Madame Bovary

 



Flaubert, el gran maestro de la novela moderna. 6 de octubre de 2021.

Madame Bovary.

Ignacio Echevarría

Buenas tardes a todos. Gracias por estar aquí. Es la primera vez que voy a hablar sobre un libro que casi todo el mundo ha leído: Madame Bovary. Es la gran obra de Flaubert y, en el sentido crítico y artístico, (no histórico), está considerada la primera novela moderna. Flaubert la empezó a escribir con 30 años, hace ya 170 años. Se puso a escribir el que iba a ser su primer libro publicado, que no el primero escrito. Escribió muchísima obra que censuró en la etapa de juventud, (síntoma de madurez), de la cual destacan cuatro libros, publicados póstumamente: Las memorias de un loco, una especie de novela de adolescencia; Noviembre, retrospectiva sobre un amor de juventud que le marcó para toda la vida; La educación sentimental y La tentación de San Antonio.

Si uno lee la segunda versión del San Antonio después de leer Madame Bovary puede ver que se trata de un escritor esquizofrénico, con dos discursos y dos caracteres como artista. Entre La tentación de San Antonio en su primera versión y Madame Bovary hay un abismo. La primera es una novela delirante que leyó a sus amigos, quienes le invitaron a desecharla. Le pusieron en la pista de un suceso sobre una mujer adúltera que había estafado a su marido en Ruan.

            Oriente siempre fue en Flaubert un tema recurrente que le obsesionaba desde su juventud. Gracias a su gran amigo el fotógrafo Maxime Du Camp, Flaubert, al fin, pudo realizar el viaje de su vida. Tras seis meses de preparativos, emprende ese viaje un hombre deprimido y, de 1849 a 1851, recorrerá Egipto, Líbano, Palestina, Rodas, Asia Menor, Constantinopla; regresando a Francia a través de Grecia e Italia.

            En Egipto siente nostalgia de la provincia, añora la ventana de su casa de Croisset. Hay un efecto en el que lo exótico es la tierra de origen y que en Flaubert tuvo mucha importancia, habla de “una de esas melancolías del viaje”. Ese fenómeno le ayuda a ver su propio entorno. También aprende a mirar, desde la otredad que supone la experiencia del viaje, que le convierte en un observador foráneo, de una realidad que no es la propia. Aprende a reconocer que escribir es incompatible con sumergirse en la experiencia. El único sueño de su vida es escribir.

            Las fuentes inspiradoras de la novela Madame Bovary:

Se conoce la existencia de un modesto médico llamado Eugene Delamare que casó en primeras nupcias con una mujer mayor que él, y que después de enviudar contrajo nuevo matrimonio con una joven llamada Alice-Delphine Couturier. Esta Madame Delamare fue sin duda el modelo más directo. De ella sabemos que no tenía fortuna personal, que no era tampoco muy atractiva y que, en palabras de Máxime du Camp, «sufría de ninfomanía». Alice-Delphine tuvo una serie de  amoríos, contrajo deudas y murió a los veintisiete años, el 6 de marzo de 1848, sin que haya habido ninguna prueba que permita hablar de suicidio.

Hay otras fuentes y otros motivos, aunque gracias a la correspondencia tenemos un instrumento (a veces muy peligroso) para interpretar sus novelas y su propia personalidad.

Madame Bovary se publicó en 1856 por entregas y fue censurada. No fue apreciada por la crítica oficial, sí lo fue por algunos amigos y escritores, como Baudelaire. El escritor fue procesado por ofensas a la moral; no obstante, en febrero de 1857, tras un resonante proceso, fue absuelto de estas acusaciones, y la publicación de la novela en forma de libro constituyó un enorme éxito. Madame Bovary es una novela que cuenta muchas cosas, Flaubert dice muchas cosas. Es un escritor enormemente cambiante. No existe relación entre sus novelas. Cada una de sus cinco novelas da lugar a un escritor distinto.

¿Qué vemos hoy en Madame Bovary más allá de su valor estético?

La novela refleja un pliegue, un quiebre entre lo que un individuo es y su entorno: una insatisfacción. El desclasamiento utiliza la cultura para desclasarse. Es la primera novela que reconoce una confusión entre el deseo y el derecho. Lo que son deseos se traducen en derechos. Una mujer nacida en un entorno rural tiene acceso a aspirar a otras vidas y se siente con derecho a acceder a ellas por la lectura. Este derecho le concede la impunidad de ser infiel y de estafar a su marido. El bovarismo es la capacidad de intoxicarse a través de las propias lecturas. Se ha establecido un paralelismo entre esta novela y el Quijote. Las dos novelan a dos personajes, hombre y mujer, cuya vida se pervierte a través de sus lecturas. Pero este paralelismo se queda ahí. Don Quijote está loco, él se siente caballero y milita en los ideales de su época. Ambos se contaminan de malas lecturas: las novelas de caballerías y la novela sentimental de la época. El drama de Emma es que sabe quién es y su desdicha es no aceptar su destino en la sociedad. Su drama es no saber lo que quiere ser. Quiere vivir un amor cuyo contenido es imaginario. Quiere vivir un amor que es el aprendido en las novelas. Es prisionera de su medio social por el lugar en que la coloca la institución matrimonial.

La cuestión fundamental del arte de Flaubert es el tema del estilo. Flaubert consagra al estilo como categoría que trasciende todo lo estético y lo moral. Su noción de estilo no tiene nada que ver con el estilismo, con las florituras. Es contraria a las tendencias de la imaginación. Su idea de estilo parte de un rechazo a la fraseología de la época, la literatura sentimental, los folletines.

            Flaubert cree todavía que el lenguaje puede expresar la realidad, que la palabra puede rehacer aquello que nombra. Antepone la verdad del lenguaje a cualquier otra cosa. La novela se construye a través de cuadros dramáticos, a través de los cuales se cuela el tiempo y a través de descripciones y del diálogo entre los personajes (con el estilo indirecto libre). Desplaza al narrador y esto le convierte en un sacerdote del Arte. Su reto es ajustar la palabra a la realidad que pretende reflejar. Es un ejercicio constante de adecuación entre lenguaje y realidad. Está dando el peso y la seriedad a la prosa novelística que tenía la prosa científica. Flaubert cree que la novela es una épica del conocimiento.





 


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