Perro semihundido. Francisco de Goya
Nunca
antes había entrado en el Museo del Prado con la intención de ver
un único cuadro. El 5 de noviembre lo hice. Fue durante una visita a
Madrid el pasado otoño. Saqué mi entrada y me dirigí directamente
al conjunto de pinturas de la Quinta del Sordo, (Pinturas Negras) de
Goya. Al final del pasillo central, en la sala 067 de la planta 0.
Ahí está expuesto Perro
semihundido.
Ubicado al final, de frente, aunque podemos ver sus tonos ocres y la
cabecita del perro desde el mismo acceso a la sala.
El cuadro ha sido
objeto de múltiples estudios y se han propuesto variadas
interpretaciones, desde la insignificancia del ser vivo ante el
espacio que le rodea, hasta que estemos ante una obra inacabada,
pasando por una posible pérdida de elementos presentes en el cuadro
antes de su traslado a lienzo. Otros pintores se han sentido atraídos
por esta obra y han realizado sus propias versiones del perro.
Antonio Saura llegó a calificarlo como “el cuadro más bello del
mundo”.
La
ficha técnica recoge las dimensiones de la obra: 131,5 cm de alto x
79,3 cm de ancho; la técnica, óleo sobre revoco trasladado a
lienzo; y la fecha de creación, 1820-1823. La escena decoraba una de
las paredes laterales en la sala de la planta alta de la Quinta del
Sordo, junto con una escena titulada "Dos brujas". En el
catálogo del Museo del Prado de 1900 se registró ya con el título
de 'Perro
semihundido'.
Se trata de una
escena en plano vertical. La cabeza se sitúa en un plano oblicuo
ascendente, como única materia en un vacío dibujado en polvareda de
ocres, de una rara luminosidad. A pesar de la sencillez figurativa y
expresiva, es la profundidad de la mirada lo que te atrapa.
Lo había visitado
otras muchas veces antes, había tomado algunas notas para la
reflexión sobre la composición del cuadro, sobre lo que supone como
anticipo del impresionismo o el simbolismo…, pero ese día quería
captar la intención de la mirada del perro. Busqué figuras como se
buscan en las manchas de los muros, o como en el juego de ver figuras
en las nubes. Y encontré en la sombra vertical que se alza frente al
perro todo lo que dicen que puede verse: la muerte que se aproxima,
la imagen de una roca, la cabeza de un fraile y hasta la cabeza de un
caballo. Cualquier opción es válida.
Sin
embargo, por un instante el “lector” del cuadro podría percibir
curiosidad, inocencia, esperanza incluso. La mirada, hacia arriba,
busca la luz.
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