CCCB William Faulkner, Mientras agonizo
El arte de la novela en el CCCB (3)
Martes,
18 de enero. Vuelvo al CCCB. Hoy nos han cambiado la ubicación del evento. La
lección se impartirá en el flamante hall
del auditorio, la sala principal de Kosmópolis o Festival de Literatura de
Barcelona. Hay en el ambiente cierto nerviosismo y desorientación. Algunas de
las caras que me acompañan ya me suenan, ya las reconozco y parece que ellas a
mí. Lo que no ha cambiado es la edad del público y la manía de reservar los
asientos. Suenan timbres de móviles a mi alrededor. Giro la cabeza y veo a una
mujer que teclea sobre una foto de su nieto. Otras llaman a sus amigas, a las
de los asientos reservados para anunciarles el nuevo espacio. «
¿Qué toca hoy?», oigo a mi espalda. «Faulkner,
uno de los aburridos», le responde otra voz madura.
Cada
martes se hace más patente que el interés general del público asistente no es
tanto la literatura sino la socialización, el dejarse ver, cruzar comentarios,
mirarse en el aspecto de los otros y reconocerse entre ellos. Es como un rito
litúrgico, las misas laicas de la posmodernidad. «Buenas...
sí, sí, un ataque de lumbago, mañana voy a urgencias.» El
instante previo a que comience la lección parece el momento adecuado para estas
charlas que se apuran al máximo. Entra el ponente, de nuevo D. Sam Abrams, y
nadie le hace caso. Esta vez, como repite, no lo presenta Jordi Llovet, quien
ni siquiera acude. Algunas mujeres en pie, con brazos alzados haciendo
aspavientos como si de mujeres-guía se tratara, sisean avisos para captar la
atención de las que llegan. Porque ya han dejado los móviles para alzar las
manos cual controlador aéreo. Pasan los minutos y se van acallando los murmullos,
las luces bajan de intensidad y el ponente empieza su lección.
William
Faulkner pertenece al círculo de la alta modernidad narrativa del siglo XX. Mientras agonizo (1930) es una novela breve, pensada como un
texto experimental, As I Lay Dying.
Esta frase es de Homero, de la Odisea,
puesta en boca de Agamenón. Es toda una declaración de intenciones para
reinterpretar la tradición homérica.
Escucho
la voz acogedora de Abrams y anoto en mi cuaderno. La novela fue escrita en
seis semanas, consta de 59 capítulos en los que hablan 15 personajes
diferentes. Narrador y punto de vista múltiple. Es una historia de itinerario
en la que la familia de Addie carga con su ataúd a través del sur de los
Estados Unidos para cumplir su último deseo de ser enterrada en Jefferson. Cada
uno de los personajes, hijos y marido de Addie, explica su relación con ella,
su historia personal y su propia relación con el entorno. Pero todos ellos
esconden un motivo personal para ir a Jefferson. Sale a la luz el oportunismo,
el egoísmo, la fragilidad de la existencia, la identidad, el ¿quiénes somos? y,
sobre todo, la dificultad de verbalizar la vida interior.
Me
detengo en esta frase y dejo de apuntar. Para Faulkner, el lenguaje no es
suficiente para expresar el fondo del alma humana, con sus conflictos entre las
relaciones sociales. La técnica del flujo de conciencia nos da una aproximación
inmediata a la vida interior de un determinado personaje. Los personajes son
voces que hablan, conciencias que piensan, pero cada narrador describe solo una
parte de la realidad y el lector debe
armar las distintas piezas para unificar el devenir narrativo.
Muchas
gracias
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