Martes literarios. Mircea Cărtărescu
UIMP Santander.
30 de agosto de 2022
El
público completó el aforo de la sala Riancho, en el Palacio de la Magdalena
para escuchar al escritor. Cărtărescu se expresó en inglés, con ritmo pausado,
se mostró cohibido y muy agradecido ante tantos asistentes al acto. Comenzó con
algunas confesiones, y el agradecimiento a su editor en España, Enrique Redel,
así como a su traductora, Marian Ochoa de Eribe. Señaló a ambos como los
artífices de su éxito en España.
Algunas notas extraídas de su
intervención:
● Antes que escritor me gusta describirme como profesor, ya que fui docente durante más de cuarenta años, primero como profesor de literatura en un instituto de las afueras, con niños que venían de familias muy pobres. Y después de la revolución rumana, en el 89, pude cumplir mi sueño de convertirme en profesor universitario en Bucarest. También he sido periodista, una faceta muy importante porque escribía sobre cultura y literatura pero también sobre cuestiones cívicas. Todos los intelectuales de mi país sufrieron las consecuencias de la corrupción de la élite política.
● Leer y escribir han sido dos de los
grandes placeres de mi vida, no imagino mi vida sin poder leer. En mis primeros
recuerdos estoy rodeado de los brazos de mi madre, que sostenía un libro muy
grande. Primero fue la lectura y en un momento dado decidí escribir, primero
imitando a los escritores que yo admiraba, a los poetas en primer lugar, luego
a los ensayistas, hasta que encontré mi propio camino. Ahora, cuando escribo,
ya no tengo que pensar en el libro que estoy escribiendo. Sé que el libro
crecerá por sí mismo, sabe cómo crecer. El acto de escribir es un acto de fe,
una fe casi religiosa. Si no tienes fe no puedes escribir.
● Muchos piensan que la poesía es solo
el arte de combinar palabras de tal manera que provoque emociones; pero esta es
solo una definición. Es mucho más complejo. Se trata de expresar cómo vemos el
mundo, cómo vemos a las personas concretas. La poesía es el arte más elevado,
quizás la música lo superaría. Me resultó muy duro el comienzo porque, en sus
primeras fases, el poeta tiene que recurrir a la imitación. Empiezas a imitar a
los escritores que admiras, que amas, que son tus maestros. Un poeta puede ver
la gota de elegancia que se encuentra en los rincones, como en los movimientos
de un gato. Un libro de poesía es una fuente de vida; cada poema de Rilke, por
ejemplo, es un auténtico milagro, un manantial lleno de elegancia.
● Quiero hablar sobre el libro Nostalgia, mi primer libro escrito en
prosa. Un escritor debe tener unos huesos muy sólidos para escribir durante
años, para cerrar una novela, por ejemplo, tardé catorce años en escribir mi
novela Cegador. El escritor de prosa
debe tener paciencia, ir despacio, tener cuidado y no cometer errores. Empecé Nostalgia, mi primer libro de prosa,
durante el régimen comunista Yo sufrí mucho la censura. A principios de los 70,
Umberto Eco vino a Bucarest para leer y presentar El nombre de la rosa. Un compañero le dijo que 20 páginas de su
libro habían sido suprimidas por la censura del régimen rumano. Se montó un
buen escándalo y mi compañero sufrió las consecuencias. Pero era cierto. Tenían
que justificar su trabajo y censuraban todos y cada uno de los libros que
leían. No pude entonces titular mi libro como Nostalgia, sino como El
sueño, porque Andréi Tarkovski, el director ruso de cine, estrenó en Italia
una película titulada Nostalghia, en
1983. Otro ejemplo es que, desde mi
ingenuidad, aparece un personaje al que llamé Elena, pero este era el nombre de
la mujer de Nicolae Ceaușescu. Por esto me forzaron a ponerle María al
personaje de mi libro.
● De los cinco relatos de Nostalgia, uno de ellos fue suprimido y
en el resto, hubo fragmentos mutilados. En España puede leerse una versión
completa del libro y con todas sus páginas. Es un libro muy importante y del
que me siento muy orgulloso. Ha sido traducido a veinte lenguas. Son cinco
relatos que aparentemente no tienen conexión pero sí existe algún nexo
subterráneo, como las setas que se conectan con el sustrato y con sus raíces.
Pretendí demostrar todas mis habilidades, quería escribir un libro memorable,
de los que pueden quedarse en la mente de las personas. Mis modelos eran los
hispanoamericanos, Cortázar, Carlos Fuentes, con su novela Terra nostra, Vargas Llosa, Borges,.. pero quería además ser
original y aportar mi toque personal. Las influencias se difuminaron en este
libro. Me siento orgulloso especialmente del relato titulado “REM”, muy bien
estructurado. “Rem” viene del movimiento rápido de los ojos cuando soñamos, que
se mueven de un lado a otro. Todo el libro es muy onírico y uno de los relatos,
“El arquitecto”, lo escribí durante la noche, en uno de mis sueños. “El
ruletista” es otro de los relatos, el primero que escribí en prosa. Trata de un
juego, el de la ruleta rusa: acercamos el revólver a la sien y apretamos el
gatillo. Intenté imaginar a un ruletista que participaba en ese juego ilegal en
el que la gente apostaba por su vida. El protagonista hace algo innovador,
coloca dos balas y la gente queda impresionada; después pone tres balas, luego
cuatro balas, cinco y se enriquece; pero empieza a jugar con Dios, y coloca las
seis balas en el revólver, sin ninguna posibilidad de salir vivo. Es también un
juego literario.
● Yo me considero un humorista, un
escritor irónico, satírico e incluso sarcástico en ocasiones. Por ejemplo, la
tercera parte de la trilogía es un libro lleno de sarcasmo. El ala derecha está plagado de humor
negro. Es un canto contra todos aquellos que robaron mi juventud en el régimen
comunista. Y Las bellas extranjeras
es puro humor, un libro fácil.
● Solenoide es sin duda, una novela muy importante para mí, una novela
de madurez,, la publiqué a los 60 años y es todo lo que yo podría expresar
acerca de mi existencia, desde los hechos más nimios, pero también se aborda la
relación con dios, la religión y las otras vidas, aquellas que podemos imaginar.
Se trata de una novela metafísica. Sigue una estructura vertical, como un
cohete, con tres partes que se van perdiendo tal como avanzan según una nave
espacial. En cambio, si lo comparamos con la trilogía Orbitor, la estructura de esta es como la catedral de Florencia,
que es horizontal, un libro místico, como una mariposa con sus tres partes: el
ala izquierda, el cuerpo y el ala derecha. Solenoide
apunta directamente a Dios, a todo lo que trasciende nuestra existencia y
toda la problemática en esta novela es moral, no es estética, ¿qué podemos
hacer con nuestras vidas? ¿Cómo podemos vivir nuestras vidas y no sentir que la
hemos desperdiciado? La escena central es un dilema moral que yo he pensado
como el motor de esa novela: es el dilema de la casa que se quema y en su
interior hay un cuadro de valor incalculable. Pero en otra habitación, un niño
pequeño llora. ¿Qué salvarías? El protagonista responde que salvaría al niño.
¿Aunque de mayor este niño se convirtiera en asesino, en Hitler?. Sí, siempre, porque
el bebé puede sentir el dolor de las llamas. No hay un destino inevitable. Cada
niño tiene una oportunidad y lo único que cuenta es la vida. Esto lo
comprendemos con el paso del tiempo, con la experiencia. Este es el mensaje de
este libro, es el libro más humano y más optimista. El amor es la respuesta a
nuestros dilemas como humanos. No soy nada original, ya lo dijo antes Sócrates
y también John Lennon.
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