De la utopía o el estilo literario
La curiosidad por todo aquello que
le inquieta ha llevado a Aarón Forner Martín, alumno de bachillerato, a elaborar un trabajo cuya idea
principal es la utopía a lo largo de la historia. Platón y Thomas More con
sendas teorías que ahora se le aparecen como una revelación: La República y Utopía.
En esta última, la isla de More, una isla de felicidad, un lugar ideal y perfecto o el estado donde
todos viven en armonía y todo es para el bien de todo el mundo.
Creo que en este asunto la
literatura tiene mucho que ver, creo que es la gran hacedora de utopías; ya
sean interiores, en la mente del que lee, como colectivas, en grupos de
minorías culturales. Así, si la realidad está constreñida por las leyes y
normas que la rigen; la literatura carece de otros límites que no sean la
propia imaginación o la re-creación de otros mundos u otras realidades. La
literatura se presenta siempre como la otra cara de la realidad. Recuerdo ahora
las palabras de Claudio Magris en Utopía
y desencanto, que casi parecen un aforismo: La utopía da sentido a la vida, porque exige, contra toda
verosimilitud, que la vida tenga un sentido; don Quijote es grande porque se
empeña en creer, negando la evidencia, que la bacía del barbero es el yelmo de
Mambrino.
Aarón, yo te bautizo como el buscador
de utopías y te proclamo el destinatario de mi cuaderno. Tú eres joven y te
lanzas en busca de una sociedad alternativa, motivado quizá por los tiempos que
nos están calando con su incertidumbre y que tienen vuestro futuro secuestrado.
La utopía, concepto ambiguo, doctrina optimista irrealizable desde el mismo
momento de su proclamación, vuelve al protagonismo histórico en la segunda
década del siglo XXI, gracias a la situación crítica que nos ha tocado vivir.
Por ella se han rebelado todas las primaveras y todos los indignados que claman
su malestar.

Me olvido pues, por el momento, de
mi afán por hallar el estilo literario, aunque te confieso Aarón que me guardo
mucho de no desviarme de la naturalidad para dialogar contigo. Siento mucho
respeto o temor a la grandilocuencia e incluso a los adjetivos como portadores
de artificio. Tengo fe sin embargo en la estructura, en las técnicas, en las
horas de trabajo invertidas en el proceso de creación; como tú debes hacer para
llevar a buen término tu ensayo sobre la utopía.
Al tratarse de escritura personal,
es evidente que debemos utilizar una voz natural, una primera persona que
transmita seguridad a la hora de contar, de pactar contigo como interlocutor.
Pero puedo inventar un narrador en primera persona ficticio, un profesor
cercano a la madurez que lleva varios años buscando, sin éxito, eso que llaman
el estilo literario.

Podemos hablar de la inspiración, del esfuerzo, del desánimo que muchas veces me invade. Podemos hablar de lo que quizá te sucederá a ti
también, de la repetición de los destinos para tu búsqueda y la mía.
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