"Extrañas", de Guillermo Arriaga
Extrañas, novela de Guillermo Arriaga
Narrativa Hispánica
Penguin Random House
Primera edición: febrero de 2023
Guillermo Arriaga (Ciudad de México,
1958) ha escrito una obra singular, una novela torrente, cuya trama avanza sin
apenas cortes ni otro tipo de obstáculos; un libro de esos en los que entras y te atrapa en cada página con
un imán imaginario. Lo elegí como lectura para un largo viaje en tren, seis
horas para adentrarme en la vida de William Burton, el joven noble protagonista
y narrador. Un viaje así es un paréntesis, un lapso donde todo se detiene salvo
la lectura, que fluye en suave vaivén mientras las nubes desfilan por el cuadro
de la ventana y yo me asomo a la Inglaterra de 1781.
Un narrador en primera persona rememora sus
años de juventud, desde que al cumplir los quince años, su padre le ordena,
como parte de su formación, recorrer todas las aldeas del territorio. Se trata
de William Burton, quien en compañía de Peter, el administrador de la
propiedad, inicia una travesía para “hacerse respetar” por los súbditos de la
dinastía. Pero un giro inesperado va a cambiar el sentido de toda la narración:
la aparición de criaturas tratadas como bestias entre los “villorrios” que debe
visitar el futuro heredero. En una primera referencia al título, aparece el
sintagma “gente extraña”. Son seres
humanos atados entre animales, seres con poca o nula capacidad para
comunicarse. “Son cinco, William, tres
machos y dos hembras”. El efecto que causa en William este descubrimiento
va a ser el detonante de toda la historia. Y es que el joven heredero pierde
todos sus privilegios por la firme decisión de convertirse en médico para
ayudar a los “engendros”, a esas criaturas deformes. Inicia entonces un camino
de aprendizaje de la vida y ahí nos situamos los lectores ante nuestra propia
naturaleza, nuestros prejuicios y miedos ante lo que no consideramos como
“normal”. Pero no se trata solo de eso,
hay más de una novela ahí dentro. Porque es una novela histórica, una novela de
aventuras, una novela sobre la evolución de la ciencia, la farmacia y la
medicina; sí, pero además es un extraordinario ejercicio lingüístico y de estilo.
Y es que la novela sorprende ya visualmente porque en sus 489 páginas tan solo hay 75 puntos y muy pocos puntos y aparte. Así aparece un torrente de letras y frases sin otra cesura que las comas. La explicación a esta singularidad intencionada la da el propio Arriaga en un hilo de twitter del día 7 de marzo, donde señala el “afán de hacerla sentir como si fuera una obra escrita en el siglo XVIII” y describe las reglas que se impuso:
1. primera, suprimí el uso del "que" y sus
derivados "qué", "porque", "por qué",
"aunque" ello me obligó a reestructurar la forma de construir las
frases y por ende, hacerlas sentir como si pertenecieran a otra época; en el
siglo XVIII se escribía de seguido, sin el relativo “que” y sin la conjunción
“aunque”.
2. segunda, prescindí de todo adverbio terminado en
"mente" (únicamente, solamente, etc.), eso me obligó a darle vuelta a
las frases para darle sentido de época;
3. en
tercer lugar, elegí redactar largos párrafos en los cuales las frases las
separaran comas y no puntos y seguido, con eso intenté brindarle una cadencia y
un ritmo cercano a la prosa dieciochesca;
4. por
último, resolví solo usar palabras acuñadas antes de 1790, con la ayuda del
diccionario Enclave RAE, de la @RAEinforma, pude saber cuándo se utilizó por
primera vez una palabra, en dónde y cuándo se registró en el primer diccionario
de la RAE en 1780. Esta regla implicó descartar cientos de vocablos y fue
necesario buscar sinónimos o palabras de la época cuyo significado fuese lo más
semejante posible a la palabra suprimida.
En una
novela donde la ciencia y la medicina son fundamentales, fue laborioso dar con
aquellas palabras precisas para indicar lo expresado. Doy ejemplo de algunas
palabras eliminadas:
optimista, pesimista, torso, consultorio, apasionante, asfixia, indiscutible, paralizado, laboral, sinsentido, embriagante, rigor mortis, pelvis, motilidad, desafiante, veterinario, vertebral, escalpelo, estrategia, atrofiar, agresivo, trayecto, emerger, abrupto, desorientado, malformación, incuestionable, pálpito, excepcional, estertor, control, fiasco, evaluar, gestación, emocionante, macabro, colapso, normalidad, bosta, rictus, borborigmo, succionar, banal, táctil, regusto, estropicio, autonomía, esquelético, culminante, respiratorio y cientos más.”
Por si todo esto nos pareciera poco,
el resultado es que topamos un glosario de términos cuyo significado nos vemos
impelidos a averiguar, aunque podemos
inferirlo muchas veces por el contexto. Si bien algunos lectores consideran que
añadir el glosario a la edición hubiera facilitado la tarea, los editores renunciaron,
pienso que acertadamente.
Para
muestra de la riqueza de vocabulario que contiene la novela, por aquí dejo
algunos ejemplos de términos singulares:
apoteca, cárcava, cadejo, fárrago, hesitación, bienquisto, probidad, facundia, perspicuidad, subsecuente, venático, túmidas, égida, tendejones, jayán, abrojo, ludibrios,...
Uno de los preceptores de William
que fomenta en él el ansía de conocimiento y el pensamiento crítico, Ryan,
sentencia algo muy interesante sobre el lenguaje:
“El
lenguaje es una faca filosa capaz de rebanar la realidad para asomarnos al
fondo de las cosas, lee en voz alta y de improviso, pon una palabra tras otra
hasta hallar su significado oculto.”
Es exactamente lo que hemos hecho el autor y los lectores.
Guillermo Arriaga (Ciudad de México,
1958) obtuvo el premio al mejor escritor en el Festival de Cine de Cannes por Los tres entierros de Melquiades Estrada
y en 2020 ganó el Premio Alfaguara de novela con Salvar el fuego. Ha publicado las novelas Escuadrón Guillotina (1991), Un
dulce olor a muerte (1994), El búfalo
de la noche (1999) y El Salvaje (2016),
Premio Mazatlán de Literatura 2017. En 2021, Alfaguara México publicó una nueva
edición de su libro de cuentos, Retorno
201.
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