"Una familia en Bruselas", Chantal Akerman

 

 

Traducido por Regina López Muñoz

acompañado de un texto de la cineasta y montadora Diana Toucedo

Editorial Tránsito.


Chantal Akerman (1950-2015) nace en Bruselas, en el seno de una familia judía. Su madre, Natalia Leibel, superviviente de Auschwitz con quince años, ha sido una figura clave en toda la obra de la autora.

    Una familia en Bruselas es un monólogo dulce y triste sobre la memoria personal en torno a la relación de una madre y sus hijas. Narra episodios cotidianos durante las semanas previas y posteriores a la muerte del padre. Así, es un relato sobre el duelo, el dolor y la soledad. Pero todo está narrado con recursos efectivos para la asepsia total; esto es, la desdramatización. Fluye el dolor de una mujer marcada por un pasado que no quiere recordar, una mujer que vive en un piso grande casi vacío en Bruselas, que suele ir en bata. Una mujer que acaba de perder a su marido y que transita por lo cotidiano, rodeada por familia que vive más cerca o más lejos, y que solo desea que la vida de ahora sea fácil.


“Si lo piensa se pone a pensar en todo aquello en lo que se prohíbe pensar. Se le da muy bien no pensar en lo que no quiere pensar o más bien procura que se le dé bien, lo intenta y es agotador. Por eso siempre está muy cansada. Si tuviera que ponerse a pensar en todo aquello en lo que piensa estaría tan plagada de pensamientos que no podría ni ver la televisión ni llamar por teléfono de lo mucho que sus pensamientos la absorberían.”

    

        En este dulce monólogo interior, al modo impresionista, las frases se hilvanan y discurren fluidas, sin obstáculos, sin adornos innecesarios, sin valoraciones idealizadoras o sublimes. Es un hilo de voces pegado a lo cotidiano y cargado también de silencios. Así, la trama es mínima pero no intrascendente, sobre todo cuando se mueve en las anécdotas y recuerdos del marido, Jacques, antes y durante la enfermedad. Es a partir de las recaídas que le llevaron a la muerte cuando se tejen las relaciones familiares, especialmente entre la madre y las hijas.

 

“Él recayó y la boca se le torció otra vez y arrastraba el pie y había que trocearle la carne y lo único que hicimos fue hundirnos hasta el fondo y de esa ya no salimos.”


De los rasgos de estilo.

El monólogo interior es a veces tierno y a veces triste, alterna las voces de la madre y de la hija en un contínuum que impide discernir sobre quién piensa en cada momento. Y es que Una familia en Bruselas es un relato en forma de pensamiento, donde los gestos cotidianos y las impresiones sobre ellos y sobre las personas más cercanas van hilvanando la trama de la vida. También los silencios pesan. Así, la trama mínima avanza por asociaciones de ideas, por el mecanismo de la repetición y con la ausencia total de puntuación. Son tres rasgos del monólogo que ayudan a configurar el minimalismo narrativo que caracteriza la obra de Chantal Akerman, como cineasta y como escritora.


Y ahora quiero que la vida sea fácil y si me apetece salir poder salir y ahora a veces me encanta ir a algún que otro concierto diurno con una amiga cuyo marido también murió y en los conciertos no dejan entrar perros. Antes de casarme también iba de vez en cuando a conciertos y no sé por qué durante mi matrimonio casi nunca fui a ninguno.”


La formación en el campo audiovisual de Chantal Akerman pasa por diferentes escuelas profesionales y recibe influencias del hiperrealismo y minimalismo del cine experimental norteamericano y del antinaturalismo del cine europeo. En toda su filmografía subyace una reivindicación feminista permanente y gira en torno a la representación de la mujer y sus condiciones de vida.

 




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