CCCB Lecturas sobre Shakespeare (2): The Merchant of Venice
Había entrado noviembre sigilosamente y hoy, de repente, nos ha traído el frío. Han llegado el otoño y las ganas de volver a escuchar a Andreu Jaume. Y así, como si en esta sala no hubiera nadie más, abre la sesión con un: Volvemos a nuestra intimidad. Buen comienzo.
Y volvemos a lecturas como esta de El Mercader de Venecia, comedia de 1597. Shakespeare ya dominaba por entonces el dialecto cómico y la capacidad de mezclar distintos mensajes. La obra esconde altas reflexiones sobre la justicia, el riesgo y de nuevo hallamos el proceso de averiguación acerca de la condición humana.

Antonio es mercader en la
Venecia de la época, puerto principal del comercio naval. Pide dinero prestado
a Shylock, el judío vilipendiado, para ayudar a su amigo Bassanio a competir
con los pretendientes de Porcia. Le obliga a firmar que si no paga la deuda en
el tiempo señalado, el usurero se cobrará con una libra de carne del cuerpo de
Antonio. Shylock se justifica con el famoso monólogo “Si nos pincháis, ¿no sangramos?..” Ha sido muchas veces mal
interpretado. Los judíos en la Inglaterra isabelina pertenecían al imaginario
colectivo. El ponente nos advierte sobre la lectura de la obra como lectores
del siglo XX que somos.
Planea de nuevo la sombra
de Christopher Marlowe (1564-1593) y su obra El judío de Malta, que presenta algunas similitudes con El Mercader de Venecia. Shakespeare
vuelve a escribir contra el modelo de Marlowe, pero aquí quizás consigue
superarlo. Shylock ha escapado de la obra para calar en el imaginario
colectivo. Es, ante todo, un usurero, pero se permite un gesto de nobleza, de
ternura, de amor hacia la madre de su hija (Lea).
Aparece el juego
hiperbólico de las comedias. Porcia se lamenta de que su padre, al morir,
dejase tres cofres cerrados (uno de oro, otro de plata y un tercero de plomo) y
una adivinanza como prueba para ganarse a su hija. Y en el proceso para hallar
pretendiente acaba siendo Bassanio quien elige bien, escoge el cofre de plomo
por su sencillez. (“La nada me lo dará
todo”)
Portia and the Merchant Thomas Sully . Cincinnati Art Museum |
A Shakespeare le importa
la tormenta humana y no la verosimilitud. Juega con el proceso de averiguación.
Se matiza una idea del amor fuera del decorado de estuco del amor cortés. Este
amor es una de las formas que, una vez despojado de lo sagrado, nos da pie para
averiguar algo más de la condición humana. Aquí explora la condición del
extraño a una comunidad, el rechazado. El final de la obra se resuelve con la
confusión de identidades y la restauración del orden establecido. Porcia,
disfrazada de juez, sentencia sobre Shylock, quien, desesperado y lleno de
odio, reclama la libra de carne.
El joven de la camiseta
blanca y espesas pestañas ha escuchado absorto toda la sesión. Tal vez más
atento que yo misma.
“El
mundo es solo un teatro donde cada cual ha de representar su papel”
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