El pálido reflejo del pensar
El
pálido reflejo del pensar
Hamlet
(Tercer acto), traducción de Tomás Segovia
El
gran teatro del mundo.
Las
tragedias de Shakespeare
Andreu
Jaume
Vuelvo
a las clases de Literatura después de algunas semanas y la tarde, de
repente, se ha tragado la luz que entonces clareaba las paredes del
Aula 1. Noviembre parece un buen mes para la tragedia. Corren tiempos
de incertidumbre, algunas decisiones se cargan de inmediatez, todo lo
que acontece se vuelve difuso de pronto, y el deseo de normalidad se
queda solo en buenas intenciones.
El ponente empieza a hablar.

La
tragedia es un género de Occidente, que nace en Grecia y muere en el
Renacimiento. Su orígenes están relacionados con rituales de
sacrificio. De repente, con Sófocles, Esquilo y Eurípides, se
convierte en literatura. Se dramatizan los límites humanos. Los
mortales aceptan aun sin entenderlo, el castigo de los dioses. Hay
una aceptación, una conformidad.
La
tragedia evoluciona en el siglo XVI, con la gran eclosión del
teatro, hacia un género de venganza de un crimen, la tragedia de
venganza.
Hamlet,
(1601) es la historia de una historia que no debería haber ocurrido.
Es una tragedia demorada. El príncipe detiene la acción y piensa el
mundo. En la conciencia del príncipe de Dinamarca laten las
contradicciones entre justicia y venganza, razón y locura, destino y
azar, realidad y ficción, honradez y maldad, responsabilidad y
libertad. Es su primera gran tragedia. Dramatiza el paso al mundo de
la razón, ya despojado de la religión.
En
las primeras escenas se concentra casi toda la obra. El primer
diálogo ya demuestra la depuración del lenguaje y la técnica del
control del tiempo. La historia comienza cuando unos centinelas ven
el espectro del rey muerto, padre del príncipe de Dinamarca. Avisan al
joven Hamlet, que está apesadumbrado porque su madre se acaba de
casar con el hermano de su padre, nada más morir este. El espectro de su padre le revela la causa verdadera de su muerte: que fue envenenado por su hermano para usurparle la esposa y la corona. Y él necesita comprobar, demostrar lo que ha escuchado. Para ello encarga una obra de teatro, La ratonera, para comprobar a través de la literatura lo que el espectro le ha revelado.
Hamlet no es
un príncipe al uso, es estudioso, un intelectual melancólico;
alguien que piensa, alguien que no está hecho para la acción. En los monólogos se expresa el carácter del personaje opuesto a su destino. Son espacios de libertad y de paz. Son la expresión del ser. Está deteniendo la rueda del destino. “El pálido reflejo del pensar”. Ha comprobado la versión del espectro, pero aun así no logra ejecutar el mandato del padre. Pensar le impide actuar, no es resolutivo y gracias al pensamiento va cometiendo calamidades. Mata a Polonio en una acción errónea y va a ser una muerte absurda que lo cambia todo. Se altera toda la planificación de la tragedia. Él mismo se reprocha su incapacidad para la acción.
De
esta manera la conciencia
hace
de todos nosotros cobardes,
y
así el matiz nativo de la resolución
se
opaca con el pálido reflejo del pensar...
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