Cierra los ojos y ve
Entró al fin en la
estación de metro de Sagrada Familia. Bajó las escaleras lentamente, con la
solemnidad del descenso a los infiernos y al pisar un ovillo de cáscaras de
pipas, se sintió por unos segundos como Stephen Dedalus en el tercer capítulo
del Ulises, cuando pasea por la playa
de Sandycove con los ojos cerrados para percibir el sonido de sus botas al aplastar
unas crujientes conchas.
El primer convoy entró
a los pocos minutos. Se dirigía a su estudio del Raval, un pequeño local de la
calle Notarías que comparte con un diseñador de bolsos y una restauradora de
objetos vintage. Ya en el vagón,
justo en el momento en que se cierran las puertas tras la señal acústica, entró
una joven abrazada a una carpeta o algo así y, por un momento, le recordó a Julia,
sus facciones aniñadas, su pelo corto y despuntado sobre la nuca, pero no, no
lo era. Se sentó frente a él y observó discretamente una pequeña cicatriz en
forma de pez en la pantorrilla izquierda. La descartó de inmediato.
Iba a llegar muy
temprano al estudio y dispondría de todo el espacio y la tranquilidad para
continuar la trama del capítulo cinco de su novela y para preparar su
intervención sobre el Ulises. Y es
que llegaba el día más importante para los amantes de Joyce, el Bloomsday.
Cayó en la cuenta entonces de
la conexión con el monólogo interior de Stephen y los crujidos de las conchas
bajo sus pies. De vez en cuando la mirada se le desviaba a la cicatriz -pez de
la chica, cuyos dedos se movían compulsivamente sobre el móvil.
Entropía
VprodanYva_ji1981 Jeff Krogman https://wakelet.com/wake/MX5xI4u829rjO06GXgkbR
ResponderEliminarbinanewma