César Aira. De los procedimientos
En su ensayo "La nueva escritura", César Aira ha dicho que:
"los grandes artistas del siglo XX no son los que hicieron obra, sino los que inventaron procedimientos para que las obras se hicieran solas..."
Procedamos.
El texto de Aira se
publica en el suplemento literario de La
Jornada, un 12 de abril de 1998. ¡Ah!,
primera revelación fruto de la intervención del azar: es el día de mi
cumpleaños (no así el año, que no
cuadra, obviamente). Después de una primera lectura, me parece un ensayo atrevido. Por cierto, recuerdo que mañana debo
exponer en clase las características de esta tipología textual. Los
estudiantes han aprendido un procedimiento
para analizar y replicar textos ensayísticos. Saben que por ser de naturaleza
reflexiva, el ensayo suele combinar la exposición y la argumentación, y que
predomina la actitud subjetiva. Esto se cumple en el texto de Aira, pero quizá
demasiado. La presencia del yo aparece insistentemente afirmando que se trata
de una visión personal, una opinión, y lo hace utilizando conectores
discursivos de reafirmación “tal como yo lo veo”, “siempre según esta visión
personal mía”. Aquí ya saltan las alarmas. Parece muy interesado en verbalizar
que la tesis o la teoría sobre las vanguardias artísticas es fruto de su propio
proceso reflexivo; acaso se cure en salud, se prevenga o dude de la veracidad
de sus ideas.
Tal vez es la clave de la lectura del texto como provocación.
Según el manual de ensayo, un texto
adquiere protagonismo por abordar de forma original las teorías. Aquí el tema es un postulado sobre las vanguardias
artísticas y la tesis señala que el modus operandi del escritor vanguardista
pasa por la invención de procedimientos y no por la elaboración de una obra
perfecta: la nueva literatura debe ser procedimiento y no resultado. Ya es mañana y mi asombro no cesa: ha sido
Adrián Soto, alumno bastante rezagado a la hora de captar los significados, el
padre de esta observación junto con la inmediatamente posterior. Esto es: En
el título ya aparece el concepto de novedad, la nueva escritura debe ser así,
según postula el autor.
Cerramos aquí el previo proceso de
experimentación que tenía como función la pertinente captatio benevolentiae, para no agotar al lector, si es que ha
sobrevivido a los cambios de la tipografía que además afean el texto y
distorsionan la lectura.
El
primer párrafo es fundamental: caracteriza las vanguardias por agotamiento del
arte, la consumación de la profesionalización de los artistas, que se limitaban
a hacer obras porque el arte “ya estaba inventado”. Pero no las contextualiza
hasta que somos capaces de inferir que se trata de los movimientos de
vanguardia histórica de principios del siglo XX. Resulta cuando menos chocante
que utilice para su caracterización
términos con connotación peyorativa: “pantomima”, “simulacro”, “carnavalesca”,
arte lúdico, poco serio. Los semas negativos pueden ser fruto del propio
subconsciente del autor. Así, César Aira minimiza, desvalora su aparición por
una mera necesidad de cambio. Es
contradictorio entonces que salve el procedimiento de unas corrientes
artísticas que, siempre “según como él lo ve”, nacen por agotamiento de una
literatura profesionalizada, incapaz de superar
la ficción del realismo tradicional.
Podemos ver otra trampa, o truco
¿narrativo? Al plantear las tres
alternativas para la supervivencia de la novela en el siglo XX. Esto es:
a) Continuar escribiendo según la tradición,
b) Ir un paso más allá, Proust,
Joyce, con lo que conlleva de afán de crear obras únicas, casi inabarcables y
c) La vanguardia como intento de desprofesionalización, inventar en el arte, que
desaparezca la obra y se cree el procedimiento para crearla. Así, como
“creadoras de procedimiento” continúan vigentes. Llama la atención que no
considere vanguardias a las obras o los procedimientos
de la opción b). Proust y Joyce someten al realismo tradicional a grandes
transformaciones, liberan al arte de los modelos, de la reproducción mimética,
alteran la linealidad del relato, traspasan tiempos y espacios narrativos y
experimentan con el subconsciente.
Aparece en el texto una referencia al
Quijote como “fenómeno único e
irrepetible, histórico, del que deriva la palabra “novela”. Es aquí donde
sucumbimos a un nuevo extrañamiento. Cervantes creó el género de la novela
moderna, y lo hizo con no pocos mecanismos y estrategias que han utilizado innumerables autores,
incluso de la novela realista decimonónica.
Demasiadas pistas falsas, argucias
que desmontan la veracidad de la tesis de Aira. Se trata de una broma, una
provocación, una teoría inventada como si de un argumento de ficción se
tratara. Y es que el conjunto de su narrativa es para el propio César Aira un proceso incesante de publicaciones, de
“falsas novelas”.
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