El telón rasgado. Milan Kundera

 







Milan Kundera (1929-2023), autor de novelas extraordinarias; poeta, dramaturgo y cuentista, pero ha dejado una huella indeleble también con una trilogía de ensayos: El arte de la novela (1986), Los testamentos traicionados (1993) y El telón (2005). Son las obras donde vierte sus reflexiones en torno a la tradición narrativa europea y el lugar de la novela en nuestro mundo. Defiende la novela como un modelo de conocimiento que, a partir del Quijote, alcanza las más altas cotas con Sterne, Fielding, Diderot, Dostoievski o Kafka, autores de los que se considera heredero.

En su discurso La desprestigiada herencia de Cervantes”, de 1983, expresa sus ideas sobre la novela en 10 epígrafes. El los siete primeros se dedica a hacer un recorrido por la literatura y los grandes nombres de la tradición narrativa. En el segundo epígrafe comienza a caracterizar la novela como una invención del occidente europeo y afirma que, desde Cervantes, la novela ha asumido su misión de cuestionar y explorar al ser humano cuando la ciencia y la filosofía ya han desistido.

       El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad. Cada novela dice al lector: "Las cosas son más complicadas de lo que tú crees". Esa es la verdad eterna de la novela que cada vez se deja oír menos en el barullo de las respuestas simples y rápidas que preceden a la pregunta y la excluyen.

       El espíritu de la novela es el espíritu de la continuidad: cada obra es la respuesta a las obras precedentes, cada obra contiene toda la experiencia anterior de la novela. Pero el espíritu de nuestro tiempo se ha fijado en la actualidad, que es tan expansiva, tan amplia que rechaza el pasado de nuestro horizonte y reduce el tiempo al único segundo presente. Metida en este sistema, la novela ya no es obra (algo destinado a perdurar, a unir el pasado al porvenir), sino un hecho de actualidad como tantos otros, un gesto sin futuro.

       Pero, si el porvenir no representa un valor para mí, ¿a quién o a qué me siento ligado?: ¿a Dios? ¿a la patria? ¿al pueblo? ¿al individuo? Mi respuesta es tan ridícula como sincera: no me siento ligado a nada salvo a la desprestigiada herencia de Cervantes.


     Milan Kundera comparte las palabras de Hermann Broch:

       La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela.”

       “La novela es, en sí misma, vía de conocimiento. Su objetivo es aprehender los sentidos de la condición humana para “rasgar el telón” y llegar hasta el alma de las cosas.”

 Estas observaciones las mantendrá en El telón muchos años después.

En la cuarta parte de El telón, ensayo en siete partes, titulado “Qué es un novelista”, Kundera vincula los géneros con las edades sucesivas del hombre. Así, la juventud sería la “edad lírica”, “o sea, la edad en la que el individuo, concentrado casi exclusivamente en sí mismo, es incapaz de ver, comprender, enjuiciar lúcidamente el mundo a su alrededor.” Afirma que el novelista nace cuando sale del ensimismamiento del poeta.

            En El telón Kundera reflexiona sobre la novela y la erige como el género literario que constituye un modo legítimo y auténtico de conocimiento del alma humana y que se distancia de la filosofía, la historia o la ciencia. Autores como Rabelais, Cervantes, Diderot, Fielding, Flaubert, Kafka, Joyce y García Márquez, entre otros, forman parte de su universo literario y le hacen reflexionar sobre el ser humano y su mundo.

       Un telón mágico, tejido de leyendas, colgaba ante el mundo. Cervantes envió de viaje a Don Quijote y rasgó el telón. El mundo se abrió ante el caballero andante en toda su desnudez cómica de su prosa.

    Lo único que nos queda ante esta irremediable derrota que llamamos vida es intentar comprenderla. Esta es la razón de ser del arte de la novela.

 

 





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