Carmen Martín Gaite. El cuento de nunca acabar












El cuento de nunca acabar (apuntes sobre la narración, el amor y la mentira). 
Carmen Martín Gaite.
Editorial Siruela.


El estilo de Carmen Martín Gaite (1925-2000) en esta obra es el de un ensayo que fluye, un solo cauce que recorre por las impresiones del ensayista. Abundan los conectores, da una sensación de suavidad discursiva, mece al lector. Por ejemplo, a partir de las propuestas de juegos para su hija y sus amigos en el parque acaba reflexionando sobre las tareas domésticas y los juegos infantiles. Se detiene y remarca sus ideas.

“Las palabras, al fluir, van marcando la necesidad del discurso tal como sale y quebrando los propósitos que hubiéramos podido abrigar antes de ordenarlas de esta manera”

Su estilo se mueve entre lo literario y lo coloquial con predominio del registro familiar del hablante culto. Capta muy bien las modulaciones, los tonos de la lengua hablada. El léxico cotidiano adquiere nuevas cargas semánticas con resonancias íntimas, familiares o literarias.

En su obra ensayística hay un tema recurrente: el sentido de la escritura como la búsqueda de un interlocutor (lector o destinatario explícito que a veces no existe). 
Se trata de la necesidad de la interlocución del otro que escucha. Es una proyección mental que capta la esencia. Es el intento de seducir al receptor con la palabra. Distingue entre los falsos interlocutores (profesor, confesor, psiquiatra, periodista) que nos obligan a la narración y el narrador verdadero, añorado en la primera edad.

TEMAS

1. Justificación del título:
La esencia y las motivaciones del decir, el contar y el inventar
El origen de la narración dentro de la narración: la aparición de un nuevo personaje que se pone a narrar hechos ajenos a la narración.
La diferente disposición de cada cual para enfrentarse con los discursos y relatos ajenos, a su manera propia de recogerlos.
La difícil caracterización del género, la tipología de lo que va a ser el libro: Utiliza  la metáfora del libro como viaje. Condición fragmentaria del libro.
“análisis de la narración”, dificultad para explicar el contenido del ensayo.
2. Las torres de marfil quebradas:
Actitud para empezar a ponerse a escribir. Receta o fórmula: Es necesario un estado de sosiego, pero con actitud activa y no pasiva: un sosiego no inmanente, que nace para ser trascendido, con un criterio de ordenación, “una cierta disciplina sobre las intuiciones” y mucha paciencia.
3. Las siete preguntas sobre el narrador.
¿Qué cuenta? Lo que ha vivido, lo que ha soñado, lo que ha visto o lo que le han contado.
4. Las mujeres noveleras
“Las que aspiran a contarse su vida de otra manera”
5. Vida y literatura: “Frontera entre lo que llamamos vida y lo que llamamos literatura”
6. La necesidad de leer novelas: el escapismo a otros mundos, curiosidad insatisfecha. En la primera edad: leer por curiosidad insatisfecha. Se añora un interlocutor verdadero, con pasión e interés.En la edad adulta: leer por evasión a la reflexión.
7. Analiza diferentes tipos de narradores o de narraciones:

1. Egocéntrico, que se autoengaña en la primera edad.
2. Inmaduro
3. Sabihondo
4. Perezoso, quejumbroso
5. Compulsivo
6. Avasallador
7. Olímpico
8. Ocasional
9. Cerrado o “Tanathos”
10. Abierto o “Eros”
11. Testigo
12. Sedentario
13. Embarullado
14. Gastronómico

Tras la reflexión sobre las dos verdades en su texto, hay un momento en el que empieza a hablar del narrador amoroso. Nos convertimos en unos narradores meticulosos, concienzudos porque nos importa mucho mantener cautivo a su lector oyente, a su destinatario. La voz que cuenta tiene que seducir, hacer cautivo al lector.
La figura del interlocutor es el objeto más deseado. Concibe su obra como un diálogo abierto con el lector, pero esto le exige en primer lugar establecerlo consigo misma. Así, la búsqueda del interlocutor está íntimamente relacionada con otra búsqueda: 
“el modo y el placer de hallar en soledad la expresión buscada”.



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