"La pianista", de Elfriede Jelinek.
Novela y Música,
24 de mayo de 2022.

Cecilia Dreymüller.
Elfriede Jelinek
La pianista
Traducción de Pablo Diener.
Mondadori.
Barcelona, 2004.
Aunque aquí se conocen casi exclusivamente las novelas de Elfriede Jelinek (1946), La pianista (1983), Las amantes, (1975) o Deseo (1989), el peso principal de su obra recae en los trabajos para el teatro. Sí, el reconocimiento se basa en la obra dramática. Pero, ¿por qué es así? Pues por el ilimitado poder de provocación que tiene su teatro, es una crítica con un humor muy negro y con suma agresividad. Esta es su marca, una máquina de efectos dramáticos y un despliegue de recursos técnicos con un máximo de artificiosidad y sentido del absurdo. Aquello que en las novelas supone un inconveniente, la falta de narratividad y su gusto por la sentencia, encuentra en el escenario una caja de resonancia fabulosa porque refuerza todos los significados: los chistes macabros, los retruécanos, los juegos de palabras…. De toda la producción teatral de Elfriede Jellinek, Clara S, tragedia musical, es su obra más lúcida y grotesca. Trata de un martirio a través de la música: el martirio de Clara Schumann. Es una tragedia hilarante y una denuncia feminista. Da al personaje histórico la protagonista una oportunidad para actuar en circunstancias distintas. La traslada a los años 20 y a Italia. Allí acude con su marido, Robert, a la villa del poeta D'Annunzio para pedirle dinero. Su marido enloquece por el miedo a perder su deseo sexual, según Jellinek. Con sus bien entrenadas manos, ella estrangula a su amado, en venganza por no haber valorado sus composiciones. Sus sátiras transgresoras atacan la hipocresía y cerrazón de la sociedad austriaca desde un punto de vista radicalmente sexuado. La concesión del Premio Nobel en 2004 desató un gran estupor entre los sectores más conservadores de la sociedad austriaca. Una autora con un malvado sentido para los espectáculos perversos de la cotidianidad, capaz de verter tanta acidez sobre los más preciados valores del país: la música clásica (La pianista), la naturaleza intacta (Oh, Wildnis), el deporte (Sportstück), el matrimonio burgués (Deseo) o la moral amorosa (Las amantes), representa un peligro público que más valdría mantener a raya. Las mujeres de Jelinek no tienen otra opción que ser malas, muy malas.
La
primera obra en la que Jelinek presenta la música como medio de ascenso social
para la pequeña burguesía es La pianista,
una novela donde el proceso de destrucción de la mujer es de lo más brutal.
Es un libro de gran complejidad. La autora pone al descubierto lo que se
esconde tras las armoniosas fachadas de los históricos palacios de la ciudad de
Viena, destruye sin piedad el mito de la capital europea de la música como
sinónimo de riqueza cultural. Michael Haneke rodó en Viena en 2001 una versión
cinematográfica pero cambió algunas cosas del argumento y pone el foco en la
relación fallida amorosa entre Erika Kohut, y su alumno. Algunos rasgos
autobiográficos de Jelinek están presentes: la tutela materna, tras la muerte
del padre, que la obligó a estudiar música con la aspiración de convertirla en
niña prodigio entraron como vivencias autobiográficas en la novela. Pasó por un
derrumbe psíquico en la adolescencia y se percibe la experiencia de la
represión y el sufrimiento reales que hay detrás.
La condición femenina es destripada de cualquier
asociación complaciente en esta novela. Aparece un lenguaje neutro, de frases
muy cortas y suena a un informe, en el que se describen con mirada fría de
documentalista los hechos. La novela comenta los hechos con un sarcasmo
tremendo.
Las convenciones del lenguaje son el verdadero campo de
batalla de esta novela, es un lenguaje de extrema sutileza y un gran empuje
lúdico. Por eso hay que leerla. Jelinek siempre ha insistido en que su
propuesta estética consiste en hacer visible la representación de la realidad a
través del lenguaje y no de la realidad misma. Su intención es revelar las
trampas de las convenciones, darles la vuelta. No hay nada que interpretar en
el comportamiento de los personajes. actúan como marionetas en un mundo
cerrado, el del hogar y el de la burbuja de la música.
El argumento es muy difícil de explicar: relación cruel entre madre e hija, una profesora de música convertida esta en un ser insensible, concibe el amor y el sexo solo relacionado con el dolor. La novela es una sátira cultural, una estrafalaria historia de amor, que se desarrolla sobre el escenario pseudorrealista de una Viena atemporal, por la que se persiguen frenéticos una profesora de música y su alumno libidinoso. Erika Kohut, la pianista soltera, vive y hasta comparte la cama con su madre, que la ha criado como instrumento de su ambición y le exige, en favor de la carrera musical, que renuncie a los hombres. Pero Erika se enamora. La fina y respetable Frau Professor revela gustos inesperados en un sórdido tugurio de suburbio, magníficamente presentado con imágenes expresionistas:
"Los pequeños chiringuitos ya escupen su luz sobre las aceras".
Detrás de los devaneos eróticos de la
señorita sobreprotegida, cada cual más delirante, asoma la tragedia de la
persona aislada, incapaz de disfrutar sin castigar y sin vejarse a sí misma.
No es una lectura placentera. Erika quiere ser amada con
prácticas sadomasoquistas. Los personajes de Jelinek se presentan como comunes
pero con comportamientos atroces. La violencia se traduce en el mundo de la
música a través de los sádicos métodos de enseñanza de los profesores. Tanto la
madre como la hija están atrapadas en una espiral de venganza y humillación
ajenas. La madre la trata con gestos de protección constante. La música es el
medio de tortura y es un medio consensuado. Erika la ejerce dominada por los
celos con sus alumnos, que jamás podrán llegar a ser más que ella.
Elfriede Jelinek no moraliza; descubre lo patético en esta
vida ejemplar de mujer frustrada, pero no la ridiculiza. Su mirada, sin
embargo, es implacablemente incisiva y se hunde en las relaciones causa-efecto
preferentemente obviadas: madre, hija y amante solo son anónimas piezas
chirriantes dentro de un engranaje social utilitario de violencia generalizada.
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