Lord Byron. Poeta clásico y radical. Las cartas venecianas

 


 

 27 de noviembre de 2024

Lord Byron en el exilio: las cartas venecianas.

Andreu Jaume

 

El Canto IV de Childe Harold se convierte en su principal casa en los años de destierro por Europa. Para entender a este Byron maduro es crucial destacar el fenómeno de extrañamiento que sufrió Byron y su renuncia a la honra pública, que fue también una renuncia política y moral. El poeta renunció incluso a su lengua materna, el inglés. En esos años de estilo tardío habla más en italiano que en inglés y se relaciona con sus amigos por carta.

El tono epistolar es decisivo en la conformación del estilo tardío de Byron, así como el gusto por la digresión, con un aplazamiento constante de la acción, por el comentario de la misma. El Don Juan, su gran obra maestra, donde desemboca su talento maduro, es un poema revolucionario, que adopta un mito muy conocido ya en el imaginario europeo de la época, que lo subvierte y lo utiliza como señuelo para empezar una historia que, en realidad, ni siquiera empieza. Es una larga digresión con dos focos: la historia de don Juan, acosado por mujeres, su peregrinación por la Europa revolucionaria; y por otro lado, un comentario sobre las acciones que ocurren alrededor y una voz que se pierde en digresiones fascinantes sobre lo humano y lo divino. Esta es su gran aportación a la modernidad. La narración se vuelve teoría en un relato que siempre aparece aplazado. La obra moderna es digresiva por su propia naturaleza y está inacabada.

En las cartas de Byron hay un tono desinhibido, mordaz, franco, cruel; incluso crudo; que hoy en día sería impublicable. Estuvo exiliado en Venecia entre 1816 y 1819 y canta a la ciudad en el Canto IV de Childe Harold: “Ciudad bella del alma”. Sus cartas de ese tiempo son una de las joyas de la literatura europea. La correspondencia ocupa varios volúmenes, pero el periodo de Venecia constituye casi una novela que nos hace imaginar. Existe una edición, aunque ya descatalogada, de las Cartas: Byron: Débil es la carne. Correspondencia veneciana (1816-1819). Ed. Tusquets, 1999, recopiladas por Gil de Biedma. El título es una cita evangélica escogida por el propio Gil de Biedma (quien sentía una gran pasión por Byron) y la obra fue traducida por Eduardo Mendoza.

 Byron, en las cartas, se dedica a airear sus correrías durante los carnavales, que son verdaderas orgías. La etimología de “carnaval” es carne levare, “dejar la carne” justo antes de Cuaresma. Todo es una excusa para pasarlo bien. Hay una impugnación de la identidad establecida, una gran mascarada.

Las cartas tienen un tono desinhibido y algunas están censuradas por los editores de la época:

“No he salido mucho. Esta noche salgo, con mi capa y con mi góndola (...) Todo el mundo es pícaro. Los maridos pertenecen a todas las mujeres, menos a la propia.”

“Es bien sabido que todas las mujeres casadas tienen un amante.”


    Es interesante cómo el poeta va apoderándose de la cultura italiana: “Las mujeres italianas tienen nociones peregrinas acerca de la constancia. La perversión del racionamiento es muy acusada en las mujeres.”

Hay una distancia radical impuesta por Byron con respecto a su público, a pesar de ser una estrella literaria con el favor del público. No quiso tener relación con sus lectores. Les llamaba “los búlgaros”: “Que a los búlgaros les guste o no tiene importancia, lo que cuenta son las ganancias.”

En una de las cartas tenemos indicios de cómo empieza el Don Juan y leemos cómo se refiere a la obra: “...un poema al estilo y manera de Beppo, alentado por el éxito de este. Se llama Don Juan y quiere hacer burla de todo de un modo sosegado.”

En estas cartas empiezan a anunciarse muchas de las constantes del Don Juan, como son el deseo de las mujeres y también esa diatriba anti idealista y anti platónica. En Beppo, el poema veneciano, habla mucho del amor y del especial tipo de amor que se practica en carnaval y que poco tiene que ver con el amor idealista. Aparecen endecasílabos trabados muy musicales sobre distintas formas de mirar. El poema pasa a contar su historia, la de Laura, una mujer casada, cuyo marido (Beppo) se embarca y desaparece durante tres años. En una fiesta de carnaval, un turco se prenda de Laura, un turco que es el propio Beppo enmascarado.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Los niños tontos (2). Sobre los cuentos

"En memoria de Paulina". Un cuento de Bioy Casares

Mi hermana Elba y los altillos de Brumal. De los límites difusos

SOLENOIDE, la novela traslúcida

Los niños tontos (1). Sobre el libro.