Lord Byron. Poeta clásico y radical. "Childe Harold"
20 de noviembre de 2024
La celebridad:
Childe Harold
Andreu Jaume
La pervivencia de Byron como poeta
se debe sobre todo a una serie de obras que están más allá de la popularidad de
la que gozó en vida con otras, y que se ciñen, entre otras, a Childe Harold, The Vision of Judgment y
a Don Juan, además de algunos poemas
sueltos. Childe Harold fue su primer
poema narrativo. Es un extenso poema escrito entre 1812 y 1819. Podemos empezar
a ver esa secuencia que va de Childe
Harold a Don Juan, como un único
monólogo dramático en que Byron va comentando cuestiones políticas e históricas
de su tiempo, pero también va dando forma a su propia idea de la interioridad.
La imaginación de Byron mantiene
intactos ciertos supuestos como la máscara del personaje que habla en el poema,
que se confunde con la máscara del poeta. Hay una tensión constante en su caso,
entre la voz política que crea y la voz de sus personajes en su poética
narrativa. En cualquier poema hay una operación imaginativa que salva la
distancia entre ambas voces.
Los dos primeros cantos de Childe Harold se publicaron en la
primavera de 1812, en la editorial de John Murray, que fue su editor hasta
mediado el Don Juan. Fue un éxito
inmediato que lo convirtió en el autor de mayor popularidad del momento, fue un
fenómeno impresionante; Byron pasó a ser una estrella, un precedente de la
cultura de masas que estallaría en el siglo XX. La primera edición tuvo 500
ejemplares y se agotó en tres días. En los años siguientes llegó a la cifra de
veinte mil ejemplares. En el archivo de Murray se guardan cientos de cartas,
sobre todo de mujeres declarando, tras la lectura del poema, su admiración o
incluso, ofreciéndose al poeta.
Empieza a ser mitificado e
identificado con su personaje, y empieza la cuestión de la huida de su propio
público. Una prueba del éxito de la obra es el cuadro de Turner, Childe Harold's Pilgrimage, pintado
antes de 1832. Y en 1834, Berlioz compuso una partitura sobre Harold en Italia,
basada en el poema de Byron.
Childe Harold es un poema dividido en cuatro cantos, escrito entre 1812 y
1819, justo cuando empieza Don Juan.
El poema le acompañó en toda su época de madurez, fue creciendo con él y varió
de tono en los dos últimos cantos. Los dos primeros fueron escritos en
Inglaterra y el resto, a lo largo del exilio del poeta. Byron se mantuvo fiel a
su obra, no abandona el poema, que no tiene un final ni una conclusión, sino
que la deja para empezar a escribir Don
Juan. Es la obra depositaria de la autenticidad de Byron como poeta.
El joven protagonista se llama
Harold, está moldeado en torno a la figura del Werther de Goethe, que creó una
forma de estar en el mundo, una forma de ser joven, un héroe desubicado que
acaba matándose, un héroe mal enamorado. Y Childe significa algo así como “el
caballero futuro”. En los primeros cantos se describe el viaje que hizo por
Europa, y su encuentro con la otredad absoluta, con el exotismo. Viaja por la
Europa de las guerras napoleónicas. En el Canto I se encuentra en España,
inmersa aún en la guerra de la Independencia, donde relata el salvajismo de la
invasión francesa. España formaba parte del imaginario exótico, todavía
extraño. Se queda prendado de la belleza de las mujeres españolas.
Byron utiliza elementos
autobiográficos que se van entreverando con la acción, pero la identificación
del protagonista con el autor molestó mucho al poeta. Esto le produjo un
extrañamiento crítico que no dejó de crecer. La voz que escuchamos en el poema,
madura e irónica, nace de ese rechazo a ser identificado con su personaje.
Harold es un héroe romántico y Byron crea una voz paralela que comenta
cuestiones sobre el personaje, una voz pública, crítica y disociada. En el
Canto II se traslada a Grecia, exaltado por la belleza de su pasado. Canta a
una Grecia como recuerdo ya desaparecido, de una cultura gloriosa, como patria
perdida del hombre perfecto.
La postura de Byron es escéptica al
respecto de la relación entre el hombre y la naturaleza. Es un rasgo muy
moderno, se distancia del idealismo imperante en la época. La naturaleza, para
él, es un ámbito caótico y contingente que prueba la debilidad humana.
Hay un cambio de tono entre los dos
primeros cantos, más melancólicos y envolventes, y los dos últimos. Para los
primeros, eligió una estrofa de nueve versos con rimas alternas y un lenguaje
con formas anticuadas, para fingir la condición de clásicos. Pero en los
últimos cantos aparta la peripecia y se dedica a comentar cosas. La peripecia
se diluye en favor de la digresión. Ahí radica la originalidad de Byron.
En el Canto III está en el campo de
la batalla de Waterloo, desde donde remonta el Rin y cruza a Suiza, encantado
por la belleza del paisaje y sus asociaciones históricas. Waterloo fue el final
de todas las esperanzas puestas en Napoleón como redentor mundial.
En el Canto IV Harold descubre
Venecia en un viaje por Italia. Pasa por otras ciudades como Ferrara,
lamentando el desaparecido pasado heroico y artístico. Dice una cosa
interesante de Ferrara: “Ferrara, en tus calles amplias y llenas de hierbas,
/cuya simetría no estaba hecha para la soledad.”
Childe Harold le sirvió a Byron para definir el cometido del poeta, la
tarea más modesta de revolucionar una expresión compleja para la experiencia,
que a la vez sea una defensa de la existencia, de la vida entendida como una
maravilla pasajera, efímera pero sagrada, inviolable. Esa es la gran lección de
Byron como poeta.
Comentarios
Publicar un comentario