Sobre Literatura y otros demonios. Mircea Cărtărescu

 



                     Cátedra Acciona Escuela SUR. Círculo de Bellas Artes. Madrid.

Traducción de Marian Ochoa de Eribe.




No puede existir una Literatura verdadera sin que por debajo circulen “demonios'', esas cuestiones que nos angustian por dentro. Kafka es quizá el escritor más importante de la modernidad, él se consideraba un centinela en los límites, en la frontera de conocimientos. el autor a quien más han agitado estos demonios. Cuando los demás dormían, él vigilaba. Para que cualquier cosa sea viable, debe partir de las llamas del infierno.

En el fondo de la literatura están nuestros demonios, todo eso que surge del interior y que alimenta la Literatura. Thomas Mann establecía esa relación entre el fuego del infierno y la existencia humana. En el sueño en la nieve en La montaña mágica tiene la visión de un templo, lleno de gente dichosa, pero que sobrevivía porque en lo más profundo de él, se sacrificó a un niño.

Dostoievski también preguntaba de dónde procede el mal. Esa es la pregunta más inquietante que atraviesa al ser humano: por qué sufre el inocente, por qué los más inocentes soportan el martirio. Y la esencia de la esencia del arte consiste en responder a esa pregunta.

Y por supuesto claro que existen artistas felices, autores idílicos, mágicos, de relatos, de cuentos, de utopías…Los pesos pesados han sido los que se han esforzados en responder a esa pregunta ¿de dónde procede el mal?

 

Del lenguaje onírico y la escritura desde, sobre y para la noche

No soy insomne como Kafka u otros autores, pero mis sueños son muchas veces difíciles de soportar. Escribo por las mañanas, cuando se disipan las brumas del sueño. Escribo una página cada día, casi todas los días, con constancia. Al final parece que soy un autor prolífico. Escribo solo a mano, algo que creo que sucede cada vez menos, aunque lo especial es que no edito nada, escribo en cuadernos. Los conservo como una especie de prueba, lo que he publicado ha sido lo primero que he escrito. Si no me salen las diez primeras páginas, tiro el manuscrito. No sé escribir de otra manera. Soy el reverso del escritor que añade, borra y deja manuscritos pintorescos.

No solo no edito nada, sino que no tengo ningún plan preconcebido. Nunca sé lo que voy a escribir en la página siguiente. Toda mi obra es una improvisación, mis libros se hacen solos. Si tuviera un plan cómo podría sorprenderme. mi placer es inventar cada día y dirigirme a una parte no sospechada.

El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos), es un esfuerzo lingüístico y cultural que sintetiza todas las facetas del idioma de Rumanía, el antiguo, los dialectos, el literario y dos siglos de poesía rumana.

La escritura es un acto de fe, yo creo que el libro va a alcanzar la coherencia, que se va a redondear solo. Comparo mi forma de escribir con la forma en que las termitas construyen su nido, no son arquitectos, no tienen un plan inicial. El plan es su propio cuerpo, que dicta la aparición de estos gigantescos monolitos. Creo que mi mente también funciona así, por una parte, de manera aleatoria y de otra de una forma rigurosa. Esta tensión entre el caos y el cosmos es lo que yo persigo en cada uno de mis libros. Thomas Pynchon habla de la consonancia entre la paranoia y la esquizofrenia. Los dos rostros de la mente humana.

Mi escritura es muy orgánica. Escribo de la misma forma desde hace más de 40 años: utilizando mi cuerpo como pluma, mi sangre como tinta, mi mente como cuaderno. Supe desde el principio cómo debería ser mi literatura. Quizás por esa razón los acontecimientos de mi vida no han cambiado sustancialmente mi manera de escribir, incluso habiendo producido sutiles cambios en mi visión de lo que significa la escritura. La ley que gobierna mi literatura es que escribo solo los libros que me hubiera encantado leer, pero que nadie había escrito.

A diferencia de la mayoría de los escritores que viven hoy, yo creo firmemente en la inspiración y nunca escribo nada si no me siento inspirado. Para mí, escribir es una especie de éxtasis, como si mi personalidad se desdoblase. Cuando estoy en mi escritorio, cambio totalmente: me convierto en una especie de médium que pone en la página lo que se le da a escribir. Al sentarme no tengo ningún plan predeterminado. En cada página me sorprendo a mí mismo. Es como si el texto ya existiera en la hoja, pero velado por una película blanca. Solo tengo que rascar esa película para que se muestre. Así es como he escrito la mayoría de mis libros, incluso los más voluminosos e importantes.

 

De la poesía

La poesía es, en sí misma, una pérdida. Es, en palabras de Mallarmé, «la rosa ausente de cada ramo». La poesía habla de un solo tema: de la devastación que sufrimos por la pérdida del amor, ya sea el amor divino, el amor romántico, a la humanidad, a nuestros padres o a nuestros hijos. La poesía siempre trata del amor y del infierno de haberlo perdido. Nadie escribe si no sufre. No confío en los poetas ‘abstractos’ que no pueden o no quieren expresar sentimientos profundos. Cuando sufres, tu obligación es llorar: no hay tiempo para metáforas.

La poesía es para los jóvenes. Después de un tiempo se vuelve obsoleta y falsa. Además, a los 30 años descubrí el enorme continente de la prosa y me enamoré de él. Empecé a escribir novelas, y estas se convirtieron en mi mejor manera de expresarme. Por supuesto, nunca abandoné realmente la poesía, que en realidad no es el arte del verso, sino una forma de ver la belleza de las cosas, que está en todas partes. Todas mis novelas son largos poemas, desde ese punto de vista.


De los tipos de escritores

Creo que la palabra escritor es engañosa. Hay muchos tipos de escritores. En el primer nivel está el escritor constructor, el ingeniero que conoce su trabajo, su profesión y que podrían explicarte las reglas que ellos mismos han aprendido, Es el nivel de la profesión de escritor.

Otro nivel incluye menos escritores, los que decoran el edificio. Son los escritores artistas, que son los que se definen por la posesión de algo inefable, que podríamos llamar arte. La fuerza de Dostoievski (rechazada por Nabokov) radica en la forma de investigar la naturaleza humana. La Literatura no consta solo de palabras. Los artistas son sutiles, inspirados, ahí están los grandes poetas y otros muchos narradores. Si la literatura consistiera en la belleza de las palabras, Nabokov sería el más grande.

Un nivel superior en la Literatura: los que santifican, los que bendicen el edificio son los santos de la Literatura, los que le otorgan poder. Aquí estarían los más importantes. Los que escriben obras que producen escalofrío en la columna, aquí están los santos que bendicen la verdadera literatura: Safo, Virginia Woolf, Quevedo, Rilke, Dante. La escritura es una religión para ellos.

Salinger inventó la familia Glass, sobre la que escribió varios libros. Un día, dos de estos personajes van a enrolarse en el ejército, deben rellenar unos formularios y en el hueco de profesión, Budy escribe “escritor” y el otro no puede parar de reír. “Yo pensaba que la escritura era tu religión”.

Para culminar este edificio, hay un autor que flota sobre todo que es Kafka. No necesitaba fama ni sueldo. Se conformaba con la oscuridad más absoluta. No se consideraba escritor, sino un hombre que escribía solo porque no sabía respirar de otra manera. Él es el escritor supremo, que ha escrito en el anonimato y quiso destruir su obra. Hablo de mi Kafka, el modelo en mi vida.


De la función que tiene hoy la Literatura

No me interesa la evolución de la Literatura. El ideal es un sistema en que todos los autores convivan, como en una biblioteca, una biblioteca desordenada (la mía). He sido un lector omnívoro y leo todo tipo de libros. Lo importante es el mundo en el que vivo. Leo libros de todos los ámbitos del conocimiento; filosofía, mística, teología, física…Hay que surfear en todos los niveles de la sociedad, los ámbitos de la realidad, ya sea literatura u otros demonios. el amor, el vino, el sexo, todo aquello que nos hace personas. No soy un ratón de biblioteca. Vivo como la gente normal y corriente, que es la llave de la existencia.


De las ruinas

Las ruinas juegan un papel muy importante en toda mi escritura. En la cultura europea existió la época de las ruinas (pre romanticismo). Se busca la inspiración, las ruinas son la verdadera imagen de la condición humana, de la melancolía humana. Todo tiene que desaparecer. (G. Harrison).

Veo el paraíso como un planeta lleno de ruinas, ciudades ruinosas, con casas donde se pueda entrar y estar solo, encontrar objetos extraños en las casas abandonadas y buscar una explicación para esas ruinas. Me encantaría vivir en un planeta así. Me gusta un pintor que reflejó las ruinas, poco conocido: Desiderio Monsù.

(François de Nomé (1593-1644) fue un pintor francés activo en Nápoles, identificado con Monsù Desiderio, nombre bajo el que se reunieron sus obras y las de Didier Barra, otro pintor lorenés activo en Nápoles con quien pudo colaborar en alguna ocasión aunque sus obras son claramente diferentes. Deslindadas las personalidades de Barra y de Nomé, con el primero se relacionan algunas vistas panorámicas urbanas, principalmente de Nápoles, en tanto Nomé es pintor de arquitecturas fantásticas y ruinas caprichosamente decoradas.) De ellos aprendí a amar las ruinas.

Mirar hacia atrás es siempre contemplar un melancólico campo de ruinas. El acto de desescombrar, de volver a eso que ya habitamos y escarbar sobre él, es casi la definición de literatura, al menos en mi caso: son los restos de las ciudades que lo contienen, de las personas que he conocido –o imaginado– y de lo que he logrado esquivar sobre lo que ha construido poemas, ensayos, novelas, cuentos y diarios. No hay en mi obra un tema común: más bien una mirada infestada de poesía. 


Sobre Europa y los clásicos

Yo no me defino como eurocéntrico, tengo un gran respeto por todas las culturas. Pero por mi educación, soy, en primer lugar, europeo. Jesús y Sócrates fueron casi dos gemelos culturales que siguieron la misma suerte: ambos fueron asesinados por quienes debieron amarlos. De la mente de estos dos hombres extraordinarios se ha construido Europa. Dejaron sus obras durante 2000 años de historia. Todos tenemos su doble ADN, el de estos grandes pensadores y místicos. Europa tiene su propia voz.

Yo amo todo el edificio cultural y literario de los clásicos. Cuando son releídos, vuelven a ser nuevos. La literatura no es un montón de libros, la literatura es un sistema. Esa es la diferencia entre lectura simple y lectura verdadera.

Yo sigo siendo un humanista clásico, creo en valores sólidos, que nuestra existencia tiene un sentido. Creo que el mundo es real, que existe la realidad y nuestra conciencia, que nacemos y tenemos que entender el mundo antes de morir. Nuestra existencia es un test, un examen de cultura general.

Todo es una herida: la luz nos hiere los ojos, el sonido nos hiere los oídos, los objetos nos hieren los dedos cuando los tocamos, las ideas hieren nuestro cerebro y el amor hiere nuestro corazón. Percibir es sentir dolor. La realidad es todo lo que te duele: si algo no te duele, no es real. De entre todas las experiencias humanas, la literatura es la actividad que más dolor nos inflige. Ser escritor te convierte en una especie de mártir espiritual. Un escritor siente todo el tiempo un doble dolor: el de percibir, pensar y sentir, y el de expresar este dolor por escrito. Esto te convierte a la vez en verdugo y víctima.


Sobre América Latina

Es mi gran amor. He visitado México y Colombia y me enamoré de esos dos países, Se parecen mucho a mi país, que es como un país latinoamericano perdido en Europa. También somos latinos. Una literatura imaginativa, exuberante, llena de vida, de sueños, de ese realismo mágico que constituye la literatura americana. Los románticos alemanes (XVII-XVII) son los que descubrieron los sueños (Novalis). Pasó a la modernidad como tema literario gracias al psicoanálisis, luego el surrealismo (Breton). Los escritores americanos vivieron en París durante el surrealismo (Cortázar), que distribuyó el surrealismo por todo el territorio. Es el padre de todos.

 

De las ciudades

En la literatura, como en nuestros recuerdos, no existen ciudades reales. Todas las ciudades son imaginarias, ‘ciudades fantasma’. Los escritores no describen, sino que inventan sus ciudades: San Petersburgo, Dublín, Alejandría o Buenos Aires no existían realmente antes de que Dostoyevski, Joyce, Lawrence Durrell o Borges escribieran sobre ellas. Todas las ciudades que aparecen en las novelas viven bajo el vasto cielo del cráneo de los escritores. Bucarest es mi propia ciudad, creada por mí a partir de los recuerdos de mi infancia y mi adolescencia, cuando sus calles, sus edificios, sus cines y sus mercados fueron tallados directamente en el blando mármol de mi cerebro. En realidad no existe Bucarest en el mundo: yo soy Bucarest, Bucarest solo vive en mis páginas.

 

De la nueva forma de imperialismo ruso

De hecho, se trata de la forma eterna de pensar y actuar del alma rusa. Desde sus orígenes, desde la época de los zares, los rusos han fantaseado con el poder imperial. Siendo un país pobre y primitivo, Rusia ha tenido a lo largo de su historia una sola manera de lograr sus objetivos: ignorando todas las reglas de la civilización y conmocionando a todos con una increíble exhibición de barbarie, con un desprecio total de la vida humana, de los derechos humanos, de la verdad, de todo lo que nos hace humanos. Los propios rusos son las primeras víctimas de esta terrible forma de pensar. El comunismo que impusieron en Rusia y otros países en el siglo XX fue en realidad un fascismo horroroso que causó millones de víctimas. Hoy su último zar, Putin, ha iniciado una guerra absurda y no provocada contra un país soberano, Ucrania, solo para decirle al mundo que Rusia sigue siendo un gran imperio. Con ello solo han logrado demostrar que, 1000 años después, no han cambiado ni un ápice.


De la reacción de Europa frente a la guerra en Ucrania

He escrito mucho en contra de esta estúpida guerra. He albergado a familias de refugiados ucranianos en mi casa. Hago todo lo que está en mi mano por aliviar, en la medida de mis posibilidades, a aquellas personas cuyas vidas han sido devastadas por la guerra. Putin ambiciona destruir no solo Ucrania, sino también la OTAN y la Unión Europea, y está fracasando en todas estas expectativas. Paradójicamente, la OTAN y la UE están más decididas que antes. Gracias a la guerra han descubierto que tienen que despertar de sus delirios sobre Rusia, que se ha revelado como su mayor enemigo. Es necesario dejar de depender del gas y del petróleo rusos y urge imponer sanciones contra este Estado canalla. Los crímenes de guerra exigen una respuesta aún más contundente por parte del mundo libre: no se han visto atrocidades de tal calibre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Los tribunales internacionales deberían juzgar a los que cometen tales actos en Ucrania como criminales de guerra.




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