Lord Byron. Poeta clásico y radical. Las cartas venecianas
27 de noviembre de 2024
Lord Byron
en el exilio: las cartas venecianas.
Andreu Jaume
El Canto IV de Childe Harold se convierte en su principal casa en los años de
destierro por Europa. Para entender a este Byron maduro es crucial destacar el
fenómeno de extrañamiento que sufrió Byron y su renuncia a la honra pública,
que fue también una renuncia política y moral. El poeta renunció incluso a su
lengua materna, el inglés. En esos años de estilo tardío habla más en italiano
que en inglés y se relaciona con sus amigos por carta.
El tono epistolar es decisivo en la
conformación del estilo tardío de Byron, así como el gusto por la digresión,
con un aplazamiento constante de la acción, por el comentario de la misma. El Don Juan, su gran obra maestra, donde
desemboca su talento maduro, es un poema revolucionario, que adopta un mito muy
conocido ya en el imaginario europeo de la época, que lo subvierte y lo utiliza
como señuelo para empezar una historia que, en realidad, ni siquiera empieza.
Es una larga digresión con dos focos: la historia de don Juan, acosado por
mujeres, su peregrinación por la Europa revolucionaria; y por otro lado, un
comentario sobre las acciones que ocurren alrededor y una voz que se pierde en
digresiones fascinantes sobre lo humano y lo divino. Esta es su gran aportación
a la modernidad. La narración se vuelve teoría en un relato que siempre aparece
aplazado. La obra moderna es digresiva por su propia naturaleza y está
inacabada.
Byron, en las cartas, se dedica a airear sus
correrías durante los carnavales, que son verdaderas orgías. La etimología de
“carnaval” es carne levare, “dejar la
carne” justo antes de Cuaresma. Todo es una excusa para pasarlo bien. Hay una
impugnación de la identidad establecida, una gran mascarada.
Las cartas tienen un tono desinhibido y algunas están censuradas por los editores de la época:
“No he salido mucho. Esta noche salgo, con mi capa y con mi
góndola (...) Todo el mundo es pícaro. Los maridos pertenecen a todas las
mujeres, menos a la propia.”
“Es bien sabido que todas las mujeres casadas tienen un
amante.”
Es interesante cómo el poeta va
apoderándose de la cultura italiana: “Las
mujeres italianas tienen nociones peregrinas acerca de la constancia. La
perversión del racionamiento es muy acusada en las mujeres.”
Hay una distancia radical impuesta
por Byron con respecto a su público, a pesar de ser una estrella literaria con
el favor del público. No quiso tener relación con sus lectores. Les llamaba
“los búlgaros”: “Que a los búlgaros les
guste o no tiene importancia, lo que cuenta son las ganancias.”
En una de las cartas tenemos
indicios de cómo empieza el Don Juan
y leemos cómo se refiere a la obra: “...un
poema al estilo y manera de Beppo, alentado por el éxito de este. Se llama Don
Juan y quiere hacer burla de todo de un modo sosegado.”
En estas cartas empiezan a
anunciarse muchas de las constantes del Don
Juan, como son el deseo de las mujeres y también esa diatriba anti
idealista y anti platónica. En Beppo,
el poema veneciano, habla mucho del amor y del especial tipo de amor que se
practica en carnaval y que poco tiene que ver con el amor idealista. Aparecen
endecasílabos trabados muy musicales sobre distintas formas de mirar. El poema
pasa a contar su historia, la de Laura, una mujer casada, cuyo marido (Beppo)
se embarca y desaparece durante tres años. En una fiesta de carnaval, un turco
se prenda de Laura, un turco que es el propio Beppo enmascarado.
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