"Herrumbrosas lanzas", de Juan Benet






Novela y guerra. 7 de mayo 2020.
Herrumbrosas lanzas, de Juan Benet.
Ignacio Echevarría.


Un placer para mí hablar de una novela extraordinaria, muy recomendable, excepcional, lo es dentro del género que abordamos en este ciclo, “novela y guerra”, y lo es dentro de la tradición literaria española. Juan Benet fue un apasionado de la guerra como tema literario. Para el escritor, la guerra sería aquello que es pura acción, donde la palabra pierde su sentido, solo cuentan los resultados. Su idea de la guerra está unida al aspecto accional, material y físico. Así, los modelos literarios de Benet para hablar de la guerra son los de los historiadores clásicos y modernos, porque se ciñen a los hechos, sin intentar buscar razones emocionales. (Recomiendo la obra de Nora Catelli; Juan Benet, guerra y literatura. Libros de la resistencia, 2015.) La guerra civil es una modalidad bélica especialmente cruel y distinta, destaca por su potencial simbólico. A propósito de esta, decía Benet:
“La española tiene un aspecto de guerra ideológica y estas guerras siempre son una lata, los motivos no son los de luchar contra el pasado.”


Como escritor, el proyecto narrativo de Benet emerge en un momento en que la guerra civil empieza a ser un tema recurrente. Toda la narrativa de Benet tiene la guerra y sus consecuencias como telón de fondo y es una narrativa, en definitiva, sobre el tema de la ruina.
Concibió el proyecto de escribir una novela sobre la guerra que contestara a todas las demás. La dimensión militar del conflicto siempre fue necesario. A Benet le irritaba que la guerra fuera el contexto. sin detalle de las acciones militares. Esta fascinación por la guerra viene del hecho de que él fue un “niño de la guerra” (denominación de García Hortelano), nacido en los años 20. A la edad de nueve años, su padre, un abogado de determinados empresarios, fue arrestado y fusilado. La madre ocultó a sus hijos la muerte del padre, y el propio Benet vivió el final de la guerra en el bando nacional.
Herrumbrosas lanzas es un proyecto inacabado, un proyecto escrito contra todas las otras novelas de guerra y contra a cómo se pueden tratar como tales, si no se ceñían, según él, a las acciones de los combatientes, a los hechos. La obsesión por la guerra civil española lo llevó a acumular lecturas (más de 4000 volúmenes sobre el conflicto) y a escribir sobre ella. Así, en 1976, Juan Benet escribió un pequeño ensayo: “Qué es la guerra civil española”, que fue un primer intento de análisis de los hechos de esa guerra.
“Se trata de un manual de ochenta páginas para intentar explicar de una manera muy sucinta lo que fue la guerra civil. No es una reflexión personal (..) se manejan datos y se analizan, sobre todo, las actuaciones militares.”

Esta tesis la defiende con dudas pero es la lectura por la que se inclina Benet. De nuevo, pues, el interés de la guerra en clave militar.
“La batalla del Ebro fue un triunfo republicano porque consiguieron el objetivo que se proponían: prolongar la guerra ocho meses y conseguir que se acelerase el conflicto europeo para que se identificaran las suertes republicanas y de las democracias occidentales.”

El joven que quería ser escritor opta por un territorio propio, "Región", que es España y no lo es. Es un lugar inspirado en las tierras de León, donde trabajó como ingeniero. La ruina épica y material de lo humano, asociado a la derrota, es una de sus obsesiones. Además de la ruina, también la traición es un asunto cardinal en la narrativa de Benet, y la penumbra, lo incierto, las zonas que no quedan claras.
En un primer momento, su proyecto fue escribir una historia militar de la guerra civil, para lo cual amontonó centenares de libros. Pero la literatura es el medio que se desmarca y se centra en los territorios de penumbra de lo humano. Y, desbordado por la cantidad de información, opta por escribir una novela en el escenario que le es propio, Región. Se trata de una comarca mítica, como el condado de Yoknapatawpha, de Faulkner. Es el símbolo explícito de la ruina y la desesperación. No es un país cerrado, sino una zona de España determinada.
Lo que Juan Benet narra estos libros es una campaña militar, republicanos contra los nacionales, que describe con todo detalle. Empezada la acción, las motivaciones quedan atrás y lo único que queda es la batalla, las ansias, y vencer, y la derrota, y el desastre. Juan Benet impuso que la novela viniera con el mapa de Región para los lectores, el escenario donde tiene lugar. Se adentra en un escenario militar porque necesita una cartografía para reconstruir los hechos con todo detalle. Hay necesidad de concreción, de adentrarse en un espacio iluminado: las campañas bélicas. Herrumbrosas lanzas no es una novela canónica, se entiende que su forma de contar tiene que ver con la crónica más que con la novela, género nacido para contar hechos íntimos y no tanto bélicos.
La novela es un género que escapa siempre a su propia definición. Así, es una variedad de novela: una crónica histórica, pero como conjunto se resiente ya que decide publicarla por entregas, hasta el libro VII, cuando se cansa un poco de lo que está escribiendo y lo abandona. Luego los continúa y aparecen en 1998, póstumamente.
La novela contiene, a pesar de su extensión, el muestrario completo de sus recursos novelísticos como escritor. Es su novela más amena y legible en un sentido trivial, llena de humor, momentos de crónica, de novela lírica, de relato épico,... con un gran nivel de excelencia. Pero Juan Benet declaró en una entrevista el agotamiento como motivo de abandono del proyecto, nosotros podemos apuntar tres causas más probables: la primera, el desencanto, una especie de mala suerte. A pesar de su influencia en otros escritores, Herrumbrosas lanzas nunca encajó en el panorama narrativo español. En el año 68 los autores americanos del boom eclipsaron la producción española. Además, Camilo José Cela publicó Mazurca para dos muertos, de una estrategia narrativa totalmente contraria a la de Benet (la guerra como aceleradora de pasiones), pero ofrece una lectura completamente desideologización. A Juan Benet, esa coincidencia lo desarma.
En 1982 la sociedad española estaba volcada en una nueva narrativa, con la nueva sociedad de la transición, y el propio Benet se da cuenta de que su novela no es recibida con entusiasmo, aunque sí con respeto. Benet queda arrinconado por un público que ya no se interesa por la guerra civil. Así, el relato de Benet llega en un momento inoportuno. Y en 1986 se publica la novela El testimonio de Yarfoz, de Sánchez Ferlosio, compuesta por las entregas de una vieja crónica sobre batallas en un tono sostenido de alto nivel. Esto dejó a Benet fuera de registro y se dio cuenta de que su estrategia era errada. Decidió que ya no continuaría con el libro. Este fracaso dota a la novela, leída en la actualidad, un interés adicional porque ilustra cierta incapacidad de la novela como género para dar cuenta de la guerra de un modo cabal.

Buenas tardes.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Los niños tontos (2). Sobre los cuentos

"En memoria de Paulina". Un cuento de Bioy Casares

Mi hermana Elba y los altillos de Brumal. De los límites difusos

SOLENOIDE, la novela traslúcida

Los niños tontos (1). Sobre el libro.