El bestiario de Kafka: más allá de la humanidad

 


Franz Kafka, entender el siglo XX

 8 de mayo de 2024

 Cecilia Dreymüller




Los relatos de Kafka con presencia de animales o protagonizados por animales son muy especiales. Es esa presencia realmente lo que supone una de las grandes y geniales singularidades de su obra; es tan llamativa que es casi imposible no fijarse. Hay perros, monos, canguros, chacales, buitres, camellos… Se cuentan más de cien animales y de facultades y experiencias insólitas: hay caballos abogados, perros que abrazan a sus amos, ratones cantantes, topos de dos metros o bichos híbridos como el cordero gato de un cruzamiento. Y parecen surgir desde la constitución misma de la imaginación de Kafka (en checo, Kafka significa grajo). Esta masiva presencia de animales puede remitir a las fábulas; pero en realidad, la suya es la tradición romántica alemana y dentro de ella, la obra de E.T. Hoffmann. Es quien crea los primeros animales hablantes y, apadrinado por ese precursor, Kafka crea estos personajes, completamente nuevos, que se mueven en este ámbito turbador y fronterizo entre hombre y animal. Pero Kafka jugaba con elementos de la fábula:

       Pequeña fábula (título de Max Brod y publicación póstuma):

¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo es cada vez más pequeño. Primero era tan ancho que me daba miedo. Seguí corriendo y me sentí feliz al ver por fin los muros que se alzaban a lo lejos, a la derecha y a la izquierda. Pero esos largos muros se precipitan cada vez más velozmente los unos contra los otros, y ya estoy en el último cuarto y allá, en el rincón, espera la trampa en la que voy a caer.

-Tienes que cambiar la dirección de tu carrera -dijo el gato…y lo devoró.

Es una situación parabólica y se agudiza hacia el final. Es una exposición concisa, muy desnuda, sin florituras descriptivas. El final ejecuta un giro abrupto con un golpe sarcástico muy fuerte y clava a la perfección, en cuatro líneas, un dilema existencial: el de la inconsciencia del hombre frente a su destino hacia la muerte.

       Las historias de animales de Kafka siempre se refieren a realidades concretas de la vida del ser humano; y, para ser exactos, a las circunstancias personales propias, a sus dilemas y a sus conflictos. No apuntan hacia las intenciones moralizantes de la fábula, ni generalizan para nada. Vuelven todo al revés e inquietan, porque siempre giran en torno a problemáticas del hombre moderno, su aislamiento o su control absoluto desde un poder invisible. Son problemáticas reconocibles por el lector de hoy.

       Podríamos distinguir dos tipos de relatos de animales en Kafka, por un lado, los de antes del shock existencial que supuso, en 1917, el diagnóstico de la tuberculosis, que son relatos lúdicos-especulativos, donde Kaffa explora, todavía con ganas de contar historias, el alcance de una idea fantástica. Son los más conocidos y de lectura más accesible, como La transformación o “Un informe para una academia”. Por otro lado, están los relatos o fragmentos parabólicos-filosóficos, típicos del Kafka tardío. En ellos se construye un tenso laberinto metafórico con un mínimo de medios narrativos. Son los más enigmáticos. Por ejemplo, “La obra”, “Josefina, la cantora o el pueblo de los ratones”, el último de los cuentos de Kafka. Pero todos parten de situaciones reales de una persona real. Abundan las comparaciones con animales que utiliza cuando habla de sí mismo. Esto se hace especialmente patente en la correspondencia con Felice. Se compara con un perro o con un ratón. Estas comparaciones eran comunes como insultos. Durante la relación con Felice surge el impulso de autodegradación, donde se manifiesta algo de la mala conciencia hacia la amada. Son pautas de un juego de atracción y rechazo.

El potencial literario y la fuerza vital que confieren los animales a un texto lo debió entender Kafka mucho antes. En “Barullo” describe su situación de escritor impedido en casa y enfoca uno de sus temas: la responsabilidad ante la obra y la preocupación por las condiciones para llevarla a cabo. El escritor encuentra la imagen del tejón preocupado por la construcción de su madriguera. Hay un deseo de convertirse en animal que surge de la desesperación, contiene un elemento de humillación, pero al final vence la rabia. Se percibe un deseo de asustar y de imponer un cambio de situación a través del susto.

       En La transformación (1912) hay dos planos de significado, uno aparente y uno oculto,  y el segundo está cargado fuertemente de violencia, bajo el sufrimiento que a Gregor Samsa le inflige su condición de escarabajo. No es un insecto minúsculo, es un enorme bicho que produce terror por su tamaño. Es el aspecto del animal como monstruo.

       En 1917 escribe “Un informe para una academia”, que es el relato perfecto de Kafka, por la emoción de la historia, por la fuerza de las imágenes y por los impagables destellos de humor que iluminan el fondo oscuro. Es la historia de un mono, llamado Rotpeter, una estrella mundial del teatro de variedades, como declara con mucho orgullo. Se describe en primera persona la historia de su vida como un doloroso proceso de adaptación. Ante un comité de expertos, el mono expone paso a paso su transformación, desde su origen salvaje, en África, hasta las alturas “del grado de cultura medio de un europeo”. Ya ha revelado la intención satírica del relato. El mono es capturado durante una expedición de la compañía Hagenbeck, y despierta, herido y enjaulado, en un transatlántico que le llevará a Europa. Esto le motiva para emprender el aprendizaje de la cultura humana porque comprende que es la única manera de sobrevivir y no acabar en un zoo. Los esfuerzos de Kafka por adaptarse a las circunstancias familiares y sociales le producían rechazo. En este relato cuestiona la idea de la cultura en sí y de los valores humanos. Rotpeter aprende al principio lo dudoso de la cultura de los hombres escuela y se burla de la escuela de imitación en que se convierte la convivencia con los hombres del barco. Pero Kafka no se queda en el plano de la burla, hay un cuestionamiento sarcástico del concepto humano de libertad. Ha aprendido observando, porque recuerda algo de la libertad de sus orígenes y ha entendido el alcance ridículo de la libertad humana. Ha perdido la libertad animal y puede reflexionar como un hombre sobre la pérdida de libertad. Creó una sabia y melancólica contrafigura. Es una lección de humildad. Kafka hace un juego de las identidades confundidas entre hombre y animal. “Investigaciones de un perro” trata de la búsqueda de alimento y aire fuera de este mundo de mentiras, como explica el perro. Apunta a la búsqueda de conocimiento o a la búsqueda de la verdad. Es uno de los textos más pesimistas de Kafka, a pesar de su lado cómico. Este protagonista canino saca de sus preguntas una energía que le empuja en una dirección: “solo con la ayuda de la comunidad perruna empecé a comprender mis propias preguntas.”

 

La posición de no pertenencia dentro de la comunidad judía es uno de los puntos de partida para otros cuentos sobre animales de Kafka. Su escritura trabaja siempre con elementos autobiográficos sin ser autobiográfica como lo entendemos hoy. Aparecen auto caricaturas y desdoblamientos con animales. Traduce a literatura todo lo que saca del pozo interior. En “Un artista del hambre” tiene que ver con la función de los animales en la obra de Kafka. Se puede leer como una continuación de “Investigaciones de un perro”, porque retoma la temática de la búsqueda de alimentos y la lleva hasta las últimas consecuencias. Al final del relato consigue realizar el ayuno ininterrumpido y el público y el director del circo lo abandonan. Está expuesto y muere como un animal, la jaula la ocupa luego una pantera.

El relato “Un cruzamiento” es un cuento titulado por Brod y destaca por la originalidad de la creación animal sobre un animal mitad gato mitad cordero. El giro que toma la historia muestra una vez más la severidad y la dureza de Kafka ante su propia identidad escindida. Elabora un aspecto del desgarro interior.

Su último relato, escrito unas semanas antes de morir, es “Josefina la cantante o el pueblo de los ratones”. En el pueblo donde pasó con su hermana los meses más felices de su vida, había tantos ratones que le quitaba, literalmente, el sueño. Josefina es un ratón que se cree una gran cantante, pero el narrador, otro ratón, pone en cuestión la calidad del canto de Josefina. El relato sorprende con muchos detalles fisiológicos sobre los ratones y tiene muchas lecturas: la primera, enfocada sobre el dudoso arte de Josefina, sería una reflexión sobre el efecto del arte en la sociedad y la lucha del artista por el reconocimiento. También se ha leído como una alegoría en torno al tema judío, por ejemplo Elias Canetti.

       Esta obra de Kafka, los relatos sobre animales, es un trasunto de su personalidad, eso está claro, sea a través del animal como monstruo, del animal como ser humillado o del animal como avatar de fantasías de autocastigo.

“El animal arrebata el látigo al amo y se azota a sí mismo para convertirse en amo y no sabe que es solo una fantasía provocada por un nuevo nudo en el látigo del amo.”


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