos”. El libro es una conversación que fluye, una reflexión sobre el arte de divagar, sin desprenderse del hilo de los recuerdos, de las visiones, y donde la autora reclama una vez más al lector como interlocutor. Porque todo lo mueve esa búsqueda, como una necesidad de espejo, o el sentido de la escritura como un acercamiento al otro.

Carmen Martín Gaite identifica en la célebre entrevista “A fondo” el hecho de escribir con el de conversar:

“Escribir es conversar. Es un sucedáneo de la conversación. Quien escribe lo hace porque no encuentra un interlocutor, alguien con quien poder hablar bien, con pausa, con tiempo, con plazo narrativo.”

El cuento de nunca acabar es original no solo por su estructura atípica, su estilo fragmentario o su inserción genérica en un híbrido entre narración y ensayo. Es un texto en libertad, gestado en un largo periodo y con el que la autora ha mantenido una relación que compara con las amorosas.

Por la vía de la sinceridad Carmen Martín Gaite consigue establecer puentes casi conversacionales con el lector. Es como si le otorgase una función primordial, la de cuestionarse su propio papel en la representación del acto de leer. El receptor tiene que actuar, debe asentir, negar, responder. Cabe preguntarse si acaso no es esta una de las finalidades del ensayo como género.


    
A raíz de la novedad editorial De viva voz. Conferencias, Domingo Ródenas de Moya ha señalado que a Carmen Martín Gaite “le encantaba conversar, contar de viva voz. La presencia del otro, oyente que mira y reacciona o lector hipotético y fantasmal, era la fuente de legitimidad del relato y su fuerza impulsora, su causa determinante y su destino último.”






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