“Pues dime, ¿cómo andas en asuntos de religión?”: La Biblia en Goethe
La Biblia en la literatura occidental. La Biblia para agnósticos.
16 de febrero de
2023.
“Pues
dime, ¿cómo andas en asuntos de religión?”: La Biblia en Goethe
Marisa
Siguán.
El título de la sesión es una cita, es la pregunta que le hace
Margarita a Fausto cuando él está seduciéndola, de hecho ya la ha seducido en
realidad; y en uno de sus paseos, le pregunta: “: Pues dime: ¿cómo andas en
asunto de religión? […] ¿Crees en Dios?
MARGARITA: Pues dime: ¿cómo andas en asunto de religión? [...] Crees en
Dios?
FAUSTO: [...] ¿Quién puede nombrarlo?
¿Y quién confesar: Creo en él?
¿Quién podrá sentir Y tener el valor
De decir: no creo en él?
Ese que todo lo abarca,
Ese que todo lo sostiene,
¿no te abarca y sostiene
A ti y a mí y a sí mismo?
¿No se aboveda el cielo allá arriba?
¿No está firme la tierra acá abajo? [...]
¿No se miran mis ojos en los tuyos
Y no se agolpa todo
En tu mente y tu corazón
Tejiendo en un eterno misterio
Invisible y visible a tu lado?
Llena tu corazón con eso, por grande que sea,
Y cuando sumida en el sentimiento dichosa te
sientas,
Nómbralo como quieras.
¡Nómbralo dicha! ¡Corazón! ¡Amor! ¡Dios!
¡Yo no tengo nombres
para eso! El sentimiento lo es todo;
el nombre es ruido y humo,
niebla que oculta el fuego del cielo.
V. 3415 – 3462.
Trad. Elena Cortés Gabaudan, Abada,
Madrid 2010.
La respuesta de Fausto es bastante
vaga pero ya da un concepto de religión que nos iremos encontrando a lo largo
de las obras y la vida de Goethe, lo que se ha dado en llamar su religión
natural. Esto supone hablar de la religión en un autor muy longevo
(1749-1832), y a lo largo de su vida va forjando su idea de religión y de Dios.
Si atendemos a las cartas podemos encontrar respuestas contradictorias respecto
a la religión y al cristianismo. Ya de joven se dan polémicas sobre si es un
cristiano o un pagano. Por ejemplo, en una carta a Herder, de mayo del 75,
recién publicada su obra Werther, insulta
toda la doctrina sobre Cristo como un “asunto
de mierda”.
En sus memorias, Poesía y verdad (1816), habla de cómo
despierta su conciencia religiosa y la pone en relación con dos acontecimientos
aterradores de su infancia: uno es el terremoto de Lisboa, del año 55, y el
otro, una tormenta tremenda, con inundaciones en su casa, donde los niños pasan
mucho miedo. Esta es su primera experiencia religiosa, que es de terror. Pero
rápidamente recupera la confianza y prevalece esta ante el miedo. Así,
podríamos decir que la religiosidad de Goethe es una religiosidad natural, no
especulativa, que surge del instinto natural del ser humano y que tiende a
contemplar al ser humano como criatura y a la naturaleza como creación.
Goethe diferencia el cristianismo
basado en el poder de la Iglesia, regido por dogmas, de un mensaje más puro de
los Evangelios. Su religiosidad y sus investigaciones científicas no se
contradicen sino que se condicionan y se complementan. No olvidemos que su
concepto de religión se forma en la época de la Ilustración y el
prerromanticismo. Vive una época donde la explicación teológica ya no es
suficiente, donde la visión teológica del mundo se hunde, el ser humano se
independiza. Es crítico con la ortodoxia religiosa pero sí mantiene todos sus
ritos. Hay tres elementos concretos de la religión con los que tenía problemas:
con la simbología de la cruz y la apología del sufrimiento; el segundo elemento
era el pecado original, le parecía una humillación de la creación; en tercer
lugar, la trinidad le parecía una blasfemia respecto a la unidad de Dios. Pero
Goethe, poco antes de morir, llegaba a un cristianismo cada vez más de
convicción y de acción. Y surge su conciencia más allá de la vida.
El 4.2.1829 le dice a Eckermann:
El convencimiento de nuestra perduración me viene del concepto de actividad, pues si actúo sin pausa hasta mi fin, la naturaleza está obligada a señalarme otra forma de ser si la actual no consigue resistir ya a mi espíritu.
De todo ello
deriva la idea de que debe existir una pervivencia más allá de la muerte. La
acción sería un impulso importante y después la mirada sobre el mundo, la
contemplación, no como algo pasivo sino como manera de entablar una relación
mutua con el mundo y con los objetos. Algo así como una religión de la mirada.
Goethe conoce la Biblia
perfectamente, admira la traducción de Lutero, es un lenguaje muy coloquial, la
utiliza como un baúl de los tesoros de historias y referencias que utiliza y
cita. Goethe utiliza esta tradición y, aunque Fausto (1833) es una obra que le acompaña toda su vida, en 1808 ya
le incluye dos prólogos. En el segundo prólogo, situado en el cielo, aparece
Mephisto con sus quejas: “El ser humano, para él, es un error de la Creación”.
El dios de este prólogo sigue la vía de la demostración y apuesta con Mephisto
que se pueda demostrar la validez de la creación. Está desasosegado, es alguien
que siempre está insatisfecho, intranquilo, desasosegado, “unruhig”. Anhela la
inclusión en la totalidad y busca lo que mantiene unido al mundo.
Monólogo de Fausto:
A ver si al fin conozco lo que el mundo
En su más hondo interior tiene encerrado, (qué es lo que
mantiene unido el mundo)
A ver si veo la fuerza productora y la semilla
Y ya no necesito seguir removiendo palabras. V 382-385
Decide suicidarse, pero oye unos coros pascuales cantando y, emocionado, desiste del suicidio. Se va de paseo y al volver a su estudio, se pone a leer la Biblia y aquí hace un cambio fundamental, porque traduce una palabra por otra. Para traducir “logo”, rechaza “sentido”, rechaza “fuerza” y con esto destruye la relación entre palabra, vida, luz, cristo que abre el Evangelio según San Juan.
Escrito está: “En el principio era el Verbo”.
Ya me tengo que parar. ¿Quién me ayuda a seguir?
Me resulta imposible darle tanto valor al Verbo,
tengo que traducirlo
de otra manera,
Si es que el espíritu bien me ilumina.
Escrito está: “¡En el principio era el sentido!”
Medita bien esta primera línea
Y que no se precipite tu pluma.
¿Es acaso el sentido el que todo lo obra y lo crea?
Debería poner: “¡En el principio era la fuerza!”
Pero mientras escribo esto también
Hay algo que me avisa de que no pare aquí.
¡Me ayuda el espíritu! De pronto ya veo el consejo
Y escribo confiado: “¡En el principio era la acción!” v.1224 – 1237
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