En el centenario de Carmen Martín Gaite II
Entre visillos, novela germinal
La consolidación de Carmen Martín
Gaite como novelista llegó con el Premio Nadal que obtuvo en enero de 1957 por
su primera novela larga, Entre visillos,
en la que desarrolla un personaje femenino singular llamado "la chica
rara". La segunda fue Ritmo lento,
que quedó finalista del premio Biblioteca Breve de Narrativa de 1962.
Entre visillos, publicada en 1958, cuando el realismo social estaba en
expansión, responde de alguna manera a las inquietudes del momento. Así, encaja
en la orientación más testimonial del neorrealismo porque nos muestra la vida
de un grupo de personajes, en su mayoría femeninos, en el mundo pequeño y
cerrado de una ciudad de provincias, un grupo del que rehúyen en mayor o menor
medida, los protagonistas, Natalia y Pablo Klein, cuya personalidad destaca
sobre la colectividad.
Algunos de los rasgos que la acercan
al realismo social o neorrealismo son: la condensación espacial y temporal, la
preferencia por un narrador externo objetivista, aunque aquí aparece un
contrapunto entre la narración en tercera y las dos voces en primera; el
predominio del diálogo para ofrecer acciones y pensamiento de los personajes.
El grupo social representado es la burguesía de provincias de mediados de los
años cincuenta. También está presente la linealidad narrativa, pues no hay
saltos temporales y la trama la forman multitud de historias breves o meras
anécdotas.
“Estamos ante un relato atípico
entre los escritores sociales, donde los personajes individuales tienen un
protagonismo poco común en los años cincuenta: el relato se centra en el
individuo y descubre problemas personales no expresados a través de la colectividad.”
(Sobejano, 2005)
Hallamos además otras razones por las que otorgar a Entre visillos el título de novela germinal de algunos rasgos distintivos de Carmen Martín Gaite, sobre todo en Retahílas (1974) y El cuarto de atrás (1978), como son el uso del diario o el cuaderno, de la mano de la primera persona narrativa o algunos de los temas recurrentes de la autora como es el de la búsqueda de la verdadera comunicación.
En realidad, la poética literaria de Martín Gaite
estuvo siempre ligada a la reflexión sobre el acto comunicativo y las
relaciones entre la escritura y la conversación. Así, el tema fundamental de la
escritora, tanto en su reflexión ensayística como a través de la voz de sus
personajes, fue indagar sobre el acto misterioso de la comunicación, tanto la
oral e informal como la escrita y literaria. Todo lo mueve la búsqueda de un
interlocutor, como una necesidad de espejo. Se trata del sentido de la
escritura como un acercamiento al otro, como la necesidad de la interlocución
del otro que escucha, del lector o receptor que, a veces ni siquiera existe. En
la entrevista a Joaquín Soler Serrano del programa de RTVE, A fondo, en 1980, Carmen Martín Gaite
identifica el hecho de escribir con el de conversar:
“Escribir es conversar. Es un sucedáneo de la conversación. Quien escribe lo hace porque no encuentra un interlocutor, alguien con quien poder hablar bien, con pausa, con tiempo, con plazo narrativo.”
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