El clásico. Del fútbol y la literatura


EL "CLÁSICO"
 
 

Esta tarde se juega el clásico, la ciudad enmudecerá en unas horas. Me pregunto desde cuándo se utiliza este adjetivo para nombrar un partido de fútbol entre máximos rivales. Puede que este tipo de encuentros pertenezca al canon de la tradición futbolística, y podamos encontrar en las librerías un ejemplar con los 1001 partidos que hay que ver (o jugar) antes morir.

Me resulta inevitable establecer la comparación semántica con el concepto de clásico en la literatura. Desde tiempos muy antiguos viene la idea del canon de aquellas obras dignas de imitación, que comportan un valor permanente, perdurable en el tiempo y en la memoria. Más cercanas son las definiciones de Italo Calvino en Por qué leer a los clásicos. Paso por alto las más brillantes y las obvias, como aquella de que los clásicos son en realidad relecturas, o la que afirma que un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Me quedo para definir el clásico de esta tarde
 
con la que afirma: clásico es todo libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes. Esta sí, si cambiamos “libro” por “partido”, obviamente. Un seguro protagonista de la noche ha declarado hoy mismo que en la vida ni en el fútbol, no vale todo, “ni si quiera en un clásico” y que la vida es más grande que un partido de fútbol.
 
Quizá no ha leído a Calvino.

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