"Siddharta", de Hermann Hesse
Novela y espiritualidad. 14 de abril de 2023.
Siddharta, de Hermann Hesse
María Tausiet.
Siddharta, a pesar de su orientalismo y de su indiscutible
modernidad, no deja de ser un peregrinaje, un viaje de peregrino. La novela se
publicó en Berlín, en 1922, hace casi exactamente un siglo. En ese momento no
fue comprendida ni valorada, los críticos alemanes la tildaron de sentimental y
cursi. Fue en los años 60-70 cuando se disparó su popularidad, con la explosión
del movimiento contracultural, con otros clásicos de la cultura hippie como las
obras de Jack Kerouac, En la carretera o
Los Vagabundos del Dharma. Los jóvenes que leyeron la novela quedaron
fascinados, supuso un principio de liberación ideológica; pero han pasado
tantos años que quizá ahora su lectura podría resultar simple o ingenua. Más
allá de las modas culturales, estamos ante una obra clásica donde las haya, una
auténtica joya literaria.
Este “cuento indio” (subtítulo de la novela) se presenta
como una fábula sencilla, pero sus significados son inabarcables. Con su
minimalismo apunta constantemente a lo esencial, escrita en una prosa poética
depurada que se lee con facilidad aunque admite lecturas infinitas. En palabras
del poeta dadaísta, Hugo Ball:
“Asume en su estilo los ejercicios del yoga; su lengua está reducida al esqueleto,su sintaxis muestra una dura privación que no se permite apartarse de lo necesario, ni siquiera un poco.” (Hermann Hesse, su vida y su obra.)
Hermann
Hesse (1877-1962) nació en el sur de Alemania, en Calw, una pequeña ciudad de
la Selva Negra. Su abuelo paterno, Carl Hermann Hesse, médico de profesión, era
pietista, amante de la naturaleza, vital, hombre de una religiosidad ingenua y
profunda. Su otro abuelo, Hermann Gunder, fue pionero del pietismo en Oriente y
se especializó en lenguas indostánicas. Los
padres de Hermann Hesse eran ambos profundamente religiosos. Su madre
había nacido en India. Este ambiente espiritual de la familia le llevó a un
polisincretismo entusiasta. Hesse llegó a afirmar que para diferentes personas,
hay diferentes formas de Dios.
Siempre se sintió unido a su madre, fue un niño hipersensible y vehemente. En sus diarios destaca como virtud la obstinación, lo que le llevó a luchar por su vocación, que era la de ser escritor. A los 15 años abandonó los estudios de Teología y fue autodidacta a base de numerosas lecturas. A los 19 aparece su primer poema en una revista. La novela Peter Camenzind se publicó en 1904, a los 26 años, y lo consagró como escritor.
Rasgos de la
biografía de Hermann Hesse que resultan decisivos y se reflejan en la
novela:
● Su
autodidactismo consciente. Constante autoanálisis, necesidad de autoafirmación
y de reconocimiento.
● Ansia de
contacto con la naturaleza (las montañas eran para él su única patria). Respeto
por toda la creación. Dedicó un libro a San Francisco de Asís.
● Viajes a
Oriente. Interés por lo oriental, el budismo, el taoísmo, aunque no se
identifica con ningún credo, los abraza a todos. La atracción por las
filosofías orientales se nutre con las lecturas de Goethe y de Schopenhauer,
así como el descubrimiento de la Teosofía.
● Su
sensibilidad hacia los opuestos. lo apolíneo y lo dionisíaco: la razón y la
emoción.
● Su estilo
destaca por su contención. Por cautela y por su forma de vivir la
espiritualidad. Predomina la sutileza.
Siddharta
Novela alegórica, fácil de leer, popular; sin embargo,
admite distintas lecturas. Su autor supo volcar su recorrido vital de forma
simbólica o mitológica. El libro tiene doble dedicatoria, a dos sabios: Roman
Rolland, novelista y estudioso del hinduismo. A él le dedica la primera parte,
centrada en la adolescencia y juventud del protagonista. La segunda se centra
en la madurez y en la vejez y la dedica a su primo, Wilhelm Gunder, experto en
literatura budista.
Se ha
dicho que Siddharta supone un
acercamiento legendario al conflicto con el padre; una superación armónica del
ambiente teológico que vivió Hesse en su familia y una exaltación de la
autoeducación.
El protagonista de esta breve novela es hijo de brahmanes
importantes, miembros de la casta superior y desde niño estaba destinado a ser
sacerdote. Un día abandona la casa del padre al comprobar que la religiosidad
reglamentada no satisface sus ansias de verdad. Se une a un grupo de samanas,
peregrinos ascetas, junto a su amigo Govinda. Pasan tres años con ellos, se
cubren con humildes ropas, ayunan, retienen la respiración, superan el dolor
físico y aprenden a ensimismarse; pero al acabar cada experiencia, Siddharta
siente de nuevo el dolor de ser un yo y piensa que en realidad no ha avanzado
nada. Comunica al maestro que ha decidido marcharse. Va en busca de Gotama
Buda, de quien se dice que ha encontrado el verdadero camino. Los dos amigos
escuchan las doctrinas del maestro, pero mientras Govinda decide seguir a Buda
para siempre, Siddharta comprende que no es por la doctrina (resultado de la
experiencia de otro) por donde se llega a la plenitud, sino por una intuición
personal y única.
Siddharta
continúa su camino y nota que ya no es un joven, no puede creer en más
doctrinas, se pone “en marcha hacia sí mismo”. Comienza la segunda parte del
libro con un despertar, el mundo y la naturaleza le parecen más hermosos.
Encuentra a una joven cortesana, Kamala, y a ella le pide que le enseñe el acto
del amor. Ella le pregunta qué sabe
hacer y Siddharta siempre responde lo mismo:
“Sé
meditar. Sé esperar. Sé ayunar.”
Lo ve con harapos y le dice que tiene que volver con
buenas ropas y trabajar para un mercader. Se convierte en discípulo de Kamala.
Samsara representa el ciclo de nacimientos, reencarnaciones o repeticiones,
ciclo o rueda del ascetismo pero con un ritmo lento porque las costumbres fijas
impiden avanzar. Aprende a usar su poder, a disfrutar de los sentidos, cada vez
más parecido a los demás; pero decide abandonar su casa, la ciudad y a Kamala a
los 42 años. Ella está embarazada.
Siddharta
sigue andando pero todo le resulta vacío, como sin sentido y entra en
depresión. No puede regresar, se encuentra con Govinda, al que hace muchos años
que no ve. Trabaja como aprendiz del barquero Vasudeva, quien lo recibe y le
explica que todo lo ha aprendido del río. Pasan años juntos. “Son raras las personas que saben escuchar
de verdad”. Vasudeva es uno de ellos.
Cuando viven con el hijo de Siddharta, el barquero insiste
en que está obligando al niño a vivir como ellos, cuando viene de otro modo de
vida, en la ciudad. Según Kamala, Siddharta está sintiendo un amor ciego por su
hijo, una paciencia extrema y se deja humillar por él. El niño se escapa, le
dice que lo odia, El padre busca en la ciudad a su hijo y se da cuenta de que
el apego a su hijo será inútil. Luego encuentra al barquero y ambos regresan
juntos a la cabaña del bosque. Pasan los años y por más que intenta recuperar
la calma, le sigue frustrando que su hijo lo haya abandonado. Se ve a sí mismo
en el agua del río contemplando el río y ve la imagen de seres importantes en
su vida. Ha aprendido a escuchar. El barquero decide morir en el bosque.
Siddharta ya anciano se reencuentra con su amigo Govinda.
Siddharta le dice que es mejor encontrar que buscar. Le explica su propia
doctrina: sus maestros han sido: una prostituta, un mercader, un anciano
barquero y el propio río. Dice que los conocimientos se pueden transmitir pero
la sabiduría, no. Insiste en la incapacidad de las palabras para transmitir el
sentido secreto de las cosas.
El capítulo final sugiere una apoteosis, una metamorfosis.
Govinda piensa que el discurso de su amigo es extraño y casi ridículo, aun así
siente una paz y dulzura enorme. Quiere que siga hablando pero él calla y le
pide que le bese en la frente. Es entonces cuando sucede algo extraordinario:
una teofanía: una manifestación de la divinidad. Mientras él mismo intentaba
imaginar lo que explica Siddharta,
“Dejó de
ver el rostro de su amigo Siddharta y contempló otros muchos, una hilera
enorme, un río de rostros, cientos, miles de caras que llegaban y pasaban,
aunque parecieran estar todos allí al mismo tiempo; miles de caras que se
transformaban y se renovaban incesantemente y que, sin embargo, eran todas
Siddharta.”
Ante una sonrisa tenue, sabia y múltiple, como la de Buda. Govinda se inclina con una especie de veneración. Así termina el relato.
La novela de Hesse es una búsqueda, propone un paraíso para alcanzar en esta vida y no en un más allá. Busca una forma de liberarse del sentido literal de la fe, superar las ideas de pecado. Encontró en la mitología hindú y el budismo las mejores inspiraciones para esta novela inigualable.
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