Kafka para el siglo XXI: la lectura de Elias Canetti

 

Franz Kafka, entender el siglo XX

 14 de febrero de 2024

Kafka para el siglo XXI: la lectura de Elias Canetti.

Ignacio Echevarría



Elias Canetti, Sobre Kafka. El otro proceso

Traducción de Adan Kovacsics.

Galaxia Gutenberg, 2023.





Kafka y Canetti han sido las dos presencias más recurrentes y constantes en mi trayectoria como editor, y en ellas sigo ocupado desde 1994 y 1996, respectivamente. Eso me brinda una comprensión particular de las conexiones posibles entre estos dos escritores, que no se conocieron personalmente y que son muy diferentes en todo, pero que tienen un vínculo importante, porque Elias Canetti (1905- 1994) recoge la herencia de Franz Kafka (1883-1924) y la proyecta hacia la segunda mitad del siglo XX. Canetti y Kafka, aunque coetáneos, no se conocieron. Kafka muere en 1924, pero Canetti, por aquel entonces, no sabía quién era. Él era un adolescente, todavía despistado sobre sus estudios. Kafka publicó seis libros en vida y sus relatos aparecieron en las mejores revistas en lengua alemana. Musil o Rilke, por ejemplo, lo apreciaban muchísimo. Cuando muere, Canetti se instala en Viena para estudiar Químicas y allí conoció a su compañera de vida durante 40 años.

Descubrió a Kafka azarosamente, en el invierno de 1931, gracias a dos libros: La transformación y El artista del hambre, cuya lectura le dejó huella: “Ahí estaba el modelo que yo estaba esperando”.

En 1948, Canetti empieza a leer en profundidad a Kafka porque le encargan una conferencia sobre Proust, Joyce y Kafka. De este, lee El proceso y El castillo. Ya entonces delata un interés particular en acceder a la obra de los escritores a través de su semblanza biográfica, de sus circunstancias personales; una metodología que por aquel tiempo ya tenía bastante descrédito. Las tendencias de la crítica literaria moderna han sido intentar leer la obra por sí misma. Kafka siguió siendo muy leído y querido por Canetti; pero no fue hasta 1967, cuando recibe un artículo con el anuncio de la publicación de las Cartas a Felice, de Kafka, cuando se decide a estudiarlo en profundidad. La lectura de las cartas lo dejó deslumbrado. Comprenden cinco años (de 1912 a 1917) de la vida de Kafka, de los 29 a los 34 años. Son casi seiscientas cartas obsesivas, intensas, muy duras de leer. Esta correspondencia pasó a ocupar un lugar central en la obra de Kafka. Canetti se relaciona con las cartas como una obra completa de Kafka y vincula la escritura de El proceso a la escritura de estas cartas. Esta es la tesis de Canetti: En El proceso, Kafka transforma literariamente su relación con Felice. Son cartas enormemente íntimas en el sentido del desnudamiento integral de una persona frente a otras. Son unilaterales, solo leemos el torrente de las cartas en una sola dirección, pero el grado de intimidad, como dice Canetti, “es inconcebible”.

Son más íntimas que cualquier descripción detallada de una felicidad.

Las cartas apuntan los rasgos de su propia personalidad:

” Indecisión, timidez, frialdad de sentimientos, minuciosidad en la descripción de su intimidad y un desvalimiento que solo resulta creíble por el detallismo extremo con que es descrito.”

Canetti recibe el encargo de escribir sobre las cartas y emprende la lectura sistemática de toda la obra de Kafka. Elabora un ensayo de interpretación a la luz de las cartas. Su método fue siempre el mismo en todo de lo que se ocupó. Sus conclusiones estaban dictadas por sus propias circunstancias vitales en el momento de la lectura. En 1967 había publicado Masa y poder, obra que no había cumplido las expectativas. Su esposa Veza, con quien compartió su entusiasmo socialista y su veneración por Karl Kraus, se suicidó en 1963 tras el fracaso de su matrimonio, tal vez debido a las traiciones frecuentes de Elias. Estuvo a punto de suicidarse tras la muerte de su pareja y emprendió una relación con Hera Buschor, con quien se casó en 1971, y tuvieron al año siguiente una hija, Johanna, un acontecimiento que convence a la pareja de establecerse permanentemente en Zúrich.

En 1969 se publicó el ensayo El otro proceso de Kafka. Sobre las cartas a Felice (Der Andere Prozess. Briefe an Felice) que analiza la correspondencia entre Kafka y Felice Bauer.

Kafka, en su relación epistolar con Felice, se descubre a sí mismo, está obsesionado con escribir y elige una vida “encauzada hacia la escritura”.

“Nunca es suficiente la soledad cuando uno escribe”

Para Canetti, esta carta es fundamental para entender el sentido de la escritura y la vocación y compulsión por escribir. Los periodos de mayor creatividad de Kafka coinciden con el momento cuando conoció a Felice y cuando rompió el compromiso, al liberarse de la relación. Está claro que las energías que movilizó en su relación con Felice, tanto en los inicios como en su ruptura fueron decisivas para las articulaciones internas de los procesos creativos de Kafka.

Lo que reconoce Canetti al leer a Kafka es la cuestión del poder. En sus diarios y apuntes saldrá a la luz el Canetti más despiadado. Se reconocen asuntos de su intimidad y los vínculos que traza con Kafka, al que percibe como una contrafigura de su físico, además de su carácter. Canetti era apasionado y colérico, era un hombre de poder.

En relación a Kafka como escritor del poder, Canetti afirma: “El poder es su tema, igual que el mío. Su obra es fina, misteriosa y precisa”. “Se despliega ante el observador y no excluye ningún poder, ni siquiera el religioso.” Canetti lee su obra como una radiografía de todas las configuraciones del poder, desde el poder del padre al poder de la burocracia, o el de la religión. El miedo ante el poder es un tema central en Kafka, sus obras tratan de la forma que él encuentra de oponerse al poder. Y esta forma tiene que ver con la transformación en algo pequeño. Es decir, la forma que tiene de sustraerse al poder no es oponerse a él, sino sustraerse mediante el empequeñecimiento, de tal forma que él no se ocupe de uno. 

La lectura de Kafka que hace Canetti se centra en que el escritor checo ofrece una estrategia de sustraerse al poder que consiste en empequeñecerse ante él hasta la desaparición, en hacerse inaccesible.

“Kafka escribe sin dientes contra el poder. (...) Mediante la transformación en lo pequeño se sustrae a la superioridad. Su delgadez, de la que se avergüenza, tiene también un lado positivo, recela del peso y la pesadez, ya que también son formas de poder, aunque sean muy primarias. (...)


         Ponente: Ignacio Echevarría. (Barcelona, 1960). Hizo estudios de Filología, y trabaja como editor y crítico literario. Como editor, ha coordinado colecciones de clásicos y ha estado al cuidado de las obras de escritores como Franz Kafka, Elias Canetti, Juan Carlos Onetti, Nicanor Parra, Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Benet y Roberto Bolaño, entre otros. Como crítico y estudioso, ha prestado especial atención a la narrativa contemporánea en lengua española, y ha publicado tres volúmenes en que reúne algunos de sus artículos y ensayos: Trayecto. Un recorrido crítico por la reciente narrativa española (Debate, 2005), Desvíos. Un recorrido crítico por la reciente narrativa latinoamericana (Ediciones Universidad Diego Portales, 2011) y El nivel alcanzado. Notas sobre libros y autores extranjeros (ed. de Andreu Jaume, Debate, 2021). Es autor también de Una vocación de editor (Gris Tormenta, 2020), semblanza del editor Claudio López Lamadrid.

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