CCCB Virginia Woolf y La señora Dalloway
El arte de la novela en el CCCB
Martes,
11 de marzo. Segunda lección del curso El arte de la novela, dedicada hoy a
Virginia Woolf. El ponente es D. Sam Abrams, y también es presentado por Jordi
Llovet con una catarata de elogios, de corrido y sin vocalizar que tanto me
recuerda a otro Jordi. Yo había entrado algo temprano y, como si mis pies decidieran por mí, me llevan a la misma silla de la semana pasada. No se llena la
sala por completo y me parece que el auditorio es más joven esta vez.
Mientras espero, un señor muy educado se sienta a mi lado y comentamos algo
sobre la manía que tienen algunos de reservar asientos en buenas posiciones
para que luego se retrase o no aparezca la persona en cuestión.
«La
señora Dalloway dijo que las flores las compraría ella.»
Siempre me gustó este arranque de novela.
Suele utilizarse como ejemplo del estilo indirecto libre, porque aparece una
zona común entre el universo del personaje y el universo del narrador, ambos se
han contaminado. Es también una muestra de inicio in media res, pero se narra desde la impresión emocional. Esto me
hace pensar en la voz, y en el tono de la narración. D. Sam Abrams, tras una breve
introducción a la vida y muerte de Woolf, habla del grupo de Bloomsbury y de su
afán de modernidad. Los movimientos de vanguardia europeos cumplieron su papel
de actualizar la cultura, pero no llegaron a Inglaterra hasta los años 30. En
literatura, este grupo asume unas pautas de modernidad como el dejar al lector
a su suerte ante la narración. El autor no se hace responsable de la
comprensión de la historia, que por otra parte se llena de complejidad y se le
incrustan referencias culturales.
El
argumento de la novela es mínimo, pero el narrador entra en la mente de todos y
cada uno de los asistentes a la fiesta que Clarisa está preparando. Aparece un
personaje ajeno a la fiesta, cuyo pasado en la guerra ha trastocado sus
facultades. La historia de Peter y la de Clarisa y su fiesta avanzan en
paralelo pero sin punto de intersección. Solo al final de la novela tienen un
nexo común: el transcurso de la vida (la fiesta) y la tragedia (el suicidio de
Peter). No interesa lo que hacen los personajes, sino lo que experimentan. Cada
personaje se explica desde su propia mente.
Londres
es el marco espacial, el contexto. Y
todo el tiempo narrativo es un día, un día de 1923. Un día de una vida como un
acontecimiento de primera magnitud. En esto coincide con James Joyce y su Ulises. El profesor va explicando
algunas coincidencias más entre las dos novelas y apunta que la de Virginia
Woolf es más elíptica, más concentrada, aunque ambas relejan la vida moderna,
compleja y acelerada.
De
nuevo aplausos al final de la intervención y de nuevo la impresión de que
la narrativa moderna nació hace ya casi
cien años.
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