Carmen Laforet, "Nada"

 




Rasgos de originalidad en el estilo de Nada

 

“De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces.”

Es una de las frases finales de la novela, y es también una rectificación. Así lo señaló Carmen Martín Gaite. Quizá sí que Andrea se llevó algo, y la prueba es su relato como protagonista de Nada, donde evoca no solo lo que aconteció en su año de estudio en Barcelona, sino también sus impresiones.

    ¿Por qué esta novela sigue seduciendo y es considerada un clásico a los casi 80 años de su publicación? Más allá del éxito inmediato que obtuvo y la sorpresa que causó en los círculos literarios por la juventud de la autora, por los rasgos autobiográficos del argumento, por la sordidez de algunas escenas o personajes, por la denuncia social que se vislumbra muy sutilmente,... Más allá de todo eso, lo que mantiene el asombro en los nuevos lectores es, sin duda, el estilo de la novela, el conjunto de rasgos estéticos que la identifican.

 

Algunos rasgos de singularidad y otros aspectos a tener en cuenta son estos:

       La novela es un relato lineal narrado desde el recuerdo de Andrea, quien nos cuenta, desde un futuro no precisado, sus vivencias en Barcelona, la ciudad de sus abuelos maternos, durante el curso 1939-1940. Nada es también la historia de una decepción, de un desengaño ante la vida y ante la realidad. Pero lo extraño es que se trata de una decepción que asoma en plena juventud, en el periodo de formación de Andrea. Aparece una descripción cruda de los tiempos de la posguerra, cargada de sordidez, pero desde una visión poética y subjetiva, con un barniz de sensibilidad y de percepciones íntimas y personales.

 

Del estilo:

 La narradora evoca una sucesión de impresiones, muchas de ellas sensoriales, mostradas desde su propia sensibilidad. El verbo “me parecía” se convierte en una marca para expresar la existencia de la impresión de lo que vive y lo que ve y siente Andrea. Otras marcas del llamado realismo impresionista son la frecuencia de términos como: Parecía, Para mí, Como si, Sentí, Sintiendo, Tuve una percepción,

     Así, las impresiones llegan a Andrea a través de los sentidos, como leemos en los primeros párrafos de la novela, recién llegada a la ciudad:

Olfato, oído, vista: “El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes tenían para mí un gran encanto.”.

Vista: Al levantar los ojos vi que habían aparecido varias mujeres fantasmales. Empecé a ver cosas extrañas como los que están borrachos.

Olfato: Mientras la brisa traía olor a las ramas de los plátanos. El hedor que se advertía en toda la casa llegó en una ráfaga más fuerte. Era un olor a porquería de gato.

Oído: Llegó hasta mí el tintineo de uno de ellos, este ruido de los primeros tranvías.

Tacto: Sentí una mano sobre mi hombro y otra en mi barbilla. Trepé en peligroso alpinismo sobre el respaldo de un sillón, para abrir una puerta que aparecía entre cortinas de terciopelo y polvo.

   Y a partir de la confluencia de varios sentidos para expresar las percepciones y sensaciones de la voz que narra surgen un buen número de sinestesias:

     El olor de melancolía,

     Los árboles lavados daban su olor a verde,

     Un olor caliente de ventana cerrada y lágrimas.

  La modalidad del discurso configura los rasgos de estilo; así, en las descripciones de espacios, objetos, personas y animales, el objeto de la descripción adquiere un valor simbólico. El paisaje cambia en la ciudad al paso de las estaciones y refleja a menudo los estados de ánimo. Una parte de la crítica ha destacado la estética del esperpento, de lo feo, lo grotesco, con la animalización en algunas de las descripciones, como las de la criada Antonia, o las del piso de la calle de Aribau o el cuarto de baño en particular.

    "  Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza. Por todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de humedad. "

   En los fragmentos narrativos; sin embargo, aparece un gran número de recursos de estilo como las metáforas, sinestesias, comparaciones o personificaciones. Abundan además la enumeraciones y los paralelismos; que aparecen como pretexto para la reflexión, para el autoanálisis.

    Nada presenta un estilo natural en los diálogos, donde predomina la oralidad y el habla coloquial. Se adecua el registro lingüístico a cada uno de los personajes. Así, la hermana de Gloria gana en expresividad hablando en catalán; o el padre de Ena, canario, utiliza el apelativo "mis niñas" para despedirse de Ena y Andrea: "Yo me voy arriba, mis niñas. Ya subirás, Ena."

    La narradora se sitúa en un segundo plano y muy poco sabemos de su infancia, más allá de su orfandad y que viene de un pueblo donde ha vivido con su prima Isabel. También desconocemos detalles sobre su aspecto físico (prosopografía) y son los otros personajes los que ofrecen algún rasgo físico de Andrea:

“Se parece a su madre en los ojos y en lo alta y delgada que es” (don Jerónimo). “Se te ven brillar los ojos grises como a un gato” (Román). Pons habla de su tez oscura, sus ojos claros y la ausencia de maquillaje; Ena, de sus manos delgadas, su andar torpe y abstraído.

    Sin embargo, algunos rasgos de la personalidad de Andrea (etopeya) sí podemos recopilar: es una muchacha silenciosa, escucha más que habla, se nos muestra desde su propio estado de ánimo, siempre imaginando, elabora imágenes de incomunicación y a menudo aparecen reflexiones sobre lo que percibe. Está siempre a la espera de algunos hechos extraordinarios que no acaban de llegar. Es intuitiva, siente muchas veces que algo va mal. Ella misma se otorga un papel de espectadora. “Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida. Yo tenía un pequeño y ruin papel de espectadora. Imposible salirme de él. Imposible libertarme.”

    Andrea es testigo de lo que observa, de lo que percibe, y; sin embargo se presenta muchas veces poco habladora, con una aparente timidez, que no esconde una personalidad débil sino que connota una gran sensibilidad, con trazas de inconformismo y ansias de libertad e independencia, que tiende a la tristeza y a la melancolía. 

    Tal vez, el personaje de Andrea pertenece a esa clase de tímidos para quienes la timidez otorga a su carácter una forma particular de audacia.



 


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